El entierro de los muertos (parte 1)

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Dos hombres entraron al gran salón, sosteniendo de los brazos a Floki, quien reía como siempre.

—¿Qué es esto?—preguntó el Conde.

—Milord, este hombre dice tener un mensaje de Ragnar Lothbrok.—dijo uno de los guerreros que sostenía a Floki.

—Libérenlo.—ordenó a los guardias—¿Cuál es el mensaje?—ahora se dirigió al amigo de Ragnar.

—Ragnar Lothbrok lo desafía a un combate singular.—todos miraron a Haraldson.

—Ragnar Lothbrok tiene una gran autoestima.—dijo el vocero.

—Bueno, es descendiente de Odín.—expresó irónicamente provocando la risa de todos, incluso de Floki quien de repente dejó de lado su risa y clavo seriamente la mirada en el Conde.

—Ragnar dijo que si usted rechaza el reto, la vergüenza lo perseguirá por el resto de su vida.

—Sería más vergonzoso aceptar el reto de un criminal. Eso podría hacer ver que lo trato como un igual. Sería una muestra de debilidad.

—¡El reto queda rechazado!—se escuchó la palabra del vocero—Cuando Ragnar Lothbrok pise Categat, será encadenado.

Mientras el vocero hablaba y deba las ordenes, el Conde puso una cara de preocupación. Recordó las palabras del viejo vidente "Rocas y huesos. Él busca tu muerte." Dándose cuenta que su muerte conllevaría a que su asesino sea proclamado conde. Rápidamente Haraldson se puso de pie, y miró frente a frente a Floki.

—Dile a Ragnar Lothbrok que acepto el reto.—le dijo muy seriamente al mensajero—Llévenselo.—ahora ordenó a sus guardias.

En la casa de Floki, Lagertha y su esposo estaban teniendo relaciones.

—Ragnar.

—¿Qué?

—Vayámonos. Dejemos esto. Este no es el único lugar para nosotros.

—Es un viejo. ¿A qué le tienes miedo?

—No puedes luchar. Aún estás demasiado débil.

—Quizás eso nos iguale.

—Nunca luches a menos que sepas que las probabilidades están a tu favor. Esa es nuestra forma.

—¿Quién determina las probabilidades?—preguntó mientras a Lagertha le caía una lágrima por su mejilla—Nuestros destinos ya están decididos.

—Tú no crees eso, y yo tampoco.

—Estás equivocada.—la besó—Lo creo.

En Categat, Haraldson miraba la luna perturbado por su destino. Su mujer llegó, abrazándolo por detrás.

—Ven a la cama.

—Hay demasiado tiempo para dormir.

—Necesitas descansar, estar fuerte para mañana.

—Estaba pensando en cómo se verían nuestros hijos ahora.

—No debes pensar en eso ahora. Piensa en mañana.

—Ya lo hago. Debo matar a un hombre por quien tengo el mayor respeto.

—¿Respetas a Ragnar Lothbrok?

—¿Por qué no? Es todo lo que era yo de joven, incansable, ambicioso. Y tenía razón sobre las tierras del oeste. Algo que siempre supe en el fondo de mi corazón.

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