Capítulo 6

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   Catorce noches eternas y quince días exageradamente largos.

Ocupaba mi mente íntegramente en el trabajo, enmascaraba cualquier síntoma de debilidad delante de mi familia, pero, aun habiendo pasado tanto tiempo fuera de casa, ellos parecían conocerme más de lo que creía y las preguntas eran inevitables, exceptuando mi padre, que aunque no se había preocupado por mí durante ese tiempo, ahora su temperamento hacia mí y su forma de tratarme durante la última semana, destacaba de lo raramente diferente.

No es que fuera blando. Él era el jefe y su superior estado estaba por encima de todo, el trato que recibía de parte de él era condescendiente dentro de lo autoritario y...

Mierda, eso me jodía.

Sin embargo, mis hermanos me producían migraña, sobre todo Leon. Una y otra vez insistía en que me sucedía algo, que estaba muy callada y que no me quejaba de nada, que la plantilla se había dado cuenta de mi estado y estaban todos muy preocupados.

Hasta ahí podía llegar.

Cotillas de mierda. Que mierda les importaba mi vida.

Solo había una persona que me caía bien y ella, mi única buena compañera Enma, era la única que se había atrevido a preguntarme a mí directamente. No le había contado mi vida, por supuesto, pero el gesto se lo agradecí. Al resto podían darle bastante por el culo, eran como garrapatas, se alimentaban de las desgracias de los demás.

Y yo en ese momento, para sus ojos era la niña recién casada y enamorada que sufría el abandono de su amado. Y lo gracioso de todo es que se confundían de hermano, a Dante todavía no le había dado tiempo a abandonarme porque ni siquiera se había acercado a un metro de mí, el que me había abandonado como una colilla de cigarro había sido el hermano, el sonriente Dalif.

No estaba tan mal, sí, me dolía, el rechazo de Dalif, en su punto medio me había afectado, pero por lo visto era más fuerte de lo que me imaginaba. Hasta que recibí el único y último mensaje de parte de él. Entonces, sí que me hundí en la miseria.

–Creo que será mejor no vernos durante un tiempo. –Amapola leía en voz alta el mensaje que Dalif me había enviado dos días después de dejarme sola en el portal, dos días donde lo había avasallado a llamadas, llamadas no contestadas, hasta llegué a encontrarme en la siguiente llamada con el contestador. Lo había apagado y ya mis intentos se habían terminado–. Llamaré a tus hermanos para que ellos se encarguen de los próximos acontecimientos. Es mejor así Danatella, creo que te he confundido... Necesito que lo comprendas. No me llames más. Adiós.

Ama me miró y me pasó el móvil.

–Que ilu –murmuré.

– ¿Y tú qué hiciste?

Tras ese frio y doloroso mensaje había intentado ponerme en contacto con él volviendo a llamar, pero nada, así que, opté por enviarle un mensaje diciéndole que quería hablar con él, que lo sentía, que por favor me diera una oportunidad. Todos mis intentos habían resultado ser en vano. Dalif había desaparecido completamente.

–Perder el tiempo tratando de hablar con un aparato –contesté con la voz apagada.

–Eso es un problema, no te ha dado ni una maldita tregua y con la que se te avecina. –Cerró los ojos y movió la cabeza en negatividad, luego abrió los ojos y me dedicó una mirada condescendiente–. ¿Cómo lo tienes pensado hacer? Es decir–, hizo, con un movimiento de mano un circulo, un gesto nervioso–, ¿quién te acompañará mañana a la fiesta?

Me encogí de hombros, tratando de quitar importancia al asunto, pero solo se trataba de una fachada ya que mi voz continuaba en su línea, apagada y casi susurrada.

Sabor a Coco (Colección Encadenados 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora