C I N C O

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«Así que no te des por vencido, es sólo un romance de jóvenes amantes.»



(...)


Salí del hospital al lado de Nora, pronto el auto de mamá se estaciono frente a nosotras.

Abrí la puerta de la parte de atrás y subí, Nora se subió al lado de mi madre. Un silencio inundó el auto, apoye mi cabeza en el asiento y cerré los ojos para caer dormida.

(...)

—No es justo— escuche la voz de Nora y luego un golpe.

—La vas a despertar— susurro mi madre —No importa, no me duele.

Escuchar aquellas palabras me hizo recordar varias imágenes, abrí los ojos para mirar el retrovisor, mi madre me miraba fijamente pero lo que me llamó la atención fue el morado en su mejilla, entre cerré los ojos y ella puso su mirada en el camino.

—¿Qué te pasó?— pregunté, me miró asustada.

—Hace mucho no me hablabas— sonrió con tristeza.

—Te hice una pregunta— mire por la ventana —Y me enseñaste que es de mala educación no responder las preguntas de los demás y cambiar de tema— coloque un mechón detrás de mí oreja y espere a que ella respondieran pero no lo hizo —Mi padre te pego.

El auto había estacionado frente a la casa, mi madre seguía en silencio y mirando al frente, sus nudillos se estaban volviendo blancos por la fuerza que ejercía en el volante.

Bajé del auto y camine hasta la puerta, estaba entreabierta así que entre. Mi padre estaba sentado en uno de los sillones con una botella en la mano.

—¿Un desmayo?— su tono de voz era frío, hace tiempo había dejado de ser tierno —Es lo más patético que he visto Sara— una carcajada salió de su boca.

Empecé a caminar hacia las escaleras pero él sostuvo mi muñeca.

—¡No me ignores!— gritó —Ya me cansé de que me ignores. Me cansé de pagarte una maldita psicóloga. Me cansé de que no nos digas que pasó en realidad. Me cansé de ti.

Sus palabras dolieron más de lo que yo quería. Aunque ya me había acostumbrado a uno que otro mal comentario de parte él, esto si que sobrepasaba todo.

—¡Vete al demonio!— grite tan fuerte como pude —Eres tan miserable que ni la psicóloga me la pagas— y era cierto, María era un psicóloga del Estado dispuesta a ayudar a cualquiera que lo necesitara.

La rabia se vio en su ojos, la botella cayó al piso y decidió ponerse de pie.

—Escúchame bien— dije. Había tenido el coraje atrancado por días, meses y era el momento de que me escucharan —Estoy cansada de que me preguntes qué pasó esa maldita semana— quite mi mano de manera brusca —¡La peor maldita semana de mi vida! Si tengo una psicóloga es por que necesito ayuda para procesar toda la mierda que pasó.

—¿Seis meses? ¡Han pasado seis meses!— se acercó un poco más a mi, sólo me sacaba unos 3 centímetros.

—Si, seis meses. Aunque no lo creas fue duro lo que pasó— mi coraje se estaba perdiendo y pronto empezaría a llorar —Se que fue duro haberlo perdido... Y se que lo que me pasó te importó una mierda, te dolió fue su pérdida pero no fue mi culpa, tampoco de mi madre, así que te pido que no la vuelvas a golpear— se quedó callado por unos segundos —O si no, yo te enseñaré a no hacerlo.

Lo vi levantar su mano pero rápidamente la sostuve.

—Ni lo intentes— la rabia crecía de nuevo en mi —No lo voy a permitir, no más.

Me giré para subir a mi habitación y encerrarme.

Me senté en la cama y agarre las sábanas con fuerza, había podido hablar, sacar todo lo que tenía sin tartamudear o susurrar.

Me sentía un poco pero sólo un poco orgullosa de mi.

(...)

Luego de seis horas cargando el celular que no utilizaba hace meses, lo tome y lo encendí.

Busqué por todas partes la pequeña libreta en la cual tenía anotadas mis contraseñas de redes sociales y esas cosas, eran tantas que se me olvidaban una que otra.

Desbloqueé el celular y empecé a abrir las Apps, miles de notificaciones y mensajes que por ahora no respondería.

Sólo me importaba ver una cosa.

Anote el número que tenía el papel y comencé a teclear.

Sara; 21:40pm.

¿Hola?

Envíe el mensaje y rápidamente recibí una respuesta.

Número sin nombre; 21:42pm.

Hola :))

Sara; 21:43pm.

Chico sin nombre.

Número sin nombre; 21:44pm.

¿Chico sin nombre? jaja. He de suponer que eres Sara, la chica que no habla.

Sara; 21:45pm.

Supones bien, soy... Un poco tímida.
Y... Aún no se tu nombre.

Número sin nombre; 21:46pm.

Lo había olvidado, soy Asthon.

Sara; 21:47pm.

Es lindo.

Y luego de eso no recibí respuesta alguna, puse el celular en la mesa de noche y me acosté a dormir.

(...)

Me levanté en medio de la noche gracias a mi estómago que rugía por comida.

Mire el reloj y eran las 3:30am, bajé de la cama y camine descalza por toda la habitación, cuando llegue a la puerta la abrí y salí al pasillo.

Todo estaba demasiado oscuro así que decidí devolverme y tomar el celular, cuando empecé a bajar las escaleras escuche algo y un escalofrío paso por mi espalda.

—Esta mierda no tenía que salir de esta manera— la voz era de mi padre, bloquee el celular y bajé lentamente los escalones.

Una de las pequeña lámparas de la sala estaba encendida, pude ver la silueta de mi padre sentando en uno de los sillones dándome la espalda.

—No es fácil para mí, ya me cansé de todo esto— su voz se iba disminuyendo —Prefiero matarlos— sus palabras salieron con tanta tranquilidad, empecé a retroceder un poco para llegar a la cocina y tener un mejor escondite. —Ahora debo ir a dormir con alguien— su tono de voz fue burla, luego soltó una carcajada y se levantó del sillón apagando la lámpara, escuche la puerta de la entrada abrirse y luego ser cerrada con sumo cuidado.

Espere un momento y encendí el celular, camine hacia la cocina y encendí la luz.

¿Matarlos? ¿a quién quería matar?

¿En qué clase de persona se había convertido mi padre?

Ella Es Perfecta©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora