André comenzaba a recobrar la vista, sentía despertar de una pesadilla que había durado por días; pero finalmente podía sentía sus manos, los dedos moverse y las piernas muy delgadas; al abrir por completo los ojos, lo primero que observó fue los rostros de un par de ancianas que lo miraban muy atento, sus rostros eran familiares; André sentía el procesar de su cerebro muy pesado y lento, que no recordaba tan si quiera aquel lugar en el que estaba, y que sin duda alguna ya había estado ahí anteriormente. Una de las ancianas le preguntó cómo se sentía; fue el tono de voz de una de ellas que lo hizo darse cuenta, que se trataban de las mismas mujeres ancianas de la posta médica, y que aquel cuarto, era una de las habitaciones de aquel lugar. André estaba recostado en una cómoda cama, pero queriendo saber apresurado lo que pasaba, dio un brinco fuera de esta, y mirándolas fijamente, les preguntó:
- ¿Qué me pasó?
- Te encontraron desmayado en la orilla del río – respondió una de las ancianas.
- Y estuviste inconsciente por todo un día – continuó la otra mujer.
- ¿Y cómo llegué acá? – preguntó André.
- Unos señores te encontraron y te trajeron en una carroza – respondió una de las mujeres.
- Hijo, ahora dinos... ¿qué sabes de Carlos?
Una fría sensación invadió el cuerpo de André, al parecer, el tiempo que pasó viviendo como una montaña, fue el mismo tiempo que transcurrió en la vida terrenal. André sin saber que responder, no lo hizo, pero asimiló el tema preguntando...
- ¿Saben dónde están los padres de Carlos?
- ¡Están como locos! – exclamó una de las señoras – el niño Carlos no aparece por ningún lado.
- Pero tú debes saber dónde está – señaló sospechosa la otra mujer – se supone que tú lo cuidabas.
- Nos dijeron que ayer estuviste todo el día llevando al niño Carlos de un lado a otro para que se disculpara – replicó la señora.
- Y yo que pensé que solo lo había hecho con nosotras – dijo en tono decepcionada la otra mujer.
- ¡Pero ya dinos! – exigió la mujer - ¿qué le hiciste al joven Carlos?
André no respondió, pues sabía firmemente que perdía el tiempo explicándoles, no servía de nada hacerlo, solo quería saber del paradero de los padres de Carlos; volvió a insistir una vez más, intentando no caer en la falta de respeto con las damas, pero en serio perdía la paciencia...
- ¿Saben dónde puedo hallar a los padres de Carlos?
- Estuvieron aquí hace un rato esperando a que despertaras, todos te quieren preguntar lo mismo.
- Pero nosotras también estamos preocupadas – rogó una vez más una de las mujeres – dinos ya dónde está el joven Carlos.
André se despidió cordialmente ignorando a las entrometidas y partió de la posta. Tras salir del lugar fue directo a la casa de Carlos, sentía la obligación de decirles sobre su hijo, no tenía ningún otro sentido su vida ahora; mientras apresuraba su marcha, pensaba en lo que pasaría después de contarles, que tan efusiva serían sus reacciones con él, y finalmente, después de cumplir con dar la noticia, ¿qué seguía en su vida?, ya nada, pensaba; era la muerte, porque si no lo esperaba por los padres de Carlos, seguramente el resto del pueblo pegaría el grito al cielo tras saber que había un asesino en el valle, y tomarían justicia por su cuenta. La determinación estaba en André, pero el miedo también ocupaba un gran espacio; antes de que lograra evitar ignorar las ideas de su muerte, había llegado al lugar; las puertas se hallaban cerradas, tras tocar insistentemente, nadie respondió al llamado; era de día y definitivamente no estarían durmiendo; si no se hallaban en su casa, podrían estar en cualquier parte del valle, pero si André fue encontrado a la orilla del río, seguramente estarían por esa zona; de cualquier forma, André estaría muy atento en el camino, por si los llegaba a encontrar.
