V. Anunciando la mala nueva

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 Un día después de la visita del barco, André se encontraba solo en la oscuridad de su casa en una de las habitaciones completamente empolvado, observar la cama vacía sin el reposo de su madre le hacía darse cuenta de lo vacía que se encontraba su vida ahora; sin madre, ni amiga de toda la vida, y sin la esperanza de que su padre volviese algún día. André entonces pensaba, para qué seguir viviendo, que razón tenía continuar con su vida ahora, sin el cariño o el amor de su madre ni de Candry, pronto sentiría el martirio de estar en esa posición en la que se encontraba. La primera decisión que André tomó, fue la del suicidio, pero luego de contemplar dicha idea por un momento, le llegó a sus memorias la enseñanza que un día recibió de su madre, quién siempre fue una mujer creyente de la vida espiritual: "Nadie es dueño de su propia vida, solo Él Señor nos la da y él nos la quita, quien hace lo que sólo debe hacer El señor, comete un gran pecado..."

Si bien André no quería seguir viviendo, quería que su destino fuese ser parte de la tripulación de aquel barco, y así pasar la eternidad al lado de su familia y de alguien más; pensó entonces... "si yo no puedo quitarme la vida, alguien más debe hacerlo"; de ahora en adelante André tomaría una serie de decisiones que cambiarían su vida por completo.

Vino a su mente rápidamente la imagen de Carlos, el niño que hacía la vida de André un fastidio en los días de escuela; tuvo André una idea con una matiz muy perturbadora; si hacía enfurecer a Carlos lo suficiente, al punto de hacerlo enloquecer en rabia, este podría cometer una locura y matarlo. Se le había ocurrido una idea y la llevaría a cabo. Pero antes de realizar tal acción, André se puso a meditar y recordar en si él había sido una buena persona como para merecer ser parte de la tripulación del barco, seguramente que sí, pues ya había subido en este una vez, aunque sin tener en claro del porqué; su ansiedad no lo hacía pensar claramente; simplemente comenzó a recordar todo lo malo que había hecho y a todas las personas a quienes había ofendido.

Ni bien se asomaron los primeros rayos de sol del inicio de semana, André sin tomar su ducha diaria y en completa ayuna, buscó a cada persona con la que sabía y creía estar en falta; visitó primero a los tres ancianos quienes habían sido sus jefes por mucho tiempo; André les pidió una sincera disculpa por todas las veces que tomó de sus alimentos sin permiso; los tres ancianos, incluyendo el que había despedido a André, lo aceptaron amablemente y le dieron algo de comida, André la recibió a gusto y continuó su camino. Fue luego a su ex escuela, buscó a su maestro y le pidió disculpas por si en alguna ocasión le llegó a parecer un mal estudiante; el maestro negó esto y le dijo que él no era ningún mal estudiante e incluso lo había pensado mejor, y que tal vez la decisión que tomó fue muy exagerada, le dijo que podía volver a la escuela si lo deseaba, pero que debería tener un comportamiento estrictamente moderado desde ahora; André solo sonrió sin decir más que un gracias, y se retiró.

Mientras creía haber terminado su tarea, André pasó cerca de la casa de Candry, observó de lejos el lugar, pensaba en cómo estaría la abuela de ella, todos en el valle ignoraban por completo sobre lo ocurrido a su madre y a su amiga; André solo pensaba en huir de aquel barrio, de todas formas él pronto ya no estaría allí; pero pensaba también, si lo que quería es ser una buena persona, la señora se merecía una explicación. Fue a paso lento hacia la casa de Candry; mientras se acercaba, la diminuta casa vieja de la abuela, le parecía hacerse muy grande; caminó hasta la puerta y dio dos débiles golpes esperando a que no hubiese nadie, pero en menos de diez segundos, la abuela de Candry ya se encontraba atendiendo al llamado; la señora se hallaba desesperada, era claro que no había pegado los ojos en toda la noche; había alertado a los vecinos de la zona que su nieta no había regresado desde ayer luego de salir con el pequeño André; la mujer era muy anciana, su estado físico no era nada bueno, y no podía salir de su casa para recorrer tramos largos, solo se encontraba a la espera de noticias; al ver la señora al pequeño, se apresuró inmediatamente en decirle...

- ¡Muchachito!, los vecinos acaban de ir a tu casa ahora mismo – la señora se hallaba muy exaltada – dime ahora ¿Dónde está mi nieta?

Fue de los comunicados más devastadores que André jamás había imaginado tener que decir, la explicación fue breve y tediosa, a la vez que la señora hacía lo posible por negar lo que André le comunicaba; la escena final de esta charla en resumen fue la siguiente: André se marchaba del lugar dándole la espalda a aquella casa, con la mirada puesta sobre sus propios pies y con grandes lágrimas recorriéndole el rostro, mientras que la señora corría por primera vez en mucho tiempo fuera de su casa rumbo a la colina que André le había señalado, gritando al cielo el nombre de su nieta.

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Más allá de la Vida // (1ra Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora