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Había aceptado. Por todos los Cielos, había aceptado, aunque apenas si sabía muy bien por qué. Bueno, la amenaza implícita en las palabras de Danny había sido un poderoso incentivo, pero aun así.

- ¿A dónde vamos? - inquirió Eva, mientras él ponía el coche en marcha.

Pronto se dio cuenta de que la estaba guiando hacia una de las salidas del pueblo, concretamente a la que era abrazada por un espeso bosquecito por el noreste, lo que la hizo sentir peor. De hecho, la hizo sentirse como una completa idiota.

- Danny.

- Espera.

- ¿Por qué? ¿Por qué tengo que esperar? ¿Crees que es normal tu comportamiento? Quiero saber a dónde me estás llevando, maldito psicópata.

Danny observó el cielo por unos segundos sin mostrarse ofendido, y luego volvió a fijar sus ojos en la carretera, lo que volvió a llamar la atención de la muchacha. ¿Por qué hacía aquello...? ¿Qué estaba mirando exactamente?

Al cabo de un momento, el auto fue enfilado por una senda semi oculta entre los árboles y se detuvo tras un largo tramo, con el hombre apagando el motor y guardándose las llaves en un bolsillo.

- Tenemos que caminar a partir de aquí - dijo entonces, abriendo la puerta - Vamos.

Eva titubeó mientras se apeaba, pero pensó que si le seguía la corriente, quizás tuviera una oportunidad de escapar más adelante.

- ¿Ahora es un buen momento? - preguntó a medida que se maldecía interiormente por estar manchando de barro su calzado - ¿Danny...?

- No sé tu nombre - murmuró él. - Solo sabía cómo eras, pero no tu nombre.

- Es... Eva - suspiró ella - De verdad, Danny, por favor, tienes que empezar a decirme algunas cosas.

- "Una mujer nueva quien dice ser quien no es..." - recitó el hombre en cambio, mirándola de soslayo - Es así como Tara te describió. ¿Ha acertado...?

Eva lo observó por un instante y se sonrojó ligeramente, por lo que volvió a desviar la vista sin responder.

- "La sentirás nueva." - continuó Danny - "Ella es".

- Sí, sí, creo que a estas alturas, todo el pueblo sabe que soy nueva. ¿Por qué me trajiste aquí?

- Un amigo me dijo una vez que habían ciertas personas especiales en el mundo. Que se mantienen ocultas o lo que pueden hacer, porque si alguien supiera de ellas, no dudarían en utilizarlas para su propio beneficio. Y algunas cosas deberían siempre permanecer ocultas. Creo que me entiendes perfectamente, ¿no es cierto, Eva?

- La verdad, no entiendo de qué demonios me estás hablando... Pero supongo que está bien, porque no he entendido nada de todo lo que me has dicho desde que te encontré en la posada.

- Esas personas son realmente únicas aunque no se note a simple vista. Quizás si uno las conoce bien, dejarán que veas su secreto pero no siempre es así. Hay cosas que están mejor en la oscuridad. ¿Sabes lo que es un dreamer, Eva?

- ¿Un soñador...? - repitió Eva, mirando hacia los árboles.

- Seguro conoces los términos. Telepatía, telequinesia... Hay muchas formas, muchas maneras, pero esto es diferente. Un dreamer puede meterse en los sueños de las personas, y manipularlos.

- ¿Ah, sí...? Imagino que no te estás oyendo a ti mismo.

- Tara es especial. Puede ver cosas que otros no. Ni siquiera creo que lo suyo tenga denominación. Elisa se burla de ella a veces, pero hasta Eli tiene que admitir que nos ha ayudado mucho.

- ¿Ese es su nombre o su apodo?

- Tara piensa que tú eres una dreamer - añadió Danny, observándola a los ojos esta vez, pero Eva desvió la vista al instante, enfocándose empecinadamente en los árboles, en cualquier cosa menos en él - Es por eso que te busqué. Por cierto que, habiéndote sentido una vez, no resultaría difícil seguir tu rastro ahora. Créeme: podría seguir tu rastro hasta donde fuese, ahora.

- ¿Es esa otra de tus amenazas?

- No, no lo digo de esa manera.

- Pues, no se nota. Lo preguntaré otra vez. ¿Qué estoy haciendo aquí, Danny?

- Lo verás por ti misma.

El último trayecto a pie lo hicieron en silencio, y Eva lo agradeció, pues intentaba maquinar una manera de escapar de allí antes de que se convirtiera en la próxima noticia de las once.

Unos minutos después llegaron finalmente a la cabaña y la muchacha alcanzó a distinguir las manchas parduscas en el suelo, junto a la puerta principal (y a preocuparse por ellas), antes de que ésta se abriera bruscamente y una mujer de oscuro cabello corto se asomara desde allí, exclamando:

- ¡Danny! ¿Me quieres decir por qué demonios tardaron tanto?

Noche de caza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora