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Anahí ubicó la silla junto a la cama y sostuvo en una mano una pequeña aguja mientras se fijaba en su reloj de muñeca.

- Okay. Puedes empezar a contar en cuanto cierre los ojos - le indicó Eva - El tiempo será diferente para mí.

- ¿Qué puedes hacer exactamente?

- Primero crearé un sueño en donde ambos estemos cómodos. Tengo que hacerlo reaccionar, ¿no? Para que él mismo pueda sanarse.

- Sí.

- Necesito hacerle comprender lo que está sucediendo entonces. - Eva titubeó antes de agregar - Son como una familia, ¿verdad?

- Somos una familia - asintió Anahí y contempló el rostro pálido de Franz por un momento. - Él es como un hermano para mí. Ha estado allí para cada uno de nosotros, siempre. Gracias por ayudarlo, Eva.

Prácticamente había sido secuestrada por ellos, pero allí estaba Eva, aceptando su agradecimiento a medida que se acostaba junto al hombre y tomaba su mano. Compadeciéndose de ellos. ¿Cómo era posible? Tenía que salir de allí, no profundizar algún tipo de síndrome de Estocolmo.

Pero la mano que sostenía se sentía tan fría, y la respiración junto a ella era tan débil, y el sentimiento de camaradería, de lealtad, que la rodeaba era tan fuerte, que la muchacha aspiró hondo y cerró los ojos, dejándose llevar.

Y susurrando en su mente:

"Franz... Franz... ¿Puedes oírme?"

***

Se encontró en el bosque y creyó que sería más fácil porque era un ambiente familiar. Estuvo caminando por un tiempo que le pareció eterno, esquivando matorrales y evitando imaginarse pesadillas detrás de los rincones en sombras ante los que cruzaba, pero la inquietud comenzó a ganar terreno en su corazón cuando se detuvo por un momento y atisbó el cielo.

La luna estaba llena. Sabía lo que eso podría significar y aun así se sorprendió cuando un lobo de pelaje oscuro apareció abruptamente desde unos arbustos y avanzó amenazante hacia ella. Oh, aquel no era para nada el atractivo hombre de cabellos negros inconsciente en una cama. ¿Cómo podía haberlo olvidado...?

Eva retrocedió unos pasos inconscientemente y el animal gruñó de nuevo, enseñado sus afilados dientes mientras avanzaba lentamente hacia ella.

- No, espera, espera.

¿Aquella voz temblorosa provenía de ella? Eva alzó las manos en gesto defensivo y volvió a retroceder, olvidando que demostrar miedo ante un animal de aquellos era una muy mala idea en una larga lista de malas ideas. ¿Pero qué otra cosa podía hacer? Tenía que salir de allí en seguida.

El lobo atacó. Y lo último que la muchacha vio antes de que el salto la sacara de allí, fue el reflejo de su rostro desconcertado en los ojos diferentes del animal. 

Noche de caza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora