XIV. Diálogos y vendas caídas

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André y Miguel, se hallaban inundados en alegría; la gran ayuda de Valentina había valido cada esfuerzo de ella y nada había sido en vano, lograron cambiar el destino de alguien, lograron influenciar a una persona en el estado en que se encontraban; y que en un inicio dicha idea, parecía imposible. Pero tras unos minutos acabados el festejo, nada ocurría; André y Miguel entraban en ira y pánico de pensar en qué la tarea estaba cumplido, lograron cumplir el requisito del anciano, y nada estaba cambiando.

- ¡Oye anciano! – gritó André.

- ¡Lo hemos logrado! – siguió Miguel.

- ¡Cambiamos la vida de un hombre! – exclamó orgullosamente André - ¡Nadie se suicidó!

- ¿Dónde estás?

- ¡Preséntate ya! – gritó un colérico André.

- ¡Hicimos lo que pediste! – también le acompañó Miguel.

- Yo no pedí que hicieran algo – sonó finalmente la voz del anciano.

André y Miguel observaron rápidamente a todos lados intentando encontrar al hombre, pero este no se hallaba por ningún lado; ni en la copa del árbol, ni en la cúspide de la montaña, ni en arbustos, ni en el lago, tampoco en alguna nube, el cielo estaba despejado, pero era claro que era la voz del mismo anciano, la voz provenía de la nada...

- ¿Dónde estás? – volvió a preguntar Miguel.

- ¿Acaso eso importa? – respondió el hombre viejo.

- Pero sabemos que eres tú – afirmó André.

- Sí, tienen toda la razón, soy yo – dijo sarcástico el anciano - ¿cómo podría no ser yo?... yo soy yo, tú eres tú, y tú eres tú... y esa piedra es una piedra, y el sol es el sol...

- ¡Ya deja de burlarte! – cortó terminantemente André enardecido - ¡No es un juego! ¡Hicimos lo que nos dijiste!

- ¡Exacto! – afirmó el anciano – hicieron lo que les dije, no lo que les pedí... yo no pido nada... son dos cosas muy diferentes... yo no doy órdenes...

- ¡Bueno entendimos! – aclaró Miguel.

- ¡Ahora estás siendo más charlatán que de costumbre! – le replicó André.

- No se exalten... vamos de a pocos ¿sí? – sugirió el anciano – díganme ¿qué desean?

- ¿Acaso no prestas atención a nada? – preguntó André – dijiste que demostremos lo contrario de lo que suelen decir de los muertos... - André señaló el dibujo encima de él – pues bueno... lo hicimos...

- ¡Sí lo hicieron!... y la verdad estoy muy impresionado... - contempló el anciano quién admiraba aquel dibujo - ...fue ingenioso, ¿quién lo ideó?

- ¡Los tres! – afirmó Miguel.

- ¡Oh, cierto! – exclamó el anciano cuyo tono hablador era demasiado irritante - ...Valentina fue muy valiente, pero ella ya está en un lugar más tranquilo.

- ¿A qué te refieres? – preguntó André confundido.

- ¡Pues lo hicieron! – exclamó el hombre, quien finalmente apareció de pie en la misma zona donde las personas iban a parar por última vez cuando decidían suicidarse, justo al lado de André - ¡Lo lograron!

- ¡Sí... eso fue lo que estamos diciendo desde el inicio! – gritó encolerizado André.

- Lo sé, pero... quería que meditasen un poco acerca de... ¡lo grandioso que fue lo que hicieron! – exclamó el anciano.

Más allá de la Vida // (1ra Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora