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Especial II

Nuevamente el destino vacacional familiar seria Tailandia, a sus nueve años nunca entendió la obsesión de su padre con aquel país. Pero nuevamente se encontraba en aquel parque frente al edificio.
  Hoy era su cumpleaños número diez, él ya sería un niño grande por lo que en cierto punto estaba feliz.
     El sol brillaba fuertemente en un cielo despejado, el árbol le bridaba un reconfortante refugio del calor mientras consumía una paleta helada. Su armonía fue interrumpida por el llanto que provenía del otro lado del árbol.

_ ¡Oye! ¿Puedes callarte? - ordeno en un tono odioso, pero sus quejas fueron ignoradas, debido a que había utilizado el coreano. - Tú ¿Puedes hacer silencio? - Volvió a ordenar, esta vez en su muy poco fluido tailandés y colocándose frente al productor del llanto.
_Lo siento - Se disculpó el niño, mientras se limpiaba las lágrimas que aun recorrían sus mejillas, el corazón del pequeño coreano por algún motivo desconocido, acelero su latido mientras que sus mejillas se tornaban de un color rojizo. - No volveré a molestarte - se disculpó el niño tailandés, esta vez hablando en coreano.
_ Espera - El jovencito freno su paso - ¿Acaso hablas coreano? - El otro niño asintió - Entonces ¿Por qué me ignoraste la primera vez que te hable? - Pregunto furiosamente.
_No pensé que me hablaras a mí, aquí nadie lo hace - Comento apenado, mientras que las lágrimas nuevamente querían escaparse de sus ojos, en ese momento el joven coreano se percató de que el otro niño se encontraba lleno de polvo, mientras que de su pierna salía sangre debido a una herida en su rodilla.
_¿Que te sucedió? - Rápidamente el niño tailandés cubrió su rodilla queriendo tapar la herida. Pero fue imposible dado que una mano se interpuso - Vamos, te curare - Y por alguna razón el niño solo obedeció.

Esa tarde fue una muy feliz, el niño tailandés resulto ser muy agradable y ambos parecían conocerse de toda la vida. El coreano felizmente soplo las diez velas de su cumpleaños frente a su nuevo amigo, esa tarde el niño coreano le regalo un collar mientras prometían volver a verse cada año.
Ese mismo año nuevamente otro secreto familiar se cobró una vida, la vida de la mama de él joven coreano. Algo que lo marco para siempre, pudriendo su corazón hasta lo más profundo y las sonrisas ya no formaron parte de su vida. Pero en algún punto sus escasos recuerdos con el niño tailandés, lo llevaban a un lugar lleno de sentimientos. Donde elegía reconfortase.

Lost In You - MarkBamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora