VII. LA ENFERMEDAD.

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Su instinto ni siquiera permitió que pensara lo que hacía, y se percató de que estaba corriendo como un loco maniático hacia los calabozos donde se hallaba Liam cuando ya era muy tarde para fingir que no le importaba en lo más mínimo. Después se encargaría de dar alguna excusa creíble.

En ese momento, las palabras del guardia repitiendo que el prisionero se moría eran reproducidas vez tras vez en su cabeza. Sólo estaría tranquilo hasta que sus propios ojos vieran lo que ocurría.

— ¡Abran! — Demandó el rey, obteniendo obediencia inmediata.

La celda quedó desprendida de su puerta, concediendo que Zayn entrará en aquel putrefacto lugar. ¿Le importó que su capa fuera arrastrada en el maloliente suelo? No, en lo más mínimo. Tampoco se preocupó por el estado que obtendría al estar en ese encerrado lugar.

Encontró a Liam tumbado de costado en el suelo, con la mirada perdida y los labios entreabiertos. Arrodillándose a su lado, colocó dos de sus dedos bajo la barbilla del prisionero, presionando lo suficiente para sentir su pulso.

— No te mueras, Liam... — Pronunció lo suficientemente bajo, no quería que nadie lo oyera.

Al comprobar que el chico seguía con vida, quiso exclamar un grito de victoria, pero lo contuvo. En cambio, se puso en pie, tirando de la capa hacia un lado para que no estorbara sus movimientos. Sus penetrantes ojos se clavaron en los guardias, intentando tomar el valor que necesitaba para dar la siguiente orden.

— Necesito que el médico de la corte lo examine inmediatamente.

— Pero, señor, ¿por qué no dejarlo morir? — Opinó uno de los presentes con voz aburrida, pero el fuego en la mirada de su rey casi provocó que se escondiera tras otros guardias.

— He dicho... ¡Llévenlo con el médico! — Ladró, moviéndose lejos de Liam para que los vigilantes cargarán al mismo. — Quien se atreva a cuestionar mis mandatos una vez más, será asesinado por desacato. ¿Entendieron?

Nadie intentó responder, pero las expresiones en sus rostros le decían a Zayn que comprendieron a la perfección lo que estaba diciendo. Si su padre estuviera ahí, seguramente lo golpearía por no deshacerse del preso y en cambio adquirir un estado de angustia ante su mala salud.

Pero el antiguo monarca no estaba presente, y la corona en la cabeza de Zayn le daba absoluto poder para hacer y deshacer a su antojo.

***

El médico de la corte vivía en las cámaras del palacio, en una de las torres más cercanas a las habitaciones reales por si alguna emergencia se presentaba. Era un viejo de aproximadamente setenta años, con pronunciadas arrugas y cabello canoso que representaba las experiencias vividas. Su conocimiento era amplio sobre cualquier campo, pero se especializaba en los métodos de curación.

Siempre fue bueno con Zayn.

A pesar de ser un hombre de avanzada edad, aquel que fue niño cuando la Guerra oscura se desató, tenía ideas muy diferentes a la mayoría de los ancianos. No juzgaba, Zayn lo sabía. Él decía que solamente el creador tenía el poder de enjuiciar a los seres humanos por sus acciones. Los que estaban en la tierra no contaban con más opciones que aceptar las diferencias, porque sólo así conseguirían prosperar como comunidad.

Zayn estaba de acuerdo con ello.

Cuando colocaron a Liam sobre la camilla que normalmente utilizaba para atender a sus pacientes, el viejo médico sólo le dirigió una mirada curiosa a su rey antes de hacer los procedimientos necesarios para dictaminar la enfermedad.

El moreno por su parte les gritó a sus guardias que abandonaran el lugar y volvieran a sus acostumbradas labores durante el día. En ese momento creyó que Louis lo acompañó desde el principio, pero no lo encontró por ninguna parte. Luego investigaría dónde se había metido con Harry.

— ¿No es quien estaba encerrado en el calabozo desde hace casi dos semanas, Zayn? — Inquirió el médico. Ni siquiera se molestó porque utilizara su nombre, estaba acostumbrado a ese tipo de tratos por parte del ajeno.

— Lo es, Morgan, lo es.

El moreno buscó con la mirada algún tipo de silla para tomarla y poder sentarse en ésta, cerca de Liam, pero dando el debido espacio al mayor.

No tardó mucho para que el pronóstico fuera expuesto, y aprovechó los minutos que pasaron en silencio para pensar acerca de aquella excusa que usaría como encubrimiento de su intranquilidad. ¿Por qué se permitió tal arrebato? Sólo pensaba en Liam. Últimamente siempre estaba pensando en Liam.

— De alguna manera fue herido en la pierna, una cortada poco profunda pero no atendida que llegó a infectarse — comenzó Morgan, y él tuvo que aferrarse a sus rodillas para no saltar fuera de la habitación y empezar a romper cabezas por el daño que Liam recibió. — Además, no sé qué les dan a los prisioneros, pero está claro que no es suficiente para que sobrevivan por mucho tiempo... El muchacho está deshidratado completamente y por la ropa deduzco que ha perdido algunos kilos en muy poco tiempo.

La culpa lo carcomió por dentro apenas el médico concluyó su hablar. Él mantuvo a Liam preso por puro capricho, sin asegurarse de que las condiciones fueran fiables para ello. Una vez más, probaba que la corona en su cabeza pesaba mucho y ni siquiera le ayudaba a tomar las decisiones correctas.

— Si no te molesta, mi señor, lo mantendré aquí el tiempo suficiente para poder rehabilitarlo. Después lo enviaré a prisión si así lo deseas — habló Morgan, colocándose frente a su rey con las manos en la espalda. Zayn asintió, un poco perdido en la expresión pacífica que ahora mantenía Liam; no se dio cuenta cuando el médico le suministró algún calmante. — De acuerdo, iré a recolectar lo necesario para su curación, en seguida regreso.

Sus ojos se desviaron por algunos segundos hacia la puerta de la vivienda, esperando que Morgan saliera para poder acercarse un poco más a Liam. Cuando lo hizo, no pudo resistir el encanto de acariciarle el cabello castaño, echándolo con ternura hacia atrás.

Liam se encontraba en un estado deplorable y todo por su culpa. Para comenzar, delgado era poco a comparación de su figura, aunque no llegaba a la condición de Harry. Sus labios, antes gruesos y rosados, adquirieron un tono grisáceo y partidos por las malas condiciones de frío. Bajo sus ojos se hallaban bolsas negras, y sus parpados estaban hinchados como si hubiera llorado durante mucho tiempo.

Era tan insensato. Pensando en Liam eternamente pero nunca atreviéndose a hacer algo para mejorar su condición, temeroso de que su padre lo descubriera y encontrara alguna manera de quitarle la corona que, por derecho, le pertenecía.

El cobarde más grande, la definición perfecta, pero ahí estaba, arriesgando todo lo que poseía para cuidar de una manera poco aceptable la vida del criminal Liam Payne.

— Lo lamento tanto, Liam... — Susurró, consciente de que el ajeno no lo escucharía. Sus dedos se deslizaron por la mejilla de éste y delinearon cada centímetro hasta volver a su cabello. — Voy a cuidarte, prometo que voy a cuidarte.

No estaba seguro de cómo cumpliría a su palabra, pero lo haría.

THE KINGDOM ♛ Z. M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora