André no sintió dolor alguno, pudo ponerse de pie sin ningún esfuerzo; dirigió su mirada al precipicio de arriba y observó a una multitud cuya furia había cesado, pero que seguían apuntando su atención al suelo; el cuerpo de André permanecía tirado en dónde cayó, mientras que su espíritu libre no encontraba cómo reaccionar; permaneció de pie a las orillas observando detenidamente el río, cuyas aguas empezaron a agitarse de pronto, y un fuerte sonido se hacía presente; sin más introducción, el barco había llegado, y se había detenido frente a André.
La misma escena se hacía presente, las mismas escaleras se iban formando frente a él, este último elevó la mirada muy ansioso esperando la figura del mayordomo con su icónica bienvenida; pero no fue este quien apareció, sino el hombre amargado que recibió anteriormente a Carlos; este hombre no se tomó el trabajo de descender hasta André para darle un recibimiento, solo hizo falta una fuerte voz de mando desde arriba que obligó a André a subir; este último subió las escaleras y la cuesta arriba le pareció extrañamente larga, seguramente era la sensación de satisfacción, de ver lo que había esperado con muchas ansias.
Cuando André llegó al barco, las escaleras se desvanecieron y el barco tomó un rumbo sin esperar más. Ya todos a bordo y con el motor en marcha, el hombre de prendas sucias, le exigió a André, sin dejar de lado en lo absoluto su voz gruesa y actitud nada amable, que lo siguiese, que había mucho trabajo por hacer; André acató la orden. Mientras André iba por detrás de los pasos del gran sujeto, quien era muy alto y robusto. Ambos pasaron por una pequeña sala de estar de aquel crucero, se hallaba lleno de muebles ocupados por personas adultas muy entretenidas hablando entre sí, y siendo servidos de copas de champagne por un grupo de sirvientes; André pudo diferenciar de entre esa gente, a una mujer de espaldas conversando muy a gusto con otras personas del barco; aquella silueta y largos cabellos le eran muy familiares; André ya podía distinguirla fácilmente; era su madre, cuya postura firme y gracia, la hacían lucir muy bien de salud, este no recordaba cuando fue la última vez que pudo verla así. André sintió un extraño clima familiar y no dudó en ir tras de ella para darle el abrazo más fuerte de todos; pero el robusto hombre que iba por delante, vio venir tal acción rápidamente, logrando detener a un flacucho André del brazo, e hizo continuar su camino; André tuvo que remorder su impotencia de no permitírsele ver a su madre; seguro era parte de la penitencia. Reanudaron el camino. André y el hombre al que fácilmente podía ver como su jefe; siguieron por un pasadizo largo; en este pasillo, André se encontró nada menos que con un desconocido Carlos quien se hallaba trapeando el suelo portando un uniforme nada cómodo; este logró presenciar a André quien pasó por su lado, fue recibido por Carlos con ciertas palabras familiares: "¿Qué tanto me ves esclavo?".
André continuaba su camino tras el "jefe", pasaron esta vez por una sala demasiado amplia y muy distinta a las demás; la elegancia no era el término correcto aquí, sino lo moderno y colorido, muchos toboganes, columpios y balones en el suelo, algunos muebles y demás juguetes; André pudo notar a muchos niños tratando de ocultarse en lo que encontrasen de este lugar; André escuchaba un conteo más allá del diez; había una niña en el muro cubriendo su vista contra la pared; era Candry quien se hallaba jugando al escondite con todos los niños de la sala; André no dudó en gritarle su nombre para llamar su atención, pero antes de que pudiese hacerlo, nuevamente el gran hombre, quien ya resultaba un fastidio, logró adivinar su cometido, y colocando sus manos en la boca de André, le impidió hacer un llamado alguno, Candry nunca supo del breve paso de André por esa sala; el hombre le dijo a André que no podía distraerse, pues el trabajo no podía esperar más, era su obligación, y que ningún trabajador en ese barco podía compartir la misma dicha de estadía de quienes sí se lo merecían. En ese barco se podía encontrar a familias enteras, pero que no necesariamente pertenecían a la misma clase de tripulantes, y que por alguna razón, aquellos quienes sí fueron buenos, no sentían la necesidad ni el deseo de tratar con los sirvientes, aun si estos habían sido entrañables en su vida.
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Más allá de la Vida // (1ra Parte)
FantasíaNarra las trágicas adversidades de un pequeño diez-añero llamado André, quien lleva una vida de campo junto a su madre en un aislado valle. Tras una lluvia continua de tragedias en el que llega a perderlo todo, descubrirá junto con ello un hecho t...