Monstruo

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Narra Diana

- agh... - abrí lentamente mis ojos encontrándome tirada en el suelo de la celda totalemente desconcertada  - qué... qué me pasó?- miré mis manos, y lo que vi no fue nada lindo- ahhhh!- estaban llena de mi sangre, con mordidas y rasguños, mi vista viajaba por todo mi cuerpo, el cual comprendía de  sangre seca con unas muy pequeñas mordidas y marcas de garras. A causa de eso, recordé cada suceso de ese día, solo veía negro, pero aun recordaba el dolor, pequeñas patas peludas recorrer cada centímetro de mi cuerpo, ese ruido insoportable que producían esas cosas y mis gritos de agonía y miedo. 

- buenos días- retrocedí al ver a ese chico de cuernos al otro lado de la celda- estuviste durmiendo dos días enteros, espero que con eso hayas entendido que está mal irse sin mi permiso.

- eres un monstruo- murmuré entre dientes. Me miró serio unos segundos y luego una sonrisa apareció en sus labios.

- ahah... ahahaha... AHAHAHAHAH!- comenzó a reírse como un desquiciado- verdad que lo soy no? soy un monstruo!- luego de decir eso se retiró.

 Creo... creo que estoy mal, pero... creí ver una lagrima en su rostro...

- Seguro estoy mal.  

(...)

 El sonido más horrible del mundo se produjo en mi estomago. 

- Oh no, tengo hambre- murmuré tristemente.

- ten- el chico dragón me tiró un pedazo de carne cruda.

- oh por dios!- me tapé la boca, estaba por vomitar.

Frunció el ceño y me miró con molestia.

Lo miré mareada por el olor a putrefacción de la carne- yo... no puedo comer eso.

- entonces qué comen los humanos?- me preguntó ladeando la cabeza hacia un lado.

- comemos variadas cosas, pero la carne cruda nos hace mal, la tenemos que cocinar antes.

- por qué?- me preguntó curioso. Por primera vez no me pareció aterrador sino alguien normal.

- la carne cruda nos puede intoxicar, además de que sabe mejor- le sonreí.

- ah - desvió la mirada.

- pero tal vez hay algo que me puedas traer para comer- dije pensando en las cantidades de frutas que puede haber en el bosque que rodeaba el castillo. Había estudiado bien lo que era la fauna y flora de todo lo que abarcaba el territorio de nuestro reino y el de los vecinos, ya saben, con los que nos conviene relacionarnos económicamente.

- qué?- preguntó crédulo.

- fruta, creo que en el bosque hay.

Se quedó callado y serio. Supongo que pensaba en que contestarme.

- Podría ayudarte, sé identificar entre venenosas y otras- comenté provocando que este salga de sus pensamientos.

- te volverás a escapar- dijo cruzándose de brazos.

- juro que no lo haré... esta vez- aclaré murmurando lo último.

- " esta vez"?- levantó un ceja.

- bueno, no creas que será la última vez que me escaparé, pero puedo hacer una pequeña excepción por comida.

- claro - me miró desconfiado.  

- bueno, sino te es suficiente el echo de que me vigilarás y que puedes trasformarte en un dragón, pues hagamos un juramento.

- juramento?- me miró como si fuera ridícula. No lo soy... o si? No, no lo soy.

- sip, es así, acércate y extiende el meñique - me hizo caso y estreché nuestros dedos- si yo no cumplo con la promesa dada, me cortaré el meñique.

- no me convences.

Que terco.






Que cliché!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora