XIX. EL PÁNICO.

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Había entrado en pánico.

A la mañana siguiente cuando despertó con el cuerpo de Liam enredado al suyo, lo primero que hizo fue prácticamente saltar fuera de la cama y hacer un desastre envuelto en las sábanas una vez cayó al piso de costado.

Por fortuna, el castaño no despertó, sino que más bien giró para ahora atrapar entre sus brazos una de las almohadas.

Zayn sólo intentó ponerse en pie, pero un fuerte dolor en su parte trasera lo hizo desplomarse nuevamente en el suelo mientras intentaba contener el alarido que amenazaba con escapar de su boca.

¿Tener sexo dolía tanto?

No, tener sexo con un hombre. Tener sexo con un hombre era horriblemente dañino y se consideraba pena de muerte, le recordó amargamente su cerebro.

Él había cometido un delito, el mismo rey de los cuatro grandes territorios infringió una de sus normas primordiales. ¡¿En qué estaba pensando cuando dejó que Liam lo penetrara?! Oh, cierto, ni siquiera lo hacía en ese momento.

Presa del miedo, juntó todo su valor para levantarse y empujar completamente lejos de su cabeza el daño que azotaba su marcada figura. En cambio, se colocó el bóxer que la noche anterior había quedado olvidado, y posteriormente atrapó el batín de seda que colgaba sobre su silla para cubrirse con éste y salir del dormitorio.

— Concéntrate, Zayn. Intenta respirar — se decía a sí mismo, a la vez que sus descuidados pasos los conducían por los pasillos del palacio hasta uno de los balcones principales, aquel que daba vista directa al patio central.

Una vez se sujetó del borde, trató de controlar todas aquellas emociones que lo atropellaban sin consideración. Un solo tropiezo, el descuido más grande de su vida, y todo estaba arruinado.

¿Qué pasaría si la gente lo descubría? ¿Si su padre se enterara? Sus manos se tensaron con mayor fuerza, tanto que sus nudillos se volvieron tan pálidos como las hojas viejas de papel. Obviamente lo condenarían a muerte sin misericordia, no importaba que la corona en ese momento descansaba cómodamente en su cabeza.

Su título, su poder, no significarían nada si alguien atrapaba sus pecados y los exponía al pueblo. Quedaría consumido en las cenizas de sus propios errores, aceptando las consecuencias de un fatídico final.

— Rey Malik — como si el destino lo odiara, aquella voz socarrona y engreída fue el cántico de su maravillosa mañana.

Lentamente se giró para hallar al desagradable príncipe Isaías Middleton, quien sonría como si fuera el mismísimo dueño del universo.

Zayn sólo quería romperle la cara de un puñetazo.

— Joven Middleton — no obstante, el protocolo de la realeza no lo permitía.

— ¿Qué hace despierto tan temprano? — Antes de responder, los ojos de Zayn dieron un rápido vistazo a la vestimenta del ajeno.

El heredero a la corona vestía con ropa de caza, pero sin la armadura encima. Incluso llevaba puestas las botas embarradas de lodo, como si hubiera estado explorando toda la madrugada hasta que se percató del amanecer.

Era extrañamente singular lo que sucedía.

Más que nada por la naturalidad con la que se comportaba, fingiendo que Zayn no lo estaba explorando con los ojos.

— Es un día bastante importante — respondió, regresando la mirada hacia Isaías. — Me temo que la emoción no me ha dejado dormir más.

— Espero que sea la emoción y no el miedo a la derrota— comentó burlón, pero detuvo sus excéntricas risas en un segundo, concentrando la atención en algo que Zayn no alcanzaba a descifrar del todo. — ¿Qué son esas marcas rojas que tiene en el cuello?

THE KINGDOM ♛ Z. M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora