Cada pensamiento que acudía a mi cabeza era tan doloroso que la presión que ejercía mi pecho era ya insoportable. Las voces que tiempo atrás se habían hecho lejanas, ahora eran fragmentos de sonidos que no encajaban. Incapaz de escuchar nada que no mostrara el nombre que me interesaba me había sumido en la oscuridad de mantener mis ojos cerrados mientras apoyaba la cabeza en las piernas de mi amiga. Estaba despierta, pero decidí convertirme en una sombra, en un ser invisible y silencioso que se dejaba acunar por una mujer mientras esta, a su vez, me peinaba el cabello con los dedos.
Leon hablaba con un médico detrás de otro, y Andreas pedía una explicación de los hechos a Maddox. El increíble Maddox, quien había salido de la nada con un buen ejercito de hombres preparados en el ataque y la defensa. No había visto nada, pero Amapola sí, y ella me informó de cada detalle
Maddox, como yo imaginaba, no se había tomado la tarde libre. Me había seguido, observado y cuando las alarmas estallaron, él se puso en marcha. Su principal preocupación; YO. Una vez sus órdenes estuvieron cumplidas, fue a por el siguiente problema, Remyl, y se despachó con él a gusto, aunque, la persona que le dio muerte fue nada más y nada menos que Will. No obstante, y siendo una buena intención, mi rubito, había salido tan mal parado como el cerdo de Remyl.
Cinco horas se reducían a lo que llevábamos allí, cinco largas horas donde el aire que respirabas ni siquiera se podía decir que fuera oxigeno limpio, ya que los bufidos de preocupación eran la primera sintonía que marcaba cada persona y el aire al expirar era más lamentos que chocaban unos contra otros. Mi padre, Leon, Andreas, Amapola, Maddox, hasta el propio Dalif, a quien había llamado Maddox después de toda esa desastrosa noche, ocupaban las sillas y las paredes del pasillo donde esperábamos la santa aparición de un hombre con bata verde.
Will había sido intervenido de urgencia, una de las balas estaba alojada muy cerca de su pulmón derecho, y esa misma zorra, era la que le estaba quitando la vida, por suerte la rapidez de los cirujanos había sido imparable, ahora esperábamos noticias y yo solo rezaba por que fueran buenas.
-¿Dana?
Abrí los ojos y me di de lleno con la dulce mirada de Dalif, mi cuñado me dedicó una tierna y comprensiva sonrisa. Mis labios no mostraron nada, ni se movieron cuando solté la respiración.
-Vámonos a casa. Deberías descansar.
Me incorporé sentada y con manos pesadas eché mi cabello hacia atrás.
-Estoy bien. –Mentí, mi voz reflejaba el agotamiento y para Dalif no pasó desapercibida.
-Estas que te caes. –Insistió.
-¿Y Dante? –La pregunta cortó la queja de mi cuñado, pero lo más caótico de todo es que yo no la formulé, fue Ama quien preguntó por mi marido. Dalif miró a mi amiga y tras un suspiró se sentó a su lado.
-No coge el teléfono, Maddox lo llamó antes que a mí y tampoco le respondió.
Mi intención principal había sido llamarlo, pero mi móvil se quedó fuera de juego antes de que pudiera marcar una tecla. Con lo cual, desde mi conversación con él, no tenía nuevas noticias y con las que me quedaba, no es que fueran muy buenas.
-Por casa tampoco se le ha visto el pelo. –Continuó Dalif manteniendo una conversación con mi amiga en un pleno susurro lleno de comas y paréntesis que se marcaban con gestos que ni siquiera me preocupé en observar.
-¿Dónde crees que estará? –Pregunto Ama alejándose de mí.
Estoy a vuestro lado… ¿Es que no me veis?
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Sabor a Coco (Colección Encadenados 1)
FanficLa vida es así. Dana jugó con el fuego demasiado tiempo, ahora su padre, tras un ultimátum, la obliga a casarse con un hombre que no conoce durante dos años. Ella cree que será algo fácil, ya que él parece tan poco interesado en ella como ella en él...