No pasó mucho tiempo, para que en el camino, las personas que André se iba cruzando en el valle, lo empezaban a mirar detenidamente de pies a cabeza, al parecer algún rumor de mala espina ya había empezado a circular, y no era necesario divagar tanto para suponer que dichas habladurías, daban en lo cierto: Algo había hecho André con Carlos.
De pronto, unos llamados exigentes de algunos hombres pusieron en alerta a André; las voces se resumían en decir: "Niño ven, queremos preguntarte algo". André, quien en un principio hacía caso omiso a los llamados de estos, siguió su camino para finalmente responder: "No puedo, necesito encontrar a alguien". André comenzó a dar pasos rápidos, haciéndose ver como un tonto apresurado; unos cuantos tipos, comenzaron a seguirlo; si bien André estaba decidido a confrontar a los padres de Carlos, no se perdía el hecho de que era un niño de diez años que comenzaba a asustarse tras empezar a ser perseguido por un grupo de señores. Tanto André como el grupo que se calculaban en unas diez personas, apresuraban el paso, hasta que finalmente, André empezó a correr y ser perseguido por el grupo de personas. Ahora era una persecución muy desigual, la adrenalina invadía todo el cuerpo de André, quien dio la carrera más rápida de su vida. Mientras seguía en marcha, y casi llegando a la colina de siempre; André no pudo evitar mirar de reojo a sus espaldas, sorprendiéndose en el momento tras ver que el grupo de personas había aumentado a unas treinta, y entre esas personas se hallaba el padre de Carlos quien también se había sumado a la persecución. André sin poder razonar fríamente, gritó mientras corría en llanto por el miedo: "¡Lo lamento!..."
Fue la disculpa que más confesión brindó a todos; el lamento de André y su huida en llanto, alimentaban el pensamiento mórbido de las personas, y fue lo que convirtió al grupo persecutor en una turba furiosa; la escena no tenía por donde justificarse; un grupo de personas se hallaba persiguiendo a un "asesino" para clamar justicia en nombre de un niño, pero dicho "asesino" era solo un niño huérfano de diez años que creyó tener el mejor ideal para Carlos.
Finalmente, la persecución llegaba a concluirse cuando André, muy exhausto y sintiendo un gris dejavú, llegó a la parte más alta de la colina; no buscaba huir, sino acabar con todo de una vez, y si su paradero final sería la muerte, pues intentaría de que fuese cerca del río, y que sea lo que la vida quiera si es que el barco llegara a aparecer. André se encontraba de pie en el borde de la colina, dando la espalda al abismo; en frente de él se hallaba la imagen de un gentío aproximándosele; ni siquiera André quería imaginar lo que estarían dispuestos a hacer con él; una gran gota de sudor por los nervios más que por el cansancio recorrió todo su rostro; la imagen por delante se le tornó lenta; sus latidos se iban acelerando por el temor, André sentía ya la furia a un metro de distancia: con las manos hacia adelante, tratando de hacer equilibrio; resbaló.
No fue a propósito, no fue un intento apresurado de acabar con todo; en realidad resbaló por accidente; el sudor de sus pies humedecieron sus viejas sandalias lo suficiente para que estas no tuvieran la fricción necesaria para mantenerlo firme en el borde. André cayó de espaldas en la orilla, y el duro golpe acabó con todo; mientras que la ola furiosa de personas que había llegado al lugar donde André se hallaba hace solo un segundo, se asomaban desde lo alto y con cautela para observar el cuerpo de este yaciendo en el suelo.
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Más allá de la Vida // (1ra Parte)
FantasyNarra las trágicas adversidades de un pequeño diez-añero llamado André, quien lleva una vida de campo junto a su madre en un aislado valle. Tras una lluvia continua de tragedias en el que llega a perderlo todo, descubrirá junto con ello un hecho t...