Capítulo 1

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Despierto sintiendo la cara en llamas. Alguien ha corrido las cortinas y ahora el sol cae implacable sobre mi cara. Me llevo la mano derecha a los ojos tratando de proteger los restos de sueño que quedan en ellos. Me estiro en todo lo largo de mi cama y bostezo queriendo tragarme la habitación. Es el día, finalmente es el día.

Me libero de las pesadas cobijas y siento como una sonrisa empieza a formarse en mi cara. Felicidad así solo podría compararse con un cumpleaños, una navidad y un primer beso... todos sucediendo al mismo tiempo.

- ¡Mia! - Mi madre grita desde la cocina. - El boleto tiene fecha de vencimiento cariño, más vale que te levantes ya si quieres llegar a España mientras aún es verano.

Me pongo de pie de un salto y camino hacia el baño esquivando las maletas y las cajas. Madrid... suena como un poema cuando lo repites muchas veces. Tengo todo listo desde hace una semana y aún así siento que no estoy preparada. Me deshago de la enorme camiseta de los Dodgers que uso como pijama y entro en la ducha antes de decidir que soy muy cobarde para bañarme con agua helada cuando el alba ha despuntado hace apenas unas horas. Me meto en el jean ajustado, temblando de pies a cabeza y luego me pongo mi blusa blanca de la suerte. No es que crea en tal cosa ni nada pero el día que la estrené gané un CD de Muse. Mi amiga Claire dijo que se debía a la blusa y yo le seguí la corriente. Es mi "blusa blanca de la suerte" desde ese día. Pasaré mucho tiempo en el avión y no quiero estar incomoda todo el viaje así que usaré zapatillas. Agarro mis converse negras. Cuando estoy lista, bajo las escaleras; con una mochila en la espalda, mi maleta en brazos y un pequeño maletín sobre ella. Mi gato se sube al pasamanos y me observa.

- Debí haberte enseñado algunos trucos. - Le digo. - Si Pongo y Perdita pueden abrir puertas, tú podrías cargar maletas.

- No aprenderá en un solo día. - Mi madre se acerca a mi y toma las maletas que llevo en las manos. - Pensé que ya estabas lista. Tu despertador sonó hace tres horas.

- ¿Puse el despertador?

- Te dije que no bebieras anoche.

- No lo hice. Solo no recuerdo haberlo puesto.

- Siéntate, el desayuno está listo.

Me dejo caer en una de las sillas del comedor y una chica pálida de ojos oscuros me imita y se sienta frente a mi. Reflejada en las puertas del refrigerador parezco más joven de lo que soy. También me veo más asustada.

- No era necesario que te quedaras conmigo, ¿sabes? - Mi madre pone un plato de waffles con fresas y jarabe de chocolate frente a mi.

- Alguien debía ayudarte a empacar.

- Me estás consintiendo demasiado. - Sentencio con la boca llena.

- No es lo mismo que vivas a una hora de distancia a que te mudes a otro continente. - Sonríe, pero el entusiasmo no llega a sus ojos. Sé que está feliz por mi, pero tiene razón.

Me mudé de casa a los dieciocho y entre la universidad y el trabajo no me quedaba mucho tiempo para visitar a mis padres. Hace un año decidí aplicar para el programa de pasantías ofrecido por GlamGun -una prestigiosa revista de moda Española- y nadie se emocionó más que mi madre. Sería el suyo el primer nombre que pronunciaría en mi discurso de agradecimiento al ganar el Pulitzer. No puedo imaginar cuán difícil es para ella el dejar ir a su única hija.

- Te amo. - Le digo. Me abraza y el teléfono suena.

- Yo lo atenderé.

Termino mis waffles y corro a lavarme los dientes.

- El taxi estará aquí en diez minutos. - Mi mamá entra al baño y se para tras de mi. Yo lucho por hacer que mi lacio cabello se quede dentro de la cola de caballo que trato de hacer.

Guía práctica para enamorar a un YouTuber. (Alex Puértolas fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora