Sacrificio (parte 2)

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La fija mirada de Lagertha hacia la nada mientras estaba acostada, pensando en todo y a la vez en nada, es interrumpida

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La fija mirada de Lagertha hacia la nada mientras estaba acostada, pensando en todo y a la vez en nada, es interrumpida.

—Gyda, ¿qué pasa hija? —la madre preguntó cuando la niña se paró frente a la cama.

—Estoy sangrando. —dijo inocentemente.

Lagertha sonrió, la tomó de la mano y sentó a Gyda a su lado.

—Entonces, ya no eres una niña. Ya eres mujer —le dijo mientras la metía en su cama —Pero deja que te acune en mis brazos una vez más, como siempre lo hice. Me costará dejarte ir —le dijo mirándola fija, enorgullecida y tristemente.

En otro cuarto, la hija de Siggy pasaba un trapo humedecido por el desnudo cuerpo de Athelstan.

—¿Por qué haces esto, Thyri? —preguntó el sacerdote desnudo.

—¿No lo entiendes? —respondió sonriendo —Es necesario.

Athelstan no comprendió, pero tampoco era momento de preguntar, una gran noche le esperaba.
Un hombre caminaba ahora en la madrugada, pasando por medio de nórdicos borrachos y en un profundo sueño. Entró al templo, con un compañero detrás, y soltó una gallina.

—Sacerdotes, ¡muévanse! —gritaba para molestar a los sacerdotes, incluso pegándole una patada a uno.

—¡Campesino ignorante! —se levantaron los hombres con la cara pintada color hueso —¿Cómo te atreves? ¡Afuera, vete del templo! —le ordenaron mientras lo golpeaban con varas.

—¡Sacerdotes! —se escuchó al compañero del hombre — Si le dan valor a sus vidas, detengan esto ahora. ¡Tontos! Es el rey Horik —dijo enojado y golpeando un palo contra el suelo.

El rey miró desafiante y se fue. Mientras tanto un Athelstan anonadado miraba las decenas de cabras encerradas en el exterior.

—Athelstan —escuchó la suave voz de Ragnar detrás suyo —hay alguien que quiero presentarte.

Loki, el sacerdote y Ragnar entraron en una tienda.

—¡Tu debes ser Ragnar Lothbrok! —apareció el rey Horik dándole un abrazo —debo decirte que tengo el privilegio y el placer de conocerte al fin. Tu reputación habla por ti, Ragnar Lothbrok. Lo sé porque muchos me contaron cómo mataste al conde Haraldson, que construiste una nueva clase de barco, que fuiste el primero en ir al Oeste ¡y vencer a un rey de Inglaterra! —dijo eufórico —De hecho, apenas puede creer con mis propios ojos, —mientras llevaba a Ragnar a recorrer la tienda —que estés parado delante de mí. Por favor —hizo el gesto invitando a los tres a sentarse.

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