XI. LA DISCUSIÓN.

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— ¿Estás bien?

— ¿Por qué no lo estaría?

Hace un par de horas que había amanecido en El reino, dejando huella de una noche tan perpleja para Zayn. Éste ni siquiera visitó sus aposentos en el transcurso del tiempo, aun cuando sabía que estar en sus ropas de dormir no era precisamente un vestuario digno del rey.

— Porque te ves... tétrico, mi señor.

El moreno rodó los ojos ante las palabras de su fiel caballero y mano derecha, Niall. Sabía perfectamente lo que su anatomía reflejaba: desdicha, como un trozo de tela gastado por el uso o un papel sumergido en agua hasta deshacerse.

No era su culpa, era de Liam por haberse colado a su habitación mientras dormía y no tener la suficiente capacidad como para volver por su cuenta hacia el lugar que le correspondía.

— No dormí bien.

Sujetando el mango de la espada con una habilidad que sólo se adquiría en el pasar de los años, la alineó correctamente a su visión, un procedimiento que repetía cada vez que utilizaba el armamento. Seguro de que estaba afilada, la movió en el aire trazando un corte certero y mortal; eso de haber existido algún oponente frente a sus ojos.

— ¿Seguro que no se debe al prisionero Liam?

A veces le molestaba lo insistente y molesto que llegaba a ser el rubio, como si las respuestas dadas nunca fueran suficientes para saciar esa terrible curiosidad que poseía desde infante.

Zayn lo conocía a la perfección. Después de todo, crecieron juntos. Por ello sabía que no había manera de escapar cuando un interrogatorio comenzaba, al menos que ignorase los cuestionamientos ajenos hasta que Niall sólo se cansara de no obtener respuesta alguna.

— Zayn — probó una vez más, acercándose lentamente a donde su rey se encontraba practicando con la espada. — No puedes huir de tus espejos, mi lord — tarareó, incluso parecía que se estaba divirtiendo con la vena punzante en la frente del moreno. — Tarde que temprano no vas a poder escapar de tus errores...

El supremo monarca rugió, literalmente. Algo parecido a un león enjaulado que disfrutaban de molestar. De hecho, Zayn se sentía así en ese momento, encarcelado, mientras todos a su alrededor lo miraban con ojos curiosos y sonrisas burlonas, esperando que el rey admitiera algo que destruiría su imperio.

Con el disgusto latiendo en cada fibra de su cuerpo lanzó el arma hacia el césped, notando cómo se incrustaba por la fuerza empleada. No le importó qué pasaría con ella, sus lacayos se encargarían de devolverla a su lugar.

Él, por su parte, le dirigió una mala mirada a Niall antes de abandonar el campo de entrenamiento a grandes zancadas, aplastando todo lo que alcanzaba con sus botas de cuero. Sólo podía imaginar que era la garganta del rubio lo que se deshacía bajo sus toques.

— Está que escupe fuego, mi señor rey.

— Ya está, me hartaste — Zayn empujó el cuerpo de Niall contra unos guardias, quienes parpadearon confundidos al recibir el cuerpo de un caballero. — Enciérrenlo en los calabozos hasta el anochecer, a ver si aprende a mantener la boca cerrada — los hombres, aunque aturdidos, sujetaron al rubio por los brazos y siguieron las órdenes de su rey.

— ¡No puedes escapar de lo que deseas! — Vociferó Niall, al parecer bastante feliz de ser encarcelado por el tono risueño que empleó.

Tal vez debería hablar con Morgan sobre el pobre estado del caballero, estaba comenzando a pensar que tanta insensatez en su persona era producto de un fallo irreparable en su cabeza. De lo contrario, sólo podía considerar a Niall estúpido.

THE KINGDOM ♛ Z. M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora