VIII. Tan irreal

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André y Carlos se hallaban en la cima de la colina, con la frente apuntando a la vista que el paisaje ofrecía; mientras que André contenía la calma, alivio y alegría de volver a ese punto de reinicio, pasó en ese momento la misma estrella fugaz de hace un rato; André volviendo rápidamente en sí, recordando e ignorando a la vez el sermón del mayordomo, y tratando de recordar lo que fue vivir la vida desde esa silla en la que estaba Carlos postrado, pidió un nuevo deseo:

"Deseo tener las fuerzas suficientes para seguir adelante con esta vida... y que el sufrimiento de Carlos en esa silla termine más pronto que tarde".

Una vez terminadas estas palabras, el cielo se tornó de un color gris y fuertes vientos comenzaron a soplar en ese lugar; André se mostraba muy tranquilo y sentía la mente sospechosamente iluminada por una idea turbia, mientras que Carlos, lejos de mostrarse intimidado por el clima repentino, tomó la misma decisión de la vez pasada, la de empujar a André al abismo, pero este vez falló y por mucho, pues André logró detener su mano firmemente y mirándolo sin rencor alguno, se colocó rápidamente a sus espaldas de Carlos, y tomando su silla de ruedas, lo llevó a toda prisa hacia el bosque que se encontraba a unos cuantos metros cuesta abajo del lugar; André conocía muy bien ese espacio pues era el lugar donde solía jugar con Candry al escondite.

Al llegar, Carlos quien se había quedado sorprendido de la repentina actitud y acción de André, recién tomó sentido para preguntarle en un tono adversario...

- ¿Por qué me has traído hasta acá esclavo loco? ¿Ya quieres deshacerte de mí?

- Carlos... – dijo André colocándose en cuclillas y de frente a este para estar a su mismo nivel de vista - ¿tienes idea alguna de lo que ocurrirá si mueres?

- ¿Qué? – exclamó Carlos con el ceño fruncido - ¿esa es tu pregunta justo antes de matarme cierto? ¡Me vas a matar maldito esclavo! – Carlos muy apunto de gritar auxilio a todo pulmón, fue interrumpido por André.

- No voy a matarte... - hizo André una breve pausa como pensando un rato en sus decisiones -... sólo te pregunto ¿sabes a dónde irás cuando mueras? – hizo otra pausa esperando inútilmente alguna respuesta valiosa de Carlos quien solo respondió...

- Habla claro idiota, ¿ya estás loco, cansado? ¿por qué me preguntas eso?

- Es que yo sí lo sé... - tomó un leve suspiro André, quien se veía decidido a revelarle todo sin darse cuenta lo irreverente de sus palabras... - si mueres... y has sido alguien bueno... pasearás eternamente en un barco por todo el universo... ¿no suena fantástico?

Hubo una pausa larga por parte de los dos; por un lado André se mostraba como todo un erudito de su tema, por otro lado Carlos observaba a André cual si fuese un pobre diablo soltando barbaridades. De pronto Carlos, sin aguantar más y muy de su estilo burlón, se soltó a reír ahí sentado provocando gran eco de sus carcajadas en todo aquel bosque; André quien se mostró muy molesto por que este no le creyese, replicó...

- ¡Es cierto!

- Esclavo... - apenas podía hablar Carlos, quien poniendo sus manos en el abdomen hacia un esfuerzo para ya no reír -... creo que ahora... ya eres un idiota completo...

- Yo lo he visto – respondió André sin chistar – lo que te digo es cierto... suena increíble lo sé pero...

- ¿Suena increíble? – interrumpió rápidamente Carlos quien continuaba riendo – no es increíble... ¡Es ESTÚPIDO!

- Por favor debes creerme, si te lo digo es porque quiero ayudarte – dijo André con un tono muy sincero.

- ¿Quieres ayudarme? – Carlos dejó de reír de repente, su faz era otra más seria – repite nuevamente eso esclavo... ¿Tú, ayudarme a MÍ? – la voz de Carlos era completamente profunda, mientras que André ahora puesto de pie, asintió sumisamente – ¿en qué crees que puedes ayudarme idiota?... ¡Tú no me ayudas en nada! ¡Por ti estoy como estoy! ¡Tú deberías estar así no yo! ¡Tú deberías estar muerto! ¡Maldito esclavo deja de hablar idioteces! – Carlos parecía por poco ya echar espuma por la boca.

Más allá de la Vida // (1ra Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora