57 / Dimitri

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Cubrí los ojos de mi esposa, al final habíamos esperado dos semanas para tener nuestra cita pues el trabajo no nos permitió hacerlo antes, aun así habíamos pasado bastante tiempo con nuestras hijas, tres hermosas niñas ¿quien me habría dicho hace tantos años que está mujer que ahora se quejaba por la venda me daría todo esto? - camarada en serio la venda no es necesaria - dijo por décima vez - anda deja que me la quite -

- no, dijiste que me permitirías hacer esto a mi modo - volvió a quejarse pero término asintiendo, le di un beso fugaz en los labios. Al fin llegamos al lugar donde compartiriamos un fin de semana único y especial como deseábamos ambos, la pare delante del lago y le quite la venda, miro hacia todos lados antes de girarse y mirarme con curiosidad - Abe nos presto este lugar para pasar estos días solos -

- es muy lindo - sonrió - gracias camarada -

- aún falta lo más importante mas quería que esto fuera lo primero - la lleve a la cabaña cuando entramos sonrió de verdad al notar todas las flores que había, la cena ya preparada y todo listo para la velada de nuestras vidas

- ¿de verdad todo esto lo hiciste para mi? -

- ¿lo dudas? - la vi sentirse culpable - Roza quiero que esto sea un punto y aparte en nuestra vida mi amor, yo sé que cometí el más grande error de mi existencia y no habrá como cambiar esto sin embargo abogó a tu amor por mi para que volvamos a ser tan felices o más de lo que jamás hemos sido, contigo he pasado los mejores 8 años de mi vida, desde el día en que te vi por primera vez mientras huían me robaste el corazón mi Roza, mi chica salvaje... Mi amor permiteme demostrarte que merezco tu amor y que con nadie serás más feliz que conmigo - me miró sin saber que decir esto era nuevo en ella, temía por no poder recuperar su confianza, sacó algo de su bolsa. Reconocí la caja fue el regalo por nuestros 8 años juntos. No comprendí

- te dije que lo abriría cuando estuviéramos juntos - eso hizo, miro la pieza un buen rato antes de abrazarme - gracias por estos ocho años juntos, gracias por permitirme ser parte de tu vida, cuidarme y amarme. Tienes razón lo que paso será un punto y a parte, muestras hijas están bien y nosotros también entonces no hay razón pensar en ello - me miró antes de besarme nuevamente, le respondí el beso con la misma pasión. Cenamos mientras recordábamos todas las cosas bonitas que habíamos vivido,  el viaje a Stirling, aunque había terminado mal... comenzó bien, el día del baile, eran tantos y tan maravillosos, cada uno de esos me hacía entender porque la amaba y porque este tiempo junto a ella siempre serían los años más felices de mi vida. Salimos a recostarnos en el pasto - es fantástico que a pesar de todo sigamos de pie -

- es verdad y espero que ahora podamos vivir más tranquilos - la mire antes de colocarme un poco encima - te perdí tantas veces... Ya no quiero pasar por eso, creer que has muerto... No podría soportarlo otra vez, ese tiempo fue terrible, soñaba contigo y despertaba buscándote pero no estabas, te buscaba por todos lados aunque no podía hacerlo tan seguido porque tenia que cuidar a Irania, ella misma sufrió; despertaba diciendo tu nombre - ella me miró escuchando seriamente - por ella me mantuve en pie sin embargo mi vida era un lío personal, bebía en exceso, lloraba en exceso... Ya no quería nada pero ese día en que te vimos en el centro comercial, cuando me miraste y sonreíste mi corazón volvió a latir, me di cuenta de que no me reconocias por eso me detuve sin embargo, volví a respirar, a todo. Fue la primera noche que no bebí ni una gota de alcohol - sonrió

- Adrian me contó que eras un alcohólico, que bebías más que él en sus tiempos - me reí - eso si era grave eeeh - suspiró - ya no pasaremos por eso otra vez, somos fuertes y estamos juntos, no vamos a permitir que vuelvan a herirnos de esa manera, practicaremos y lograremos vencer - me beso - siempre juntos, eres mi guardián blanco y nada ni nadie nos separará jamás. No voy a perderte nunca y así como tu - lo decía en serio, muy en serio - le arrancaré la cabeza a  cualquiera que lo intente - platicamos de más cosas hermosas, fuimos al lago para pasear en bote, nos reímos bastante, con esto el tiempo separados parecía tan lejano, imperceptible, eran las cosas que leíamos en los libros de historia, que conocíamos para no repetir pero que no sentías tan propias, ver sonreír a Roza era como renacer a cada segundo, mi corazón crecía como era imposible al saber que esta mujer era mía y se daba de golpes al darse cuenta del tiempo que perdí por mi orgullo y por buscar en otra algo que sólo ella me daba, mirarla ahora mientras se reía con la película que yo había elegido hacia que entendiera algunas cosas como que ella podría tener 25 años pero aun mantenía ese espíritu adolescente y aguerrido que tanto la caracterizaba, cuando yo tenía 24 años (antes de conocerla) yo era un anciano como ella muchas veces me llamo,  creía que era el comportamiento propio de un guardián hasta que la conocí a ella, me devolvió la vida así de simple, una sonrisa fue capaz de devolverme todas las emociones que no sabia aún guardaba en mi, cuando me la dirigía a mi sentía calor en mi pecho, felicidad; ese era el momento perfecto para salir corriendo y gritando de felicidad,  cuando se las dirigía a Lissa sentía admiración por ese rasgo protector que indicaba la facilidad con la que se interpondria entre el mundo y ella, cuando se las dirigía a alguien más,  digamos Mase, sentía celos,  quería correr y llevármela de ahí,  nadie tenía derecho a ver esa sonrisa... Me calmaba pensando que ni siquiera yo.

Puso una película que había elegido aunque no parecía tan convencida de verla, me miró sonriendo y pensando en algo - ¿que pasa? -

- nada - voy al baño, se alejo de mi; habían pasado sólo segundos cuando la escuché gritar, entre pensando que algo le había pasado pero la encontré recargada en un tocador mirándome desde el espejo, ya no tenía ropa y esa posición me invitaba, no necesitaba más estimulación, seguí su ejemplo quitándome la ropa, me coloque detrás e hice lo mio, colocó las manos en el espejo y yo solo podía mirarla ahí pues sus expresiones y la imagen de sus senos me enloquecían, en esa misma posición se levantó un poco buscando mis labios, esa posición erguida me acabó termine dentro de ella sin poder evitarlo, me sentía mal por no hacer que terminará pero ella sonreía mientras trataba de calmar sus respiraciones, me abrazo - nunca me decepcionas camarada - yo quería complacerla también sin embargo tomó mi mano, nos metimos en la tina, era de esos momentos dulces en los que podía comprender todas sus facetas y todas me eran  fascinantes

- quiero repetir esto - dije - yo quiero... - me callo con un beso

- tenemos todo el fin de semana ¿recuerdas? - asentí.

Volvimos a las películas sin embargo se quedó dormida pronto, la admiré durante bastante tiempo preguntándome como fui capaz de pensar que podría vivir sin ella. Ese era el pensamiento más estúpido que pude tener, vivir sin ese cabello negro, sin esta piel ¿en que pensaba?

Academia de Vampiros - De las cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora