T R E I N T A - P.2

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DÍA 1.

Su cuerpo temblaba por el frío que hacia, su cuerpo estaba realmente encogido tratando de darse un poco de calor con su extremidades, frotaba sus manos para provocar un leve calor pero era inútil y así mas daño se hacia, sus muñecas estaban demasiado apretadas, tanto que no podía separar las ni dos centímetros.

Mas o menos habían pasado dos o tal vez tres horas desde que despertó. El pequeño ruido del viento entrando por las pequeñas rejillas de la ventana era su única compañía, y lo único que se escucha.

Intentaba soltarse cuando la puerta que ella no había notado se abrió.

—Solo pierdes energía tratando de soltarte— dijo aquel extraño, era un hombre su voz era demasiado fuerte y gruesa.

—¿Dónde estoy?— preguntó, su garganta estaba seca.

—Eso no importa— respondió.

Sara no había derramado ni una sola lágrima, tal vez porque aún estaba en estado de shock o solo no podía llorar.

—Sabes, pensé que estarías como una niña pequeña llorando y suplicando por tu vida— añadió el hombre mientras se sentaba en el suelo.

Un silencio se formó entre los dos, aquel extraño solo miraba a Sara y ella solo miraba el suelo, dejó de hacerlo cuando el hombre se acercó a ella y puso una botella a escasos centímetros de sus manos.

—No puedo tomarla— dijo ella, mientras miraba la botella, su garganta reclamaba un poco de agua.

—Ya verás tú como te la bebes— y sin más salió de la oscura habitación.

Sara acercó su cuerpo más hacía sus manos, y con su boca tomo la botella y luego la puso entre sus antebrazos. Maldijo internamente cuando trato de abrir la botella con sus dientes pero esta estaba demasiado apretada, luego de varios intentos logro aflojar la, un fuerte dolor se instaló en su boca.

Como pudo bebió el agua de la botella, la dejo hasta la mitad ya qué tal vez luego la necesitaría.

La noche iba cayendo, el frío aumentaría muy pronto. Aquello parecía una película de miedo, de esas donde las personas sufren demasiado... Pero apenas esta película comenzaba.

(...)

—Eh, pequeña zorra— la voz fuerte y una gran patada hicieron que Sara se despertará.

Pronto empezó a toser y a quejarse por el gran dolor en su estómago.
Miro al hombre que le había propinado el golpe, no era el mismo de ayer, su cara estaba tapada solo dejaba ver sus ojos, color que Sara no pudo distinguir.

—¡Vamos a darte un baño!— dijo, su voz sonó demasiado sarcástica.

—No quiero un baño— dijo ella como pudo.

-¿Adivina qué? No te lo pregunte- y aquel hombre salio de la habitación riendo.

Pronto entro otra persona, desató las manos de Sara y la levantó del antebrazo con fuerza, las piernas de Sara no reaccionaron al instante lo que hizo que cayera al piso de nuevo y fuera arrastrada por aquel bruto hombre hasta que se levantara.

Su cuerpo dolió al volver a una postura decente, su columna empezó a doler. Miro sus manos viendo cómo la cuerda había pelado su piel, abriendo la y dejando leves morados.

-Es mejor que te portes bien. Así no te castigara más de lo debido- la voz suave hizo que quitará la vista de sus muñecas y buscará la persona que le hablaba, una chica rubia frente a ella.

La chica tenía un leve morado en su mejilla, su pelo estaba mojado y temblaba de frío, la ropa en su cuerpo era escasa, traía solo una camisa larga y Sara dudaba que trajera algo debajo.

-Camil, lárgate. Ahora.- gruño el hombre que sostenía el antebrazo de Sara, ella se giró a verlo.

Su cabello negro brillante, su piel blanca, las facciones de su rostro tan duras y sus ojos grises, eran la completa pérdida de cordura de una mujer. Era demasiado guapo pero ahora a Sara solo le daba asco.

-Portate bien- susurró Camil cuando paso por el lado de Sara.

Sara no pudo responderle o preguntarle que hacia allí, ya que el hombre que sostenía su mano la jalo más rápido.

-No puedo caminar tan rápido- se quejó Sara cuando estuvo apunto de tropezar, sus piernas empezaban a dar pequeños espasmos.

-¿Por qué me toca esto a mí?- preguntó al aire el hombre, Sara lo miro sin entender cuando se detuvo.

Él solo se quejaba de porque le había tocado este camino, de porque su padre lo obligaba a trabajar en esto.

Con el tiempo había aprendido a ser duro, o más bien a aparentar serlo si no el saldría lastimado.

Había deseado muchas veces decirle a las mujeres que pasaban por allí que todo iba a estar bien, pedirles perdón por ponerles las manos en su cuerpo, por tratarlas como no lo merecen, pero eso... Se había quedado en deseos.

Al mirar los ojos de Sara su corazón se encogió, en sus ojos se notaba la confusión, no había miedo en ellos y eso fue lo que más le dolió. Si ella no tenía miedo, aquellos hombres se encargarian de que ella temiera hasta de su sombra.

-Será rapido- pronunció con dolor.

Siguió jalando el brazo de Sara, ya que si la cargaba sería aún peor, la verían como la "chica rebelde".

-Vaya, vaya- fue lo primero que dijo un hombre de más edad al ver entrar al gran cuarto a Sara y su acompañante.

-Aquí esta- el chico soltó a Sara la cual casi cae al piso.

-No pensé que era alguien tan bonita, Matthew- hablo de manera burlona.

Sara miro a su alrededor, la habitación era demasiado grande, parecía más como un lavadero de carros, el piso estaba mojado, la manguera al lado del viejo hombre compro su teoría, con eso habían bañado a la chica de hace un rato, Camil.

-Quitate la ropa- Sara salió de su trance y frunció el ceño al escuchar lo que aquel hombre le exigía.

-No.- Sara respondió firme, Matthew maldijo.

-Puedes bañar la con la ropa- optó por decir Matthew.

La mirada que le dió el hombre mayor a Matthew hizo que este saliera de la habitación dándole una última mirada a Sara.

-Bien pequeña niña, haremos un trato- Sara prestó atención a lo que decía -Estoy de buen humor, así que te doy la oportunidad de que te quites la ropa por ti misma y te pares en aquel lugar- él señaló la pared del fondo -O lo hago yo, aparte de que te ganarás unos buenos golpes, también que te toque un poco. ¿Qué eliges?

Sara se encogió un poco al escuchar aquellas palabras, su estómago dolió al recordar la patada que le habían dado minutos atrás.

Tomo el dobles de su camisa y la saco por su cabeza, quito sus zapatos y desabrochó sus jean para quitarse los, dejó la ropa en el piso lo más lejos del agua que pudo.

-Espero te guste el agua fría- se burló cuando vio a Sara caminar hacia la pared, ella trato de taparse sus partes íntimas.

Pronto el agua de la manguera golpeó su cuerpo fuertemente, chilló mientras su cuerpo empezaba a temblar, ella solo quería que todo pasará rápido.

Ella Es Perfecta©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora