Más allá de la Vida // (1ra Parte)

XI. Los Inanimados

Fue una noche muy larga para André, pues horas después de que la mujer se había suicidado, un hombre de cuarenta y cinco años aproximadamente, se había hecho presente en el mismo lugar y en la misma ubicación, y tras reclamar al cielo por no tener una mejor salud, se dejó caer al abismo, mientras que André gritaba a toda fuerza que no lo hiciese, pero otra vez, parecía ser ignorado. Una tercera persona llegó al lugar casi amaneciendo, era más joven que los anteriores, y se trataba nada menos que de una señorita que seguramente rodeaba los veinte años, la misma escena y la misma decisión de llegar a un forzado final para su vida; sus palabras indicaban un embarazo imposible, y con plena seguridad en sí de que esto sería la hecatombe de su vida, decidió terminarla sin importar más, mientras que André hacía todo esfuerzo inútil por cambiar su destino, y fallando miserablemente. Había sido solo una madrugada, y André se encontraba exhausto, no sabía si lo que presenciaba era la razón del no dormir, o si esto sería por el hecho de ser una montaña. Las escenas de suicidio habían golpeado duramente a André haciéndolo despertar de su idea que en un principio, parecía fríamente lógica, pero que ahora finalmente aceptaba, era un ideal tétricamente turbio que rayaba entre lo cobarde y monstruoso, y sin duda alguna, atentaba contra cualquier significado que la vida pudiese tener. André entraba por momentos en episodios de profunda desesperación y locura mínima de ver a lo lejos, que esta sería su vida de ahora en más, y sabía plenamente que no lo soportaría. André gritaba al cielo y hacia cualquier parte dónde su vista lograra llegar, pidiendo a lo que fuese, que detuviese la hórrida pesadilla que le estaban haciendo vivir, era claro su arrepentimiento, pero nada; seguramente pedir disculpas y mostrar arrepentimiento ya no eran suficientes, probablemente esta era una situación en que estos actos no tenían la valla lo suficientemente alta como para ser tomado en serio por cualquier entidad o presencia como el mayordomo o el hombre que le había explicado brevemente a André su destino y el de Carlos; pero aun así, André comenzaba a dudar del porqué nadie, tan siquiera mínimamente, le tomaban cierta atención, ¿acaso el deseo de suicidio de esas personas era tan grande que podrían pasar tranquilamente por alto los suplicios de André?, o simplemente ¿era imposible comunicarse con el exterior? André intentó probar esto último, soltando el tono de voz más alto que podría exclamar, y sin más pensar, gritó "¿Puede alguien oírme?"; ni siquiera estas palabras ahuyentaron a las aves que se encontraban sobrevolando cerca de él; pero de pronto escuchó una respuesta que lo puso en alerta...

- ¡Ya deja de gritar! – dijo la voz de alguien que definitivamente estaba llorando, es más, se encontraba muy cerca.

- ¿Quién dijo eso? – preguntó André tras unos segundos, y dirigía la vista a todos lados, pues no lograba darse cuenta de dónde provenía la respuesta.

- ¡Pues yo! ¿Acaso también estás ciego? – volvió a responder la voz misteriosa, era de un hombre con una voz cortada por su propio llanto.

- ¡Oye tú! ¿Dónde estás? – André logró darse cuenta que aquella voz provenía de entre los árboles, en especial de ese gran árbol justo enfrente de él – Por favor sal de ahí ¿cómo es que puedes escucharme?

- ¿De dónde quieres que salga? – el llanto de aquel hombre ya resultaba enserio algo fastidioso, pues su quejar definitivamente se hacía cada vez más sonoro - ¿Acaso no ves cómo estoy o te estás burlando?

- Espera ¿qué?...- André miró fijamente al gran árbol que se encontraba justo enfrente de él, era el árbol que por mucho, ganaba a los otros en altura y grandeza, de grandes ramas y cuyas raíces se hallaban justo en las faldas de André, la voz definitivamente provenía de ahí - ...acaso... ese árbol... - André preguntó con cautela - ¿eres tú?

- ¿Por qué lo preguntas en ese tono? – aquella voz preguntó muy irritado – Tú eres una montaña... - y hasta se dio el lujo de sonar irónico y sarcástico remedando a André - ..."Oh, es un árbol, pero yo soy una montaña... ¿qué anormal?"