THE KINGDOM ♛ Z. M.

XXIV. EL CASTIGO.

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***

Nuevamente encarcelado, ¿qué suerte tenía Liam para caer en las peores situaciones? Al menos ahí los calabozos parecían más higiénicos, o tal vez se debía a que los dueños de dichos territorios no conservaban prisioneros. Se les consideraba sádicos, prepotentes y crueles, consumidos por la sed de conquistar cada tierra que pisaban.

Todo era muy diferente en el cuarto reino, aunque Liam conocía poco las costumbres que ahí celebraban. Jamás se interesó por ello, o, de hecho, nunca le causó curiosidad aprender sobre las diversidades entre los territorios. Para él, cada monarca y sucesor eran exactamente iguales.

Mientras arrastraba los grilletes que sus tobillos poseían e intentaba soportar el peso de sus manos atadas, se dejó caer en un catre descuidado y maloliente que rechinó bajo su peso. Formó una mueca con los labios, pensando por un momento que se iría de culo al piso. Sin embargo, eso no pasó, permitiendo que respirara con normalidad una vez más.

Sus ojos vagaron por el suelo de la celda, sin encontrar deshechos humanos que le produjeran arcadas tal cual en El reino. En ese momento, no sabía qué rey era más despiadado, si aquel que asesinaba a sus oponentes de formas salvajes, o quien los torturaba encerrándolos por días hasta dar su veredicto de muerte. Porque algo era seguro, Zayn Malik jamás perdonaba un pecado.

Hasta que él llegó.

En ese momento que lo tuvo cautivo, las historias del monarca más inhumano no tuvieron sentido. Un animal con capa y corona, el mismísimo enviado del infierno. El creador de los pecados, el ser sin alma con corazón inexistente que jamás sería misericordioso ni con sus soberanos más leales. Un error, el más mínimo, y Zayn Malik exigía tu pago con sangre.

¿Quién demonios inventó tanta estupidez? Una carcajada hueca abandonó los labios de Liam, pensando en su pequeño rey acurrucado entre sus brazos la noche que enlazaron sus almas en una sola. Recordó cómo Zayn lloriqueaba mientras lo hacía suyo, y cómo su rostro se contrajo en tiernas muecas de placer justo antes de tocar el paraíso, con el nombre de Liam siendo su himno.

Trató de borrar rápidamente las imágenes que lentamente se colaban en su cabeza de dicha noche, por el bien de su persona. No deseaba tener una erección bajo las terribles circunstancias a las que se enfrentaba, sobre todo porque no estaba seguro de hasta qué punto los Middleton mantenían información sobre él.

Frustrado, quiso echarse hacia atrás en el catre, pero detuvo sus acciones en el último segundo cuando la iluminación se intensificó previo a que una figura escoltada por dos guardias detuviera el andar frente a las rejas, revelando su identidad una vez las luces bañaron su rostro.

Liam quiso rodar los ojos al encontrarse con Isaías Middleton, príncipe directo a la corona de las Tierras rojas. Lo observó de lejos en el palacio y conocía historias sobre él, tan arrogante como estúpido. A veces se cuestionaba si todos los gobernantes debían tener fallos en la cabeza para estar en el poder, seguramente sí.