Dani sigue persiguiéndome a pesar de que le grito que no lo haga.
El largo vestido se mete en mi camino; se enreda entre mis zapatos, impidiendo que pueda salir de ese lugar tan rápido como quiero. Las lágrimas se han secado en mi rostro y mi cabello se pega a mis mejillas obstaculizando mi visión y siento que todo el universo se está volviendo en mi contra. Agarro la falda con rabia, con impotencia, sintiéndome el ser más pequeño y patético de toda la creación. Queriendo arrancarlo, despedazarlo, para liberar así la ira reprimida en mi interior y acelero el paso.
- Mía, detente.
Obedezco, no porque me lo haya pedido sino porque quiero girarme y gritarle que me deje en paz.
- Te juro que tu voz nunca me había parecido tan fastidiosa como en este momento. ¿Por qué no me dejas sola? ¿no ves que es eso lo que quiero? - Trato de controlar el temblor de mi voz para que la frase tenga la misma fuerza con la que resuena en mi mente, pero no es más que una petición lamentable, similar al ruego de un infante.
Dani me observa de una manera particular y no logro descifrar si es lástima lo que vislumbro en el fondo de sus ojos. De nuevo estoy llorando. Y frente a él, justamente él, de todas las personas en el mundo.
Permanecemos en silencio. Solo mis leves sollozos se escuchan. Quiero desaparecer, por Dios, es lo único que deseo.
- Yo nunca te habría hecho algo como esto.
La risa de incredulidad de mi parte no se hace esperar.
El chico de quien estoy enamorada acaba de besar a mi némesis frente a los ojos de todos quiénes me importan y Daniel me sale con esto.
- ¿Estás hablando en serio? - Pregunto.
Dani se acerca, yo retrocedo un paso.
- Soy consciente de que no fui el mejor compañero, pero sabes que mis sentimientos son sinceros, Mía yo...
- ¡Maldita sea, Dani! ¡esto no tiene nada que ver con nosotros! - Grito. - ¡No pienso hablar de Álex contigo. A él lo quiero y tú no eres nada para mí!
Me giro, si no continúo con mi marcha ahora está conversación se convertirá en un asunto de nunca acabar.
- ¿Como puedes decir que lo quieres después de lo que te hizo? ¿por qué lo defiendes? - Pregunta. Escucho sus pisadas apresuradas tras de mi.
- Lamento no ser capaz de desechar mis sentimientos por alguien con la misma facilidad con que tú lo haces. - Espeto. - Y no estoy defendiéndolo.
- Pues a mi parecer, eso es exactamente lo que haces. ¿Es qué acaso no comprendes lo que te hizo? ¡te engañó, Mía! Besó a otra chica bajo tus narices y ni siquiera hizo un esfuerzo por aclarar las cosas. ¿o lo ves por aquí pidiendo tu perdón?
Trato de ignorar sus comentarios y mantengo mi vista al frente. Dani me sostiene por el brazo y obliga a mi cuerpo a girarse para encararlo.
- No creo que se sienta de la misma manera que tú te sientes por él.
- Llevabas toda la noche queriendo decir eso ¿verdad?
- Mía, no lo digo por decirlo...
- ¡Claro que si!, eso es lo que haces. ¡No eres más que una venenosa víbora!
- ¡ABRE LOS OJOS MÍA! ¡ÉL NO TE AMA! - Grita. - Y es obvio que tú si. Le gustas, de eso no hay duda pero hasta un invidente notaría que uno de los dos siente más que el otro.
Sorprendida, me trago mi siguiente comentario y examino su rostro. Puedo leer en su mirada que él coincide conmigo en que soy patética. Con mi corazón hecho pedazos, le sonrió levemente y asiento. Me alejo de él cuando el llanto empieza a desbordarse igual que un río por las cuencas de mis ojos. Recorro la poca distancia que queda entre el jardín y la carretera, detengo al primer taxi que pasa por allí y le pido que me lleve de vuelta a casa.
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Guía práctica para enamorar a un YouTuber. (Alex Puértolas fanfic)
FanfictionEs imposible desear algo si ya se posee todo. El futuro de Amelia parece estar asegurado cuando la oportunidad de escribir para una importante revista de moda la lleva a mudarse a Madrid. La vida en un nuevo país es prometedora y el cielo es el limi...