capítulo 1

322 27 5
                                    

Me levantó lentamente al escuchar el sonido del despertador; odiaba ese sonido,  me dirijo  al baño y lavo mi rostro. Tengo el cabello despeinado, era obvio acababa de levantarme.
Mi nombre es Ivonne, tengo 24 años, vivo sola y trabajó en una editorial desde ya 2 años.
Soy alguien poco sociable, aunque la verdad amo mi soledad. 
Me desvisto e ingreso a la ducha, me sobresalto al sentir el agua fría, pero me voy acostumbrando poco a poco, cierro mis ojos mientras siento mi cuerpo relajarse.

Termino de vestirme con una blusa blanca mangas corta y una falda azul marino, cojo mi cabello en un moño que dejaba gran cantidad de mi cabello suelto. Tomo una manzana y salgo rumbo al trabajo.

Traducir libros me fascina, así que no me quejo, pero odio tener que levantarme temprano. Mis padres viven en otra ciudad y mi única hermana ya tiene su familia, así que por ahora solo soy yo.

Llegó a mi pequeño auto, lo enciendo mientras muerdo la manzana que me servirá de desayuno. Normalmente me levantó mas temprano para cocinar un buen desayuno, ya que soy muy estricta en eso de alimentarme, sin embargo, hoy día tuve una extraña flojera. Enciendo la radió y colocó en una emisora de puro baladas, ya que este tipo de canciones son mis favoritos.

El día está soleado, así que me encanta, no quiero estar muriéndome de frío. Suelto un suspiro al ver el pequeño tráfico, no me gusta quedarme estancada.

Después de media hora logró llegar a mi trabajo, gracias a Dios no salí tarde sino  no hubiera llegado a la hora. Miro el gran edificio frente a mí y me dispongo a ingresar.
Llegó temprano, es algo característico en mí. Amo la puntualidad así que aprovecho cada oportunidad para demostrarlo.

Llego al tercer piso y salgo algo acalorada ya que el calor aquí dentro es mucho más fuerte. Veo algunos de mis compañeros que también son puntuales como yo; los saludo con una gran sonrisa y voy a sentarme en mi escritorio.

Mi día es rutinario ya que siempre tengo libros para traducir, aunque aveces ayudo a mi jefe, que a propósito es muy bueno, pero lo paso genial como lo dije antes; amo mi trabajo.

El día transcurrió tranquilamente, estuve traduciendo un libro muy   interesante se llama:"El mundo del ayer de hoy y del mañana" (nombre ficticio).
Era voluminoso y a simple vista complicado, pero admito que me gustan los retos.

-Hola Ivonne - una voz gruesa llega a mis oídos.

Me sobresalto al escuchar la voz de mi amigo Tomás, levanto la mirada lentamente para verlo de forma molesta. Él esta frente a mí de lo más tranquilo con una inmensa sonrisa en el rostro. No aguantó mas, me pongo de pie y corro abrazarlo.

- No es justo ¿dónde estabas? - lo había extrañado mucho y el muy fresco se le ocurre aparecer así como nada. Hace una semana que no sabia nada de él.

- Lo siento Ivonne, mi mamá estaba un poco mal, así que tuve que ausentarme y bueno perdón por no responder tus llamadas - dice  con un poco de tristeza. Y con todo la tranquilidad del mundo.
Aún no entiendo como sigue siendo mi amigo pero con todo y eso lo quiero.

-Te perdono solo por lo de tu mamá - digo haciendo pucheros.

El sonido de la puerta principal nos hace distraer de nuestra charla, me vuelvo de inmediato a ver quién es, me relajo al ver entrar mi jefe; es una persona de unos 60 años, un poco gordo y muy alegre, siempre estaba con una gran sonrisa en su rostro.

-Buenas tardes jefe - saludo al verlo pasar a mi lado.

-Buenas tardes señorita - dice con una amplia sonrisa.
Lo notaba más feliz de lo normal así que seguramente tenia una muy buena noticia.
Se paró en el centro llamando la atención de todos y por fin hablo:
-Les tengo una muy buena noticia, este año nos fue genial así que decidí....- aparenta misterio - "darles un mes de vacaciones"

Eso es genial, por fin vacaciones; me encanta mi trabajo pero necesitaba esto.

Sentí un fuerte apretón en mis manos.
-¡Tomás eso duele!  - exagere la muestra de dolor en mi rostro.

Él solo sonrió y me ignoro.
Tomás era mi mejor amigo, estudiamos Literatura en la universidad y ahora trabajábamos juntos, me encantaba pasar tiempo con él. Tomas era un chico alto, piel bronceado y unos hermosos ojos celestes, cabello rubio y un cuerpo muy bien trabajado, pero no era de mi gusto, había algo en él que no me convencía del todo. Ahora que lo volví a ver note que su cuerpo estaba mucho mas fuerte, era algo muy raro.

Los gritos de festejo de mis compañeros me hicieron volver a la realidad, estaban saltando como niños y haciendo un montón de planes.

- ¿Dónde iremos? - Pregunta Tomás acercándome con sus fuertes brazos  a su pecho.

-No lo sé, elige tú - me separo un poco. No me gustaba estar tan cerca de él, me sentía incómoda.

-Pero que sea un lugar totalmente natural, donde haya muchos arboles - una gran sonrisa se forma en mi rostro.

—Iremos a Loreto.— dice con un tono misterioso.

Había escuchado que en ese lugar había muchos mitos acerca de demonios y animales que se convierten en humanos, y eso le convierte en un lugar mucho mas atractivo, así que sería genial ya que amo los misterios.

Siempre  Fuiste Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora