X. LA CONFUSIÓN.

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Cuando Zayn salió de la habitación lo primero que hizo fue buscar a los guardias que supuestamente velarían por su sueño. Los encontró cómodamente recargados en uno de los pasillos, acechando a las sirvientas que por esas horas abandonaban sus quehaceres.

El moreno rodó los ojos, ¿tan desesperados estaban por conseguir algo? No dijo nada al respecto, no era precisamente un asunto que le interesara al rey. Sin embargo, expresó su desacuerdo al poseer guardias tan incompetentes como para abandonar sus órdenes estrictas de protegerlo.

Una vez descargó toda la confusión que albergaba su cabeza en los pobres hombres, demandó entre gruñidos que despertaran a Harry y Morgan. Ambos eran las únicas personas en las que podía confiar Zayn, al menos para un asunto tan delicado.

— Tenemos que pedirles ayuda a los guardias — mencionó en ese momento el médico de la corte, después de una veloz inspección física al castaño aturdido.

— Ni loco — Zayn no necesitaba que criticaran más sus decisiones.

Desde que Liam había estado en enfermería absolutamente nadie más que los dos presentes se enteraron de su existencia y buena recuperación. No estaba preparado para dar explicación alguna. Ni mucho menos hablar acerca de por qué no asesinaría al criminal homosexual.

— Me temo que no hay otra alternativa, mi señor — expresó el mayor, soltando un suspiro cansado. De alguna manera, aquello estrujó su consciencia. El pobre hombre ya estaba demasiado grande como para ser despertado a tales horas de la madrugada. — Ninguno de nosotros tres puede con el cuerpo del joven Payne.

Los ojos de Zayn se desviaron a Harry, quien permanecía casi oculto en la penumbra. La repentina imagen del rizado acomodado estratégicamente entre dos muebles lo sacó del presente un momento, imaginando cuántas cosas tuvo que aprender el pobre chico para complacer a todos y continuar vivo.

Entendía cada vez más el deseo de Louis por cuidar y conservar la vida del menor.

— ¿Por qué no lo despertamos? Podríamos lanzar una cubeta de agua fría en su rostro — propuso el monarca, encogiendo sus hombros mientras su mirada regresaba al médico. Éste sólo pudo rodar los ojos, acción que divirtió al moreno más de lo esperado.

— Liam se encuentra en un estado de alucinaciones gracias a los medicamentos suministrados — su voz tan monótona le decía a Zayn que pronto se cansaría de escuchar las soluciones absurdas del rey. — No puedo entender ni siquiera cómo es que llegó desde la enfermería hasta aquí sin causar mayores daños.

— Entonces, ¿qué sugieres?

El ceño fruncido de Morgan le dijo que no le gustaría en lo absoluto lo que estaba por proponer.

— Sólo tienes dos opciones, mi lord. Pides ayuda a los vigilantes o Liam pasará toda la noche en tus aposentos, al menos hasta mañana que pueda caminar por sí solo.

Sopesó la idea por algunos minutos mientras caminaba alrededor de la cama, sus ojos color miel clavos en el cuerpo pacífico de Liam.

Únicamente pudo llegar a una conclusión de aceptar aquella alternativa: se volvería demente dando vueltas por la habitación intentando no caer seducido por la atracción de tocarlo. ¡Es que no debía hacerlo, joder!

— Harry — el nombrado se colocó a su costado en cuestión de segundos. — Escolta a Morgan hasta sus cámaras y regresa inmediatamente conmigo, pasarás la noche cuidando a Liam.

— Sí, señor.

El médico hizo una referencia cortés y abandonó el dormitorio, seguido de Harry que no parecía perturbado o molesto por las órdenes dadas, acostumbrado a no dormir el tiempo suficiente desde que era un niño.

En el momento que la estancia quedó vacía, Zayn cogió uno de los almohadones que su cama poseía para estrellarlo en su boca y ahogar los alaridos que profirió en ese momento, hasta que el aire en sus pulmones se extinguió por completo.

— Desgraciado, miserable y estúpido Liam Payne — prorrumpió contra el ajeno antes de tirar la almohada violentamente sobre su cabeza. El prisionero no movió ni un sólo dedo, apenas respiraba. — No me gusta en lo absoluto lo que me estás haciendo. ¿Sabes cuántos infiernos enfrentaré por tu culpa? ¡No lo imaginas! Y cuando fui a visitarte solamente repetías que era el peor rey de todos, ¡el peor! ¿Por qué piensas eso de mí?

Su pequeña escapada hacia los calabozos tres días después de dictaminar el destino de los otros reos casi provocó un desmesurado altercado con su padre, de no ser que al último segundo consiguió ocultarse entre las sombras de los guardias.

Nadie, a excepción de Niall, sabía que su supremo monarca, usufructuario de los cuatro grandes territorios y futuro heredero de las regiones sin exploración o reclamo, olvidó por un momento que la corona pesaba en su cabeza para bajar al averno y visitar la cárcel de las almas perdidas.

No sabía exactamente qué esperaba cuando lo hizo, pero en definitiva un Liam escupiendo escarnios sobre su nombre no era el primer escenario creado por su mente para tal confuso momento.

¿Tanto daño causó en el pobre muchacho?

Si de alguna manera se enterara que Zayn también era un prisionero, atado de manos y pies a los estatutos de su progenitor, tal vez no lo juzgaría tan cruelmente. Quizá todo su pueblo pensaría dos veces antes de criticarlo.

— Ni siquiera puedo odiarte después de todas las falacias que lanzaste en mi cara — sus energías repentinamente habían sido drenadas, estaba harto de luchar contra los demonios en su cabeza. Tomando asiento en la orilla de la cama, con su cuerpo ladeado en dirección a Liam, extendió una mano y acarició el cabello de éste con mucha lentitud.

Sólo unos minutos bastaron para que se percatara de lo que estaba haciendo, y él mismo sintió repugnancia hacia sus insensatos pensamientos. Apartándose de Liam como si el contacto quemara, giró sobre sus talones y trató de abandonar la habitación justo cuando Harry apareció.

— Quédate con él.

Fueron las únicas palabras que bramó antes de desaparecer.







Está muy feo y corto, perdón. 

Fue lo que salió.

THE KINGDOM ♛ Z. M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora