11.

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"Olvídalo... Ven a mí".

Seguían en Colina del Ángel, porque pensó que sería el mejor sitio en donde podría lograr lo que pretendía. No tenía idea de que en realidad no era ella quien había elegido el lugar.

La Pizzería de Don Nino estaba bastante llena aquella noche, pero no le costó mucho trabajo divisar a Franz. El chico ya no escondía sus ojos. Algo parecía haberse roto en su interior, y nada importaba, mucho menos lo que la gente pudiera pensar de él.

Aspirando hondo, Eva echó a andar hacia la puerta y se vio interceptada por alguien nada más cruzar el umbral, quien la contempló de arriba abajo por unos instantes antes de hablar:

- Ah... Nueva, ¿eh?

- ¿No podrías haber sido más original? - respondió ella, reconociendo al adolescente del árbol.

- No necesito serlo cuando la cuestión es obvia. ¿Quieres tomar algo?

- No, gracias. Estoy ocupada.

- Sí, te ves ocupada - sonrió él - Soy David.

Pero ella se limitó a mirarlo con el ceño fruncido, antes de volver la vista hacia Franz.

- Ahora es el momento en que me dices tu nombre - añadió David.

- No tengo tiempo para esto.

- ¿A dónde vas?

Eva trató de esquivarlo, pero el joven volvió a interponerse en su camino, contemplándola con curiosidad. Con demasiada curiosidad para su propio bien, de hecho.

- ¿Estás buscando a alguien? - El chico le echó un vistazo al local antes de observarla de nuevo - ¿No te conozco de algún otro lado, cariño?

- Lo dudo - dijo ella, repentinamente inquieta.

- Juraría que te he visto en otra parte.

- Quizás en algún sueño. Disculpa, pero en verdad tengo que...

David se echó a reír y volvió a mirar a su alrededor por un instante. Eva temió por un momento que él fuera capaz de adivinar sus intenciones, pero cómo podría, ¿verdad? Es decir, no eran vampiros como para leer la mente de alguien o algo así. Lo cierto era que no sabía hasta dónde llegaban sus habilidades y de repente deseó no tener que averiguarlo. David había vuelto a encontrar sus ojos con la mirada y ya no sonreía.

- Te he visto antes, ¿no es cierto? ¿Quién eres, cariño?

- Solo estás confundido. Tengo una de esas caras familiares, nada más.

- Seguro esa es una excusa tan buena como cualquier otra. O eso crees.

El tono de su voz había cambiado drásticamente y Eva notó la mano que sujetaba su muñeca con fuerza mientras él volvía a hablar. Su aliento acarició su oído mientras David se inclinaba junto a ella para susurrarle:

- ¿Quién carajos eres?

Eva lo miró asustada y trató de soltarse y retroceder sin responder, a pesar de que sabía que no lo lograría. Por fortuna para ella, sin embargo, Anahí había cumplido su parte y pronto la trajo de regreso a la cabaña obligándola a despertar. 

Noche de caza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora