Capítulo 15

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    Todo, en su apogeo, parecía ir bien en el mundo. Pero en el mío, rodeada de cuatro paredes de hormigón y un enorme ventanal, la ansiedad y la claustrofobia, eran los únicos síntomas que se anunciaban en mi hogar sin ser invitados.

    Había mirado las dos caras al asunto, tanto la buena como la mala.

    El problema es que en mi búsqueda había encontrado más de la mala que de la buena, y eso solo significaba que todo estaba en mi contra.

    Había pasado un día y una magnífica noche con X, me había sorprendido su carácter juguetón, su coquetería y lo mucho que me conocía físicamente, parecía leerme, estudiarme, valorarme y finalmente evaluarme con un resultado óptimo. En mi caso, yo también había aprendido de él y tomado notas de aquello seguro con lo que poder tocar su fibra más sensible, pero…

    El otro lado de la moneda eran esos irritables arrebatos de cambios de humor que le daban, incontrolables e indescifrables.

    Insufrible.

    Unido a que no podía dejar de pensar en él… Era horrible y difícil de explicar.

    Difícil que solo un hombre sin nombre me abordaba cada vez que cerraba los ojos con imágenes como si fueran fotogramas; de su cuerpo, de su rostro, de sus ojos, de sus labios, o esas manos grandes, duras y rasposas…

    Resoplé.
  
    Amapola tenía razón, X se me había metido muy a dentro y no me refería exactamente al sexo, cosa que no tenía queja, era una auténtica bomba de relojería en la cama, más bien, me refería a que se había metido debajo de mi piel sin una dosis controlada, sin nada que se le resistiera y sin medida exacta de una parada en seco.

    Y todo por culpa mía, yo le había permitido, sin darme cuenta esa entrada y ahora no había vuelta atrás, no había remedio.

    Genial. La había cagado.

  -Eres tonta Dana, muy tonta. –Me recriminé dándome un golpe contra la puerta.

    De pronto recordé a mi madre. Su mirada gris clavada en la mía, mirándome con reprimenda, diciéndome en silencio que tenía que ser más fuerte…

    ¿Y ella? ¿Por qué no lo fue cuando ese camicace se la llevó por delante? ¿Por qué no luchó por su vida un poco más?

    Cada día de mi vida la había recordado, pensaba en ella para que mi memoria no perdiera su imagen, su sonrisa. Mis recuerdos eran lo único que tenia de ella ya, y por muy raro que pareciera, en todos y en cada uno de ellos la veía junto a mi padre. Un amor incondicional que lo daba todo sin esperar nada a cambio.

    Siempre soñé con compartir un amor tan perfecto como el que ellos se procesaban, pero con el tiempo y con todos mis des amoríos, mi ilusión se iba rompiendo en añicos como un jarrón de cerámica.

    Y últimamente más.

    Ahora también comprendí el dolor que había sentido mi padre al perderla, fue el que peor lo pasó, el que más se encerró en su mundo y siguiente persona que pensábamos que podíamos perder. Pero, con ayuda consiguió salir de ese trance y seguir adelante, aunque jamás se ha vuelto a enamorar. Según él, nunca nadie llenaría el vacío que mi madre había dejado en su corazón.

    El amor, me era tan inusual como raro.

    Todavía recuerdo la respuesta que una madre le daba a su hija pequeña tras la inocente pregunta de la pequeña sobre castillos, princesas y unicornios.

  <<Cuando dejes de buscar lo encontraras, y él solo hará que todo tu mundo gire alrededor de él. Será tu amigo, tu amor, tu hermano y tu más añorado príncipe azul>>

Sabor a Coco (Colección Encadenados 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora