Nueva York, el hogar de toda clase de personas, pobres y ricos, extranjeros y americanos, la encarnación de la diversidad en forma de la mejor ciudad del mundo. Este magnífico sitio no le hacía asco a ningún habitante.
La gente dice que una imagen vale más de mil palabras pero no sientes ni la fascinación ni la belleza de este paraíso hasta que andas por sus calles o tocas sus rascacielos. Todo lo que hay en esta ciudad quiere llegar al cielo, tocarlo, saborearlo, esa sensación que yo conocía tan bien. Por eso yo encajaba aquí como un guante, Nueva York me reflejaba como un espejo.
Las calles no estaban tan repletas como hacía un par de horas, que era cuando yo me había marchado del apartamento en Park Avenue de Damon. Ahora me encontraba frente a una pequeña y adorable cafetería en la esquina de la misma calle que el hospital, Bellevue Hospital Center. No quiero perder tiempo, ni perderme la cara de Christine cuando volviese de esa larga noche. A diferencia de Damon y yo que lo celebramos por todo lo alto y hoy estoy deseando verle.
Nos hemos prometido no tener sexo esta noche, esta mañana se lo he dicho, no podemos seguir basando nuestra relación en acostarnos. Hoy vamos a pasar el día como una pareja aburrida y normal. Estoy revisando mis mensajes en el móvil, tenía varios suyos, todos diciéndome lo que me quería y lo deseoso que estaba de verme.
Entre la poca gente que quedaba en la en la calle resaltaba mi tía, una mujer bajita, regordeta, trajeada y con una enorme sonrisa digna un ganador de la lotería, esa sonrisa que le gustaba mostrar tanto era lo que la diferenciaba. Los demás parecíamos muertos en vida, esclavos del aburrimiento y cansancio, su vitalidad era como un animal en peligro de extinción. Llega con los brazos abiertos y me estrecha en un fuerte abrazo que es imposible de romper, así que sin más remedio me dejo hacer. Miro la cafetería o según pone en el rótulo, Scotty's café. Parece familiar y tranquilo lo que necesito para superar esta dura prueba.
- Encantada de verte, tía. - digo separándome de este abrazo, creo que deje claro que nada de muestras de afecto.
- No más que yo cariño.- me responde poniéndose las manos en la cara sorprendida como si intentase creer que estoy aquí.- Parece una cafetería agradable.- dice rompiendo el cargante silencio que se había creado en un momento.
- Si, la he elegido porque está cerca del trabajo.- digo empujando la puerta para terminar con esto cuanto antes.
La cafetería está totalmente vacía, a excepción de dos personas en la barra y varias repartidas por las diferentes mesas del local. Este está decorado de forma muy básica, las paredes blancas, cuadros colgados y sillones de piel sintética marrón clarito. La típica campanilla suena cuando pasamos llamando la atención de las personas y de la camarera que estaba aburrida con el codo en la barra y la mano en la cara haciendo un crucigrama. Tenía que haberme esforzado más.
- Es el Bellevue, ¿ verdad?.- yo asiento sentándose en la segunda mesa, ella toma asiento en frente.- Exactamente, ¿ que haces?.- pregunta con una sonrisa curiosa, tengo que morderme el carrillo para no reírme en su cara y largarme de esta cafetería. Fuerzo una sonrisa.
- Dirijo el servicio de diagnóstico.- digo simplemente pero ella sigue con esa misma sonrisa así que alargo mi explicación. - Tengo un equipo, la gente me trae casos que no se han podido resolver, yo los escojo y en otros casos mi jefe me los da.- ella me mira asintiendo con la cabeza, no es tan complicado.
- Me alegro de que hayas tomado un camino y que te haya salido bien después de dejar la empresa y la familia, cariño.- me tenso, ella se pone una mano sobre la boca, sabía que no podíamos tener un almuerzo sin sacar ese tema.- Kathleen...- suerte que la camarera se acerca e interrumpe su disculpa, me llama la atención la forma tan exagerada de mascar su chicle azul.
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Love is power.
Romance《 Descender al infierno es fácil, tesoro, tocar el cielo es malditamente imposible sin ti.》Damon Moore. El amor da poder, porque querer es poder.