Dime hermano

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Narra Calb

Suspiré frustrado. Un paso en falso, una palabra de más, y sería capas de quebrar la mente de Félix. Diana sufriría las consecuencias.

- B-bien, Félix cálmate- Tartamudeé  por los nervios y la tensión en el ambiente- Lo siento, perdón, sé que fue mi culpa.

No mentía, ya me había quedado bien claro el porque de su actitud. Fue mi culpa el que se haya apegado tanto a mí, tal vez no debí de consentirlo de niños, en vez de felicitarlo por todo debí regañarle y explicarle sus errores. Se acostumbró tanto a mis halagos, a mis enseñanzas, a mi presencia; que con todo eso lo único que en realidad le enseñaba era que yo soy su hermano y él el mío. Se apegó tanto a esa lógica que le afectó de sobremanera el verme con otras personas y no con él, se quebrantó por el echo de no prestarle atención como le era costumbre.

- ¡No es tuya! ¡Es de ellos!- Gritó mirando con odio a la indefensa y temblorosa chica que no se encontraba al margen de la discusión, se encontraba en su propio mundo- Si no fuera por ellos- Frunció el ceño y comenzó a empujar lentamente a Diana hacia el precipicio.

- ¡Félix!- Frenó en seco, pero no volteó- ¡Por favor, haré lo que sea! Solo... Solo déjala- Se me quebró la voz al último momento, como esas palabras pesaran, como si fueran muy lejanas, como sino se vayan a cumplir.

Hubo un momento de silencio hundido en tensión  y miedo. Si hubiera estado calmado notaría como el clima había cambiado radicalmente, el cielo; que antes estaba compuesto por una gran capa pintada de celeste con unas cuantas nubes blancas cual algodón; se conformaba solo por nubes grises  moviéndose constantemente, y el viento que azotaba de un lado a otro bruscamente moviendo mis cabellos y el de los presentes revolviendo por completo estos. Claro que ninguno lo notó, todos estábamos con nuestros propios pensamientos, todos nos atragantábamos con su propio odio, miedo, culpa, desesperación. La situación no nos daba la oportunidad para fijarnos en los detalles de lo que nos rodeaba.

- Dímelo- Murmuró sin darse vuelta, fruncí en ceño un tanto confundido.

- ¿Decirte qué?- Un escalofríos, aterrador a mi parecer, me recorrió de los pies a la cabeza. Al darse vuelta lo acompañaba esa horrible sonrisa, que uno podría pensar que no pasaba nada fuera de los normal sino fuera por las lágrimas que caían a los costados de sus ojos desliándose por sus mejillas y su cuello.

- Vamos Calb, dime hermano- Se limpió las lágrimas como pudo y volvió a decir- Dímelo- Me miró a los ojos persistente.

- Yo... Yo...- Trataba de decir una simple palabra; "hermano", pero no salía de mi boca. La abrí tratando de emitir algún sonido, cosa que no pasó.

No podía, aun que la situación lo requiera las palabras no salían. "Hermano" es una palabra con muchos honores y significados, Félix los había destrozado todos por completo. Él no merecía ser llamado así. Él ya no merecía mi afecto, él no merecía nada de mí. Su sonrisa tambaleante creció unos centímetros, sus lágrimas incrementaron y su entrecejo se frunció levemente.

- N-no puedo...- Bajé la mirada con la vista clavada en mis pies con los ojos bien abiertos y las lágrimas amenazando con su salida por tal fracaso mío por decir una palabra.


A pesar de los años...


A pesar de todo...


Sigo siendo un fracaso...


Que cliché!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora