III • A̲b̲r̲a̲z̲o̲

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Cuando no se está bien anímicamente, es difícil generar vínculos que no sean venenosos: como no existe el creerse merecedor de nada bueno, se acepta la primer mierda que se presente. Y se perdonan muchos males y humillaciones porque ya son algo normal. Y eso es jodido.

Ya había pasado por eso: había conocido a alguien por internet, de Chile. Creaba amistades y romances por internet porque no había nadie alrededor que estuviera dispuesto a brindarme cariño. Además no tenía que salir de casa para socializar, eso sumaba puntos extra.
Tenía mi edad y hacíamos videollamadas cada tanto, pero ella tenía una rara e incurable enfermedad en la sangre que le provocaba fiebres y tumores. Hablábamos de las dolencias de ambos y nos dábamos consuelo, pero ella siempre minimizaba mis problemas. Decía que no tenía derecho a sentirme mal porque no estaba enfermo como ella, que mis disgustos no tenían sentido. Y eso hacía que me sienta peor.
Después de un tiempo, la chilena dejó de hablarme —tal vez había muerto, ¿quién sabe?—.
Por más tóxico que haya sido todo, sufrí un duelo. Ella era la persona junto a la cual trasnochaba, era mi amiga, para bien o para mal.
___

Por eso Jungkook sentía que se estaba metiendo en un aprieto. Tenía esa extraña sensación en el pecho, como si sus pulmones se expandieran y le hicieran respirar profundo.
El amable y llamativo repartidor del súper chateaba en su celular mientras aguardaba, en el sofá, a que Jungkook terminara de hacer el chocolate caliente. Miraba al pelirrosa preguntándose cómo había llegado a aquel punto.

Era una situación atípica, no estaba solo. Le estaba por servir chocolate caliente a un —atractivo— extraño.
El lugar transmitía menos frío, y no solo porque la calefacción estuviese prendida. Había algo dando volteretas en el pecho de Jungkook, y eso le asustaba.

Suspiró medio molesto, medio rendido.
No parecía que fuese a dejar de nevar pronto.

Cuando estuvo todo listo, llevó dos tazas llenas a la mesa. Esto llamó la atención del pelirrosa, quien había estado pendiente a su celular todo ese tiempo.

—Gracias —sonrió para después levantarse del sofá e ir a la mesa, junto a Jungkook.

—De nada —Le dio un sorbo a la bebida y el calor de esta se apoderó al instante de su cuerpo.

—¿Puedo preguntarle su nombre, Jeon? —preguntó mientras daba el primer sorbo. 

Jungkook apretó los labios, no estaba seguro de que fuese conveniente.

"A la mierda", pensó, con tal de que haya una persona menos en la faz de la tierra que le llamase por su apellido. Le daba asco.

—Jungkook —dijo, seco.

Vio la forma en que los ojos del repartidor se abrieron de más y cómo estuvo a punto de decir algo, pero se arrepintió. Entonces su semblante cambió y se dispuso a seguir hablando.

—Mi nombre es Jimin, Jimin Park —Jungkook escuchó lo último como en cámara lenta.

Cuando acercó el borde de la taza para seguir tomando del chocolate, las manos le temblaron. Su corazón latía rápido, hacía mucho que no escucha ese nombre.
Se dedicó a estudiar su rostro, ganándose una decepción: no era la persona que pensaba. "Su" Jimin era más alto que él, con una complexión menos delgada y la mandíbula menos marcada. Además, se había ido para siempre.
No era él. Y si lo fuera, no podía verlo en ese estado. No, no podía ser él. Decidió que no era él. Lo hubiese reconocido. Le hubiese dicho algo. No era él.

Siguieron hablando de sus cosas o, más bien, Jimin hablaba mientras Jungkook respondía con gestos o monosílabos. No era que el chico no le agradara, no te confundas, es que no estaba acostumbrado a hablar con la gente en persona.
Así pasaron las horas. No hablaron de dolencias y pesares, sino de sus series favoritas y la música que les gustaba escuchar. Hacía mucho tiempo que nadie entablaba una conversación así con él.

"Su voz es linda", pasó por su cabeza. Y al darse cuenta de que estuvo a punto de sonreír al respecto, disolvió ese pensamiento.

La nieve se seguía acumulando. JungKook caminó hasta uno de los ventanales que daba al frente para mirar hacia afuera, Jimin le acompañó.

—Mi jefe me va a destrozar —predijo, muy desanimado.

—¿Hm? –Volteó a verlo.

—Es que no he podido salir de aquí por esta maldita nieve –Chasqueó la lengua—. ¿Tienes idea de la enorme cantidad de pedidos que habré perdido? 

Jungkook no sabía qué decirle.

"¿Tiene que irse?". Claro que tenía que irse, no podía quedarse. No quería querer que se quedara. "¿Por qué querría que se quede?".

—Ojalá pare de nevar pronto... —Terminó por decir.

Sucedió como si los hubieran escuchado, al correr de unos minutos, había parado de nevar. Justo como habían acordado, Jimin tomó sus cosas y aprovechó para irse.

El momento de la despedida descolocó a Jungkook: el repartidor le dio un abrazo, le sonrío y le dijo que se verían pronto.
Le dió un abrazo.
Quedó estático, anonadado. Había sido muy repentino como para que pudiera procesarlo. En una fracción de segundo, había sentido el mundo.
No pudo moverse hasta asegurarse de que Jimin se había ido en la moto, sano y salvo.

Entonces el sonido de la alarma de su celular llegó hasta sus oídos. Reaccionó, al fin.
Cerró la puerta con fuerza y corrió hasta su habitación. Tomó su celular, deslizó el dedo en la pantalla para desactivar la alarma. Abrió el cajón de su mesa de luz para sacar las pastillas y corrió cuesta abajo hasta la cocina. Se sirvió un vaso de agua y tragó su dosis diaria.
Y respiró. Se había agitado.

Miró las tazas vacías sobre la mesa. Sus cejas se levantaron y en sus labios se formó un puchero. Su mandíbula se apretó y, cuando quiso acordar, sus ojos se aguaron. Sus piernas estaban débiles, se dio soporte con la mesada.
Su corazón latía rápido, ya no sabía si era por el esfuerzo físico o por las tazas. Un par de tazas en medio de la mesa le hacían llorar.
No, había sido el abrazo. Un desconocido, del que sabía poco y nada, era capaz de abrazarlo. Y esa mínima muestra de afecto, esa pizca de cuidado, era demasiado. Demasiado para él, al menos, porque de seguro no había significado nada para el repartidor.

—Soy un idiota —pensó en voz alta. Estaba tan, tan angustiado...

Toda aquella secuencia, de principio a fin, le había exigido mucho. Y todo para que las cosas, al final, volvieran a lo típico: otra vez estaba solo, en el frío, extrañando el calor.

»«

Tuki

Para la gente que escribe: ¿no les pasa que sus primeros personajes eran ESTÚPIDOS? pero estúpidos en serio, tontos. Que hablaban como boludos y eran súper-ultra-mega entrometidos y tenían conversaciones que nada que ver, re fuera de lugar...

No sé, tal vez solo soy yo jajakdja
Por eso estoy re-editando esto, estoy salvando sus cerebros.

I'm Fine [JiKookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora