Esto no saldrá bien

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Jamás pensé ver a Dylan tan tenso. Podía estar kilometros de distancia si quisiese y de igual manera me daría cuenta de lo preocupado y tenso que se volvió su cuerpo ante mi pregunta. Sabía que Dylan tenía una muy buena relación con Clara y no podía evitarse, las sonrisas dulces, las miradas que escondían secretos y las veces que él se escapo con ella y su grupo me decía que realmente eran buenos amigos. O capaz algo más.

Me acerqué más a su cuerpo y le dediqué una mirada de expectación. Cada gesto de su rostros me decía que no le gustó mi pregunta.

-Dylan, responde.

-La conocí en el parque. Ambos tuvimos un accidente, la mayor parte mía, y después le pedí disculpa -trago grueso volviendo  sus hermosos ojos avellanados a mi mirada -. Días después nos encontramos y al parecer tenemos muchas cosas en común.

Sentí una ligera molestia. Sabía que Dylan era como un amigo con derecho, hasta ahora no me pidió ser su novia pero sabíamos que nos ibamos a separar, no podríamos ser novios. Dentro de tres días se iba a Oregón y yo no tenía el poder de impedirlo. Sabía que no iba a volver a sentir las textura de sus labios contra los míos, que no estaría viéndolo como una tonta por los pasillos y mucho menos no lo tendría abrazado aquí en el sillón nunca más, jamás. Estos tres meses se había vuelto mi vida patas para arriba. Asistí a una fiesta, casi me emborracho, besé al Dios Griego que había en mi Instituto y hasta él se me confesó. ¿Qué más pediría? Mi vida tuvo un cambio radical. Y por eso no podía dejar de sentirme triste, mi corazón le dolía alejarse de Dylan, sabía que iba a estar como una boba tratando de atarme a alguna esperanza, que observaria sus fotos y vería como le iba conduciendo el destino a su vida a través de las redes sociales.

-¿Qué era Clara para ti en tu pasado? -la pregunta de Dylan me volvió a la realidad. Quedé abatida por unos segundos pero luego sonreí con la mayor ironía que podía. Ese mensaje lo entendió al instante.

-Era la chica que más odiaba en la primaria. Un grano en el culo. Pero bueno, no guardo rencor.

Él sonrió. Comencé a sentir leves caricias en mi caderas y eso eran: Dylan y las emociones que explotaban como un globo al contacto del fuego. Se acercó a mi oreja de forma seductora y con tan solo el sentir de su respiración en mi cuello mi cuerpo sintió un cosquilleo.

-Eres única, Mia. Creeme que no me daré por vencido. Tengo algo que hace tres meses atrás no creí que sufriría por tanto -cada palabra invadió mi corazón y lo hizo temblar de calidez. Tenía a Dylan totalmente enamorado de mi de igual manera de como yo estoy de él.

Me acerqué y junte nuestros labios con ternura. Quería agradecerle por todo lo que estoy sintiendo ahora mismo, por todo lo que causó en mi.

Si el beso seguía seguramente iríamos a por más, pero lo evite. Admitanlo, tener al Dios Griego lleno de deseo y tener la oportunidad de caer a sus pies y dejarse llevar era algo tentador, todos irían a por más; no obstante, escuchamos los pasos acelerados subir por la escalera además de que yo no soy una cualquiera

¡Mamá! Ella no tenía idea de nuestra relación y una pizca de culpabilidad se presentó en mi corazón. Le había ocultado todo; desde que me enamoré de Dylan hasta que lo besé. Mi madre y yo teníamos una relación de madre e hija muy íntima, ambas nos contábamos todo. 

La puerta de mi habitación se abrió de repende revelando a Victoria y a Elisa mientras ambas sonreían como dos estupidas. Suspire, eran ellas.

-¡Miaaa! ¡Tengo invitaciones para ir a una salvaje fiesta para...! -Se calló al instante en que ambas se fijaron en mí y en Dylan.

Yo estaba a su lado, sentada. Mientras yo pasaba mis manos por su nuca y llegaba a enredarse en su cabello. Y él, tenía sus manos fijas en mi cintura. Cabe decir que nuestros rostos estaban a centímetros y yo estaba lo suficiente roja para decir que me comparo con un tomate.

Conviviendo con mi pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora