XIV • O̲b̲je̲t̲i̲v̲o̲

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A la hora de la salida, se ganaron las miradas de todo el liceo: todos querían saber quién era ese chico de primero de bachillerato que tenía chofer privado y por qué se juntaba tanto con el pelirrosado. La mayoría se había enterado de la pelea y de los rumores que los envolvían, la gente empezaba a tomar bandos. 

—Me tienen harto —se quejó Jungkook mientras caminaban hacia el portón de salida—. Han estado cuchicheando sobre mí todo el día, como si no pudiera escucharlos.

—Ya se les va a olvidar —le restó importancia Jimin.

El chofer de Jungkook ya estaba estacionado, esperando por ellos. Se subieron al auto y el chofer arrancó. Se mantuvieron callados: las cosas que tenían para decirse no tenían cabida frente al chofer, las hablarían en privado. 

—¿Van a pasar la tarde juntos? —preguntó el hombre mirándolos a través del espejo retrovisor.

—Sí, señor... —Jimin no supo cómo llamarlo.

—Kim —respondió sonriente.

—Señor Kim —continuó devolviendo la sonrisa—, creo que hoy no le agradecí por llevarme hasta el liceo... gracias.

—Oh —rió—, no hace falta. Los amigos del joven Jeon también son mis amigos.

"Joven Jeon", vocalizó Jimin sin emitir ningún sonido mirando a Jungkook, risueño. Jungkook puso sus ojos en blanco a modo de respuesta. 

El viaje se les hizo corto, no hablaron mucho pero fue ameno. Se bajaron del auto frente al portón y el chofer condujo hasta su casa, su turno había terminado por el día. 

Jimin siguió a Jungkook por el sendero de piedra que llevaba hasta la gran puerta de entrada de la mansión. A Jimin le era difícil no maravillarse cada vez que pasaba por aquel jardín, era como de cuento encantado pero abandonado. Jungkook abrió la puerta de la casa generando un eco que se expandió por todo el comedor, los suelos de mármol brillaban como recién lavados.

—Sigo sin poder creer que esta casa sea toda tuya, es soñada —dijo Jimin mirando alrededor.

Jungkook estuvo a punto de decirle que se la regalaba pero se abstuvo. Lo cierto es que no sabía cómo proceder en general. Jimin ya estaba en su casa, ¿ahora qué? Ni siquiera había ordenado su habitación. Pensó entonces en prender la calefacción de la casa, él ya estaba acostumbrado pero se le ocurrió que Jimin podía sentir frío. Caminó hasta el interruptor y la encendió.

—¿Quieres un té? —le ofreció, algo nervioso. 

—Por favor —sonrió al tiempo en que se sentaba en el sofá.

Jungkook asintió con la cabeza y se fue a la cocina a ponerle agua a la caldera. Prendió la hornalla y puso el agua a hervir. Se paró en puntas de pie para alcanzar la caja de té que estaba arriba de una repisa. Le pasó la mano por encima para sacarle la tierra, hacía mucho que no preparaba té. Sacó dos bolsitas de té negro y la volvió a poner en su lugar. Sacó dos tazas de la alacena y las enjuagó bajo la canilla, sacó también el bollón de azúcar. 
Volteó a ver a Jimin, él lo miraba en silencio como curioso. Desvió la mirada. Tomó aliento, volvió a mirarlo.

—Lo que te dije hoy... —empezó a decir en un volumen muy bajo, jugaba con el borde de la manga de su uniforme— Lo que te dije hoy... —elevó la voz— lo dije en serio.

Jimin miró al suelo, nervioso, humedeció sus labios. 

—Yo... —volvió a hablar Jungkook. Tomó aire— Yo siento cosas.

—¿Cosas?

—Por ti, sí —la voz le temblaba.

Jimin guardó silencio, sus puños se apretaron.
Jungkook aclaró su voz.

—Siempre he sentido cosas por ti —confesó, cobró valor. Caminó hasta Jimin, se sentó a su lado—. Quiero que sepas que, por más que me cueste expresarlo, eres muy importante para mí...

—Jungkook... —le interrumpió, posó su mano sobre el hombro del chico.

—Espera —su voz volvía a quebrarse—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y no quiero perderte. Está bien si no te gusto, puedo soportarlo, solo...

Jimin volvió a interrumpirlo, solo que esta vez fue con un dulce beso en los labios.
Duró un segundo; segundo que pareció congelarse en el tiempo, segundo que se grabó en la mente de Jungkook. Y solo ese segundo fue necesario para revolucionar todo en su interior.
El corazón le latía rápido, como si fuese a explotar. Por un momento, dejó de respirar. Estaba estático, intentando procesar lo que acababa de pasar.

—Yo también lo decía en serio —dijo Jimin con suavidad, y Jungkook sintió que le cantaban los ángeles.

Ya no quería ser un cobarde. 

Esta vez fue él quien besó a Jimin. Lo besó porque el sentimiento se le escapaba por los poros, ya no lo podía contener. Lo besó y se sintió como un sueño. Lo besó con lágrimas en los ojos y dolor en el pecho: sintió que era el mejor día de su vida y que el resto de las cosas ya no tendrían sentido, que vivir solo valdría la pena si se sentía así. Sentía con tanta intensidad que creyó estar muriendo. Moría de amor, en cada roce de sus labios. Quería que esa fuese su última experiencia o que no terminara nunca. 

Entonces el agudo silbido de la caldera fue el encargado de que volviera al mundo terrenal, maldita. 

Jungkook se apresuró a apagar la hornalla. Tenía las mejillas coloradas y una adorable sonrisa en el rostro, estaba feliz. Apagó el pase del gas y la caldera dejó de silbar. Vertió el agua en ambas tazas y la infusión empezó a generarse. 

—¿Le pones azúcar?

—Dos cucharitas.

Jungkook agregó dos cucharaditas de azúcar al té de Jimin, al suyo no le puso nada. Caminó con ambas tazas hasta el sofá. Le entregó una de las tazas a Jimin y volvió a sentase a su lado. 

—Tu sonrisa es muy linda —le dijo Jimin. Jungkook lo sintió como un flechazo al pecho, tomó un trago de té para disimular—. De ahora en más, mi objetivo personal será que sonrías.

—Bobo —rió Jungkook.

—Ahí está —sonrió triunfante. 


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otro capítulo que no existía pero lo agrego porque es necesario para la trama

¿cómo andan? ¿cómo les va tratando la vida?



I'm Fine [JiKookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora