Viernes noche...
POR FIN.
Había sido una semana dura, muy dura. A parte del miércoles, que se había acontecido con unas doce horas trabajando y dos durmiendo en la mesa del despacho de mi hermano, el resto había transcurrido de lo más normal.
Mañanas con el narcisista de mi padre y tardes con el perfecciona lista de mi hermano. Aunque en tal caso prefería mil veces al Don lo quiero todo perfecto que al ogro que me engendró).
Estaba agotadísima, solo quería terminar de una vez, irme a casa y tirarme en el sofá, ni si quiera me iba a parar hacerme algo de comer... Pasando.
– ¿No te importa terminar tu sola de recoger? –Me giré para observar a mi hermano, estaba detrás de la barra con unas carpetas en las manos, me apoyé en el mango de la fregona y me mordí el labio, sopesando su sugerencia–. Tengo que terminar con las facturas que me quedan.
– ¿Todavía? –Bufé, quería irme a casa ya–. ¿Cuánto te entretendrán esos papeles?
Mi hermano sonrió y apoyó las carpetas en la barra, después apoyó los codos y juntó las manos para terminar reposando su barbilla en esa unión y mirarme de la misma forma que yo lo había mirado.
–Me debes una tarde entera...
–Yo no, y lo sabes –lo corté.
Dichoso Andreas, esto era culpa suya, sabía las consecuencias que sufriría por haberme quedado el miércoles todo el día en el despacho y aun así, lo permitió, ahora Leon, aunque no mencionara nada del tema le había fallado, con lo cual, tenía que cumplir esas seis horas mañana, todo el sábado por la mañana.
Ya encontraría la forma de devolvérsela a Andreas.
–Dana –me llamó con aburrimiento–, Andreas no tuvo la culpa de que te quedaras durmiendo en su sillón–. Alzó la mano callando mi comentario, cerré la boca y me mordí la lengua para no dedicarle en voz alta un cariñoso comentario–. Tú tienes un compromiso conmigo y lo tienes que cumplir–. Cogió las carpetas y se dio la vuelta para comenzar a caminar hacia uno de los almacenes que él utilizaba de despacho–. Y no tardaré, cuando hayas terminado con las sillas, yo ya habré terminado con lo mío.
–Negrero –susurré al viento porque mi hermano ya se había metido en su cuchitril de dos metros.
Pasando de deprimirme más pensando en mañana y farfullando unos cuantos tacos en silencio continué con mi "hermosa" tarea. Enchufé el IPod y con la música al máximo de lo que alcanzaba este cacharro, fui subiendo todas las sillas a sus mesas para terminar de fregar el suelo.
Metida a tope en mi mundo, al son de la música que sonaba en mis oídos, acabé con la última silla y para celebrarlo me di el lujo de darme unos cuantos pasos de baile. Continué desde lo exageradamente ridículo a lo más sexy, el gran problema es que actué como si estuviera conquistando a alguien mientras me miraba en el espejo y no me di cuenta de la persona que me estaba observando casi a cuatro metros de distancia de mí.
Girarme y toparme con una mirada azul brillante y una sonrisa divertida, no fue nada agradable. Grité. Di unos pasos hacia atrás tropezando con una de las mesas y tirando dos sillas.
Entre avergonzada, asustada y un tanto impresionada de ver al guapo desconocido, traté de hablar, pero el grito me había dejado afónica.
–Por mí no te cortes. Puedes continuar.
Ese comentario aumentó mi vergüenza.
Entre mi bailecito de antes y un baile de barra en un club de striptis, no había ninguna diferencia, solo la profesionalidad, que en mi caso era bastante nula y la escasa ropa, que en mí por suerte, solo quería bailar, nada de desnudarme. Igualmente, este tío me había pillado en pleno rendimiento erótico y en ese momento quería que se me tragara la tierra.
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Sabor a Coco (Colección Encadenados 1)
Fiksi PenggemarLa vida es así. Dana jugó con el fuego demasiado tiempo, ahora su padre, tras un ultimátum, la obliga a casarse con un hombre que no conoce durante dos años. Ella cree que será algo fácil, ya que él parece tan poco interesado en ella como ella en él...