Love is power.

X. We can't lose you.

Mi mente iba a mil por hora, no me lo podía creer había sido traicionada por una persona de mi total confianza, poca gente gozaba de ese derecho y sabía como aprovecharse.

Corro por los pasillos con rapidez y emoción, felicidad máxima y poder, eso es lo que sentía en estos momentos. Había bajado a la planta de cirugía, donde estaban los quirófanos, ya que mi mejor amiga se encontraba en uno de los mejores momentos de su semana, una operación.

Desde que se convirtió en jefa y la trasladaron a la misma planta que a mi, está enterrada ente contratos, altas, entrevistas, presupuestos, al igual que yo, aunque lo más bonito de ser como yo es saber obligar a la gente. El caso es que solo disfruta de tres operaciones por semana y en estos momentos está por aquí en alguno de estas salas a esperas de ser humillada por mí.

Paso a la primera sala de observación, esas salas están situadas encima del quirófano para que los residentes o médicos invitados puedan ver la operación, comentar por el interfono o corregir al cirujano, mi actividad favorita.

Un anciano con la rótula al descubierto a punto de ponerle una prótesis de titanio.

Resoplo, Christine no está aquí. Abro la segunda puerta y sonrío. Allí con el uniforme azul y bisturí en mano estaba ella, con el pelo recogido en un moño y cubierto por un gorrito a juego, no se podía ver con la mascarilla pero me jugaría la vida a que en estos momentos está sonriendo.

Bueno pues eso se acabó, toco el interfono y carraspeo. Todo el equipo se gira a mirar a la sala excepto ella, zorra frustrante. Vuelvo a hacerlo.

- Espero que sea rápido Kathleen, está chica se parará en un minuto si presiono la arteria equivocada.- dice sin quitar la mirada del paciente.- Entrando en arteria pulmonar.- dice a su equipo, yo ruedo los ojos y espero a que el bisturí haya entrado sin peligro.

- Christine Zheng, no hagas como si no supieses porque he venido.- digo dramáticamente, sigue sin prestarme atención.- 31 de diciembre de 2016.- el pulsómetro hace un latido irregular y sé que se ha puesto nerviosa, que ha cometido un error.- Vamos a contarles a tus empleados con quien trabajan.- sonrío cuando me mira por el rabillo del ojo.

- ¿ Tenemos que hablar de esto mientras hago una operación a corazón abierto?.- pregunta, todos los de la sala se giran para mirarme, esperan mi contestación.

- Por supuesto, no le veo el problema.- respondo como si nada, sé perfectamente que Christine es capaz de soportarme y dirigir una operación, ya lo ha hecho otras veces.- Era una mañana preciosa.- empiezo mi historia.- Una joven prodigio y su estúpida amiga iban a pasar consulta, algo que la joven aborrecía.- oigo como Chris resopla, lo que me incita a contar la historia.

- Entrando a la aurícula derecha por la vena cava.- dice interrumpiéndome el médico al lado de Christine, ella le mira.

- ¿ Crees que no lo sé?.- espeta, el médico levanta las manos en forma de rendición.

- Oye, estoy contando mi historia.- mendigo un poco de atención. Hay una enfermera que parece no hacer nada y yo me aprovecho de ello.- ¿ Quien quiere oír el lado oscuro de la doctora Zheng?.- pregunto, como me esperaba esa mujer y varios más de la sala levantan la mano como idiotas.

- Nadie va a escuchar nada porque la doctora Bennett se va a ir.- replica ella, suelto una carcajada, yo no me muevo de aquí ni loca.

- Creo que la doctora no se va a ninguna parte.- digo yo, ella abre más los fórceps para ver mejor.- Continuo. Para hacerlo más interesante la guapa doctora se invento una apuesta.- cuento, Chris suelta una ganzúa y se seca el sudor de la frente con la manga.- Si un número determinado de pacientes tenía catarro ella ganaba sino ganaba la idiota de su amiga, los pacientes con dolor de cabeza o molestias en la garganta tenía que irse con la otra doctora y los que no con la prodigio. ¿ Adivinad quien ganó?.- varios estuvieron apunto de decir algo pero yo les interrumpe. - No fue la guapa, fue la idiota.- me hago la sorprendida.