ll. LA GUERRA OSCURA.

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El brillo de unos ojos marrón se había grabado en su memoria.

Agonías, suplicas, deseos de vivir. Zayn realmente no sabía distinguir todo lo que ese par de fanales le revelaba. Sólo estaba seguro de algo, su corazón no paraba de retumbar de forma irregular contra su pecho desde que salió de la sala, rumbo a su habitación. Claramente, dejó órdenes estrictas de que nadie lo molestara.

Dos de sus empleados se encontraban en la puerta que daba a su dormitorio, a los costados de la misma. Resguardaban la seguridad de su intimidad, con indicaciones específicas de qué personas podían pasar y cuándo. No hacían preguntas, no estaban ahí para realizarlas.

Rey Malik — habló uno, pero ambos inclinaron la cabeza en señal de respeto. — El príncipe Tomlinson está dentro.

— Muchas gracias — las puertas se abrieron, permitiendo que el moreno entrara. — No dejen que absolutamente nadie me moleste.

Recibió una respuesta afirmativa por parte de sus sirvientes y la entrada quedó sellada nuevamente.

La habitación del rey era la más grande de todas en el palacio. De colores rojos y dorados, muebles costosos y telas finas. Poseía dos grandes ventanales, cubiertos en ese momento por cortinas corridas, impidiendo el paso de sol hacia el interior; únicamente iluminado por el candelabro de seis patas y diamantes incrustados.

Su cama se encontraba al centro de todo, de forma circular y cubierta por un dosel que estremecía al tacto por la suavidad de éste. Sin embargo, en ese momento se encontraba ocupada por un grupo total de tres chicas, con un castaño juguetón en medio de ellas.

Zayn rodó los ojos, acostumbrado a las actitudes de su mejor amigo.

Louis era un príncipe del reino continuo, el segundo en la lista de los cuatro más importantes (por supuesto, El Reino tomaba la primera posición). Era el siguiente en la línea para tomar la corona, pero su padre, a pesar de la edad, continuaba con la fuerza y el carácter necesario para gobernar su pueblo con puño de hierro. Además, su joven muchacho nunca podía tomarse nada en serio; mucho menos una responsabilidad como aquella.

Los ojos zafiro del mayor viajaron hasta Zayn, quien lo miraba entretenido con una ceja alzada. Louis ni se molestó en correr a las chicas que parecían muy ocupadas en deshacerse de su camisa, tanto así, que ni siquiera notaron la presencia de su joven rey.

— Príncipe Tomlinson.

Hasta ese momento.

— Rey Malik.

Las tres muchachas abandonaron la cama, acomodaron sus ropajes e inclinaron sus cuerpos en una reverencia respetuosa hacia su rey. Zayn casi quiso gritarles que el respeto no cabía en ellas si estaban revolcándose con Louis en su propia cama. Simples zorras, pensó con amargura.

— Retírense — ordenó acompañado de un movimiento fugaz de mano.

El moreno alcanzó a percibir cómo las chicas miraban a Louis en busca de algún apoyo, pero éste ya se encontraba revisando su comunicador como para hacerles caso. Nuevamente, quería reírse en sus caras cuando abandonaron la habitación con aires de dignidad que no poseían.

Eran todas iguales. Creían que podían capturar al príncipe Tomlinson, pero él sólo deseaba satisfacer sus deseos carnales. Jamás caería en una relación estable, y menos por simples rameras.

— De verdad, Louis, ¿no puedes tener aventuras en tu palacio? — Se quejó Zayn, dejando por completo la postura de rey despiadado. En la compañía de su mejor amigo, cambiaba su papel a simple chico que necesitaba diversión.

Se deshizo de aquella capa que comenzaba a estrangularlo, colocándola con cuidado en una de sus sillas. La corona cayó en la mesa, y él ni siquiera se molestó en preocuparse por ella; después de todo, jamás usaba la real para ocasiones así. Desabrochó cada botón de su camisa hasta que pudo quitarla, arrogándola al suelo. Únicamente quedó en pantalones, agradeciendo por fin la libertad de su cuerpo.

— Sabes cómo es mi padre, Zeta, no puedo divertirme en su presencia — en otras circunstancias, el moreno hubiese reído. Pero por alguna razón, una dulce expresión apareció en su cabeza haciéndolo gruñir. — Hey, tigre, ¿qué te sucede?

Caminó hasta una de las esquinas en su habitación donde cientos de almohadas se acomodaban, listas para recibir a su rey quien se tiró en ellas para hundir sus problemas. Era algo natural en Zayn, buscar refugio en la suavidad de sus pertenencias.

— ¿Sucedió algo con los criminales?

— No algo, alguien — dio vuelta, quedando boca-arriba y con las manos descansando en su estómago. Sus ojos bailaban en el techo del dormitorio, sopesando mentalmente las posibilidades de que Louis comprendiera la conexión que tuvo con aquel maldito. — Su nombre era Liam.

— Vaya, tú nunca preguntas el nombre de tus víctimas, ¿por qué esta vez sí?

Louis lo conocía demasiado bien para su propia estabilidad.

— No lo sé — una respuesta sincera. Zayn no gozaba de mayores explicaciones. Él simplemente lo había hecho, actuado por instinto; atraído por esa curiosidad que lo caracterizaba para saber quién era el desobediente muchacho que no lo veía a los ojos.

— ¿Qué delito cometió? — La voz se atoró en la garganta del rey, sin querer pronunciarlo en voz alta.

La homosexualidad había sido prohibida gracias a los cuatro gobernantes desde que su abuelo estaba en el poder, convenciendo a sus aliados de erradicar aquello que causaba un descenso en la población. Sin habitantes, ellos serían simples mundanos con coronas en las cabezas. Los cuatro poderosos aceptaron proclamar la ley homofóbica, en donde cada ciudadano sería condenado a muerte si desobedecía a sus líderes.

Como era de esperarse, la guerra se desató. Fueron siete largos y oscuros años para los cuatro grandes. Cada nación asesinó violentamente a los individuos desafiantes, exterminando por completo a la comunidad gay. O eso pensaron ellos, pero cada año desde que la Guerra Oscura acabó, una gran cantidad de individuos salían a las calles exigiendo sus derechos. Muchos de ellos morían, pero, de cualquier manera, el número no disminuía para la siguiente protesta.

Durante mucho tiempo Zayn quiso preguntarle a su padre por qué no se deshacían de la ley. Según sabía, la población ya estaba nuevamente nivelada. Existía gente joven, fuerte y capaz de trabajar las tierras. Ancianos llenos de sabiduría que mantenían cierto control en sus aldeas. Y, sobre todo, los bebés seguían naciendo; al menos treinta por día en El reino.

Sin embargo, nunca lo hizo por miedo a ser considerando del "otro lado". ¿Quién aceptaría a su rey homosexual? Absolutamente nadie. No podía siquiera darse el privilegio de que los rumores comenzaran, jamás. Su familia implementó aquella norma, y él mismo cortaría su cabeza de atreverse a fallar.

— Es homosexual.

Ambos muchachos guardaron silencio, compartiendo un mismo pensamiento. Las leyes debían cambiar, lo sabían; pero eran demasiado cobardes como para enfrentarse a sus propios padres.

Ni siquiera Zayn, monarca supremo de los cuatro territorios, se atrevía a enfrentar la furia de su señor progenitor... Aunque tal vez, aquello estaba por cambiar.


THE KINGDOM ♛ Z. M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora