XII. La naturaleza aclama ayuda

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Poco a poco, la nube tomaba un camino ocasionado por un viento desigual, casi dirigido hacia dónde se hallaban André y Miguel; el hombre ahora podía ser visualizado por André, quien se dio cuenta que se trataba de un anciano; este se hallaba de pie casi flotando encima de la nube, también parecía ocurrir que el hombre estaba hablándole a esta, pero ni André ni Miguel, lograban escuchar lo que el anciano estaría diciéndole, seguramente, le estaría sermoneando de la misma forma que lo hizo con ellos. Luego de estar ahí un rato, pareció haber terminado su tarea, pues, casi mirando al cielo parecía estar dispuesto a marcharse; el pasar de los minutos y el viento habían acercado a la nube y el anciano hacia André y Miguel lo suficiente como para intentar sin dudar, hablarle y suplicar con la desesperación en su cúspide, que no se marchase, que querían preguntarle algo más, que merecían saber algo más; pero el anciano los ignoraba por completo, aunque seguramente sí los estaría escuchando. André recordó que la bufonada era una de sus características y para un individuo así, no debía ser muy difícil lograr que se quedara un rato más si es que lograban hallar las palabras correctas; André con una voz ronca por los gritos y suplicios, aclamaba...

- ¡Queremos otra oportunidad!

- ¡Por favor no te vayas! – también exclamó Miguel, aunque viendo que el hombre no les tomaría enserio con estos pedidos, recurrieron a otro método de palabras.

- ¿Acaso no escuchas anciano? – preguntó vacilante André.

- ¡Lo entiendo muy bien, es la edad! – respondió Miguel.

- ¡Los siglos no pasan en vano, el anciano no nos dará otra oportunidad por no poder escuchar! – exclamó André.

- ¡Escuchen muy bien los dos, par de burlones! – finalmente respondió el anciano muy irritado - ¡Las oportunidades se dan y hacen en la vida!... - seguido de un tono despectivo - ... no ahora que ya es tarde.

- Me juras entonces...- se atrevió a preguntar André con miedo a la respuesta - ¿Qué no existe ni una sola oportunidad de que pueda remediar mis errores?

El anciano no respondió; un gran silencio se hizo sentir, Miguel no sabía si esto significaba una afirmación o un duro penar de saber que no era posible una rectificación, pero para André la perspectiva era diferente; se dice que el quién calla otorga, y este fue el silencio que dio a entender a la montaña que sí existía algo que ambos pudiesen hacer; André sin esperar más un sí o no, suplicó...

- ¡Dínoslo entonces!... ¡Por favor!

- ¿Qué podemos hacer al respecto? – se animó Miguel a preguntar.

- U ocurre acaso que... - dijo André quién ya se cansaba que el anciano no respondiese -... ¿eres tú quién quiere vernos así por siempre?

- Sí es eso cierto, ¡deberías estar como nosotros! – exigió Miguel.

El anciano se exaltó un poco y ante la insistencia y molestia provocada por ambos, se tomó unos segundos para decirles antes de marcharse: "Ustedes ya están muertos y ahora esta es su nueva vida, este destino se les escogió y no fui yo; yo solo cumplo encomiendas del Señor... Se dice que un muerto no puede causar influencia alguna a los vivos pues ustedes ya no existen... Si tanto desean volver a la vida terrenal, demuestren lo contrario." Dicho esto último, el anciano desapareció.

El árbol le pidió a la montaña que le explicase las palabras del hombre pues no había entendido el mensaje; André le explicó brevemente que lo que el anciano quiso decir fue; que si lograban cambiar algo en una persona, algo que enserio ejerciera un cambio en su vida; podrían ellos regresar a la vida de antes. André se hallaba emocionado y Miguel iluminado por la esperanza; pero rápidamente llegó a ellos la idea del problema que afrontaban para lograr esto; ninguna persona los podía escuchar, además André por ser una gran montaña, ni siquiera podía moverse, solo era una gran estructura inútil abarcando gran lugar en el espacio; por otra parte Miguel, solo podía desplazar sus raíces por debajo de la tierra, solo unas cuántas de estas lograban salir al aire, y las distancias que estas alcanzaban eran increíblemente largas. André y Miguel podían ver como la oportunidad de volver a la vida, se iba desvaneciendo, y lograr lo que el anciano pedía pero con su lógica correspondiente, parecía algo imposible. André miró al cielo pues el llanto de mujer no había dejado de sonar. André se atrevió a preguntarle...

Más allá de la Vida // (1ra Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora