Es abrumadora –abrumadora en verdad, de bruma– la forma en que cuando se está triste, todo se torna gris.
El cielo es gris cuando se está triste. Quizás porque el cielo entristece cuando está nublado o porque hay algo removedor en las tormentas.
La ropa también es gris. Sí: es un color neutro que combina bien con todo, pero también pasa desapercibido y ayuda a no llamar la atención.
También el suelo, el techo y las paredes se vuelven grises. Pasa que no alcanza la voluntad para limpiar el polvo que se junta entre las baldosas, ni en ningún lado, lo entenderás si has estado triste.
Si justo se da que estás triste en invierno, prepárate para que todo tu mundo sea gris. Más aún si vives en la ciudad. ̄
De pequeño, a Jungkook Jeon nadie le enseñó sobre el amor ni la alegría. Nadie le permitió vivir sus colores; menos aún si esos colores eran rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul y violeta.
Solo importaba el avaro gris de la plata; los estudios, los pasatiempos, las amistades... todo debía ser destinado al ideal futuro empresarial y millonario, de herencias y descendencias, que sus padres deseaban para él. Todo para terminar igual que ellos, sepultado en una fría tumba gris, dentro del ridículamente costoso panteón familiar.Resultaba bastante obvio que sintiera que su futuro no tenía sentido. No para él, a quien nunca le interesó ese estilo de vida. "¿Para qué buscar que el dinero caiga del cielo, cuando nada me ilusiona lo suficiente como para invertirlo en eso?"
Había veces en las que se sentía culpable, mira tú, de sentirse mal.
La mansión en la que vivía estaba repleta de muebles lujosos que, por unidad, equivalían al salario anual de las personas que estaban al servicio de la familia. Detestaba ser el cliché tan molesto y aparentemente absurdo del rico que, por más que lo tenga todo, siente que no tiene nada.Criado por Sunhee, la trabajadora doméstica, ya se percibía huérfano antes de serlo.
De seguro, si hubiese sido ella su madre, esta historia no existiría.
"Mamá y papá" eran las personas que le habían dado la vida, no su familia —me retracto si les llamé de esa forma antes—.Su hermano mayor, Jungmyeon, había tenido que cumplir la misma cadena perpetua... hasta que, junto antes de llegar a la mayoría de edad, le dió fin.
No lo culpes por no poder soportar años y años de abusos psicológicos, represión y maltrato físico. Bastante había dado de sí para que nada de eso llegara como flechas al pequeño Jungkook, apoyándolo y acompañándolo, por más que no haya tenido éxito del todo.
Alcanzó su límite.Entonces, a los trece años, Jungkook vió proyectada otra alternativa para su futuro. Descubrió que, cuando se cansara de todo, podía terminarlo. Podía acabar con su vida, como lo había hecho su hermano.
Si no hubiese visto a Jungmyeon, su invencible guardián, con una bolsa de plástico tapando sus vías respiratorias, no hubiese considerado el suicidio tantas veces.
No había dejado carta, nada. Y es que no era necesario explicarse, sus razones eran evidentes.Ojo, también hubieron momentos buenos en su vida, claro. La verdad es que siempre los hay, por pocos que sean. Solo que le costaba recordarlos.
Últimamente, Jungkook se dedicaba a eso: a recordar.
Pasaba horas recordando.
Le gustaba acudir a una memoria en especial, de su primer año de ciclo básico, cuando su hermano aún no lo había dejado solo contra el mundo.
No era sobre él, sin embargo, sino sobre un curioso chico que había conocido en ese entonces.Su nombre se había quedado tatuado en su cerebro: Jimin Park. Era nuevo en la ciudad, estaba en su último año y no sabía dónde estaba su salón de clases.
Entonces acudió a Jungkook.
Al principio hubo resistencia de su parte, no estaba acostumbrado a ser escuchado así que tampoco se desgastaba en intentar comunicarse. Se negaba a vincularse con nadie, pues la mayoría de relacionamientos humanos que conocía le hacían daño.
Pero, al final, Jungkook accedió a ayudarlo.
Hubo algo en su sonrisa o en su voz que logró convencerlo: estaba acostumbrado a que lo miraran con desprecio, no así, casi nadie le hablaba tan bien y suave.A partir de ese día, se siguieron viendo en los recreos. Cuando estaban juntos, parecía que la vida dentro de la mansión se esfumara de su pecho. Respirar no dolía.
Era intrigante que un completo extraño pudiera llegar a ser tan cálido, como un tenue rayito de sol que aliviaba el frío de su piel en pleno invierno.Junto a Jimin, fue la primera vez que se sintió dorado. Se sentía de colores, de muchos colores, más de los que tenía permitidos ser.
Lo cual era peligroso, así que debía mantener todos esos sentimientos en secreto; si alguien de la casa se enteraba, estaba acabado.
Sus progenitores eran capaces de cualquier cosa con tal de proteger la imágen que consideraban ideal para su "familia", y él no encajaba con ese estándar. Por ningún lado.Así que Jungkook, rendido ante la cruel dinámica de su realidad, decidió apartarse de él. Tenía que protegerse del potencial castigo que recibiría.
Grande fue su arrepentimiento —hasta crónico, diría yo—, cuando se enteró de que lo había perdido para siempre: los padres de Jimin consiguieron trabajo lejos de la ciudad y se mudaron, arrancándolo de su vida.”¿Cómo sobreviviría la humanidad sin el Sol?"
Y a partir de ahí, seguido de la muerte de su hermano, todo empezó a caer en picada: sus compañeros de clase se enteraron de que le gustaban los hombres y empezaron una cadena de acoso que no daba indicios de tener fin, despidieron a Sunhee, el señor y la señora Jeon —no merecen ni que mencione sus nombres— murieron en un accidente automovilístico y Jungkook quedó al cuidado de su estrictísima abuela. Todo esto soportado por un eje de depresión.
Se creía destinado al sufrimiento eterno.Con el tiempo, se acostumbró a sentirse mal.
Se acostumbró a la soledad, al dolor y a las píldoras salvadoras recorriendo su esófago.
Terminó por aceptar el gris.»«
Okay... Estoy editando esto porque es lamentable jajajaja la escribí a los 13/14 años, no una de mis mejores épocas.
Pero le tengo demasiado cariño a esta historia como para borrarla, así que... elije tu veneno.Sí llegaste hasta aquí, ¡sígueme!
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I'm Fine [JiKookMin]
FanfictionSabes que estás jodido cuando lloras por un par de tazas vacías en la mesa, o por una caricia. La niñez no fue la mejor etapa para Jungkook, su adolescencia tampoco. Jimin llega a su vida para ser el rayito de Sol que le dé calor en el más crudo in...