X • A̲q̲u̲í̲

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Se sorprendió lo cerca que quedaba la casa de Jimin respecto a la suya. Estaba "del lado equivocado de la calle", según las palabras de el de cabellos rosas. Le llamó la atención la maceta a un costado de la puerta metálica; de barro, pintada con témperas, lucía un delicado diseño hecho a mano. Intentó adivinar quién había sido el autor, una pequeña "J" sobre el borde de la maceta lo delató. 

Un delicioso aroma a pan tostado atravesaba el mosquitero de la ventana semiabierta.
Jimin abrió la puerta de su casa, su gata salió al instante a ronronearle a los pies. 

─¡Hola, Aiel! ─aniñó su voz, al tiempo en que la cargaba en sus brazos como a un bebé─ Mírala, Jungkook, ¿no es hermosa?

El pelinegro dudó al principio pero terminó por extender su mano hasta el hocico del animal, quien olfateó sus dedos para luego darle una sutil lambida que logró sacarle una sonrisa al chico. En ese mismo instante, una mujer se asomó por la puerta. Parecía apurada.

─Entren, está frío ─les invitó la madre de Jimin al verlos afuera, hicieron caso. Ella apoyó una cartera de cuerina negra encima de la mesa, estaba buscando algo─. No sabía si ibas a volver antes de que me vaya, pero te hice tostadas igual.

─Gracias ─dijo Jimin cerrando la puerta detrás de él, regresó la gata al suelo.

La madre de Jimin sacó un perfume de su cartera. Fue hasta el baño a ponérselo para que no quedara el aroma en el comedor.

─Bueno, yo me tengo que ir ─anunció, los fines de semana trabajaba hasta la noche─, pasen lindo.

Le dió un beso a su hijo en la frente y saludó a Jungkook antes de tomar sus cosas e irse. Últimamente estaba muy apurada. 

Las tostadas habían empezado a enfriarse, así que Jimin las volvió a meter a la tostadora por unos segundos más. Sacó manteca de la heladera.

─Yo ya tomé café, ¿pero vas a querer uno? Te lo hago ─le ofreció. 

Jungkook lo pensó por unos segundos.

─No gracias, estoy bien ─terminó por decir. Desde el enojo que había pasado todo el día teniendo que ir un sábado al liceo hasta la emoción por confirmar la verdadera identidad de Jimin, esa montaña rusa de emociones lo tenía con el estómago cerrado. Aceptó, sin embargo, una de las tostadas con manteca. 

Cuando terminaron de comer, Jimin prendió la estufa a gas, estaba refrescando. Levantó la delgada cortina que daba para su habitación y empujo la estufa a esa dirección. Decidió que estarían mejor hablando allí, se sentía más cómodo. 
Jungkook miraba todo a su alrededor, era una habitación muy diferente a la suya. Habían dibujos pegados a las paredes y cajones de verduras haciendo de estanterías. La cama estaba tendida, con sábanas floreadas y pesadas frazadas a rayas con pelotitas por el roce. La ventana tenía una reja y plantas que se enredaban en ellas y había un pequeño televisor colgado en una esquina. Era un cuarto pequeño pero acogedor. 

Jimin se sentó en la cama, Aiel lo siguió y se echó encima de sus piernas. Jungkook, sin saber qué hacer, se quedó parado contra una pared.

─Puedes sentarte conmigo ─rió Jimin al notar la incomodidad del chico. Jungkook asintió y se sentó en la esquina de la cama, algo tímido. 

No sabía por dónde empezar, qué tema tocar primero. Jungkook tenía tantas cosas en la cabeza, que había quedado en blanco.

I'm Fine [JiKookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora