Noche de caza

6.

- Debiste ser más rápido, carajo - continuó diciendo Elisa, mientras Danny volvía a sujetar a Eva del brazo para conducirla hacia la entrada - No se ve nada bien, y Anahí comienza a sentirse preocupada.

- Tranquila. Ya llegamos, ¿no?

- ¿Seguro que es ella? No parece especial. Si esa idiota se ha equivocado...

- Corta el tono, Eli - replicó el hombre de repente, con un tono seco que hizo que Eva lo mirara sorprendida - No necesitaría recordarte por qué Tara está aquí, ¿no? Franz la aceptó. Eso debería ser suficiente para ti.

- Lo que no significa que su habilidad no me ataque los putos nervios, y lo sabes. Y no deberíamos estar hablando de estas cosas frente a una extraña, ¿no te parece?

- Touché.

- Perdón. – agregó Elisa en voz baja solo para él, y ya no dijo nada más mientras los tres entraban finalmente en la cabaña.

Su actitud, sin embargo, no pasó desapercibida para Eva. Todos estaban tensos y preocupados, y pensó que algo muy grave debía de haber ocurrido para que actuaran así. No creía que aquel fuera su comportamiento usual..., aunque bien cierto era que no los conocía. Aun así tenía la impresión de que estaban actuando como los animales que presienten la llegada de alguna tormenta o una amenaza de alguna clase. Algo que lo amenazaba todo quizás. Y eso la asustó más.

Habían dos personas más en la salita adjunta a la cocina: un hombre alto y moreno, de aspecto desafiante, recostado contra la repisa del hogar apagado y fumando un cigarrillo; y una muchacha de veinticuatro años, de cabello hasta los hombros y algo rellenita, observando el suelo con timidez..., hasta que oyó la voz de Danny.

- ¡Oh, hola! - dijo entonces, acercándose rápidamente hacia ellos y dándole a Eva un repentino abrazo - Mucho gusto. Puedes llamarme Tara. ¿Cómo estás?

Eva la contempló evidentemente desconcertada. ¿Que cómo estaba...? No podía estar preguntándole realmente aquello, ¿no era así? ¿Acaso no sabía la forma en que había sido conducida hacia allí...? ¿Y por qué estaba siendo tan amigable con ella?

Eva respiró hondo y se dispuso a responder, pero Elisa la interrumpió, cruzando junto a ellas y dirigiéndose hacia el otro hombre con tono enfadado:

- César, con un carajo. ¿Es en serio?

El cigarrillo fue arrojado al hogar, y el hombre soltó un resoplido como toda respuesta, pero Eva notó que no le importaba. César la observaba con desconfianza mientras sujetaba a Elisa del talle y Tara continuaba hablando.

- Estoy segura de que podrás ayudarlo. Me lo dijo el chico de ojos verdes.

Al sorprender la mirada de Eva en él, Danny decidió agregar:

- Tara a veces puede ver... a aquellos que se fueron antes. Uno de ellos le habló de ti.

- El chico de ojos verdes no es un fantasma - replicó la muchacha pacientemente - No sé lo que es, pero no está muerto. Solo está... perdido.

- A nadie le importa - declaró Elisa llevándose una mano a la frente. - De verdad, éste no es el momento de hablar de tus amiguitos, estén muertos o no. Si ésta mujer realmente puede hacer algo, que lo haga de una vez.

- Claro, perdón. - asintió Tara, antes de que Danny pudiera intervenir.

- ¿Anahí está con él? - preguntó el hombre entonces, dejando escapar un suspiro y guiando a Eva hacia la puerta cerrada de un dormitorio.

No fue necesario que Elisa respondiera, sin embargo, mientras ellos aguardaban a que les abrieran y Eva pronto comprendió por qué. Danny lo había mencionado antes, ¿no era así? Había alguien que no podía esperar mucho más. Eso era lo que el rubio le había dicho en la posada. Pero, ¿qué significaba eso exactamente? ¿Qué diablos era todo esto...? ¿Quiénes eran ellos? ¿Por qué la habían traído allí? ¿A quién debía ayudar y qué pasaría si no podía?

Para cuando la puerta finalmente fue abierta y una mujer joven y rubia vestida de enfermera se asomó, Eva notó las manchas de sangre en su vestimenta y palideció. Nadie dijo nada, sin embargo. La enfermera suspiró haciéndose a un lado y Danny la hizo entrar en la habitación antes de seguirla.