- Vaya, vaya... Mira a quién tenemos aquí- alzo mi cabeza para ver de quién proviene esa voz que me resulta familiar y cuando le veo, no puedo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
- Piero- intento levantarme para saludarle pero soy incapaz.
- Veo que alguien se lo está pasando muy bien esta noche- ríe.
- Ni te lo imaginas- le digo pero debe de notar algo raro en mí porque frunce el ceño.
- Rocío, ¿estás bien?- me pregunta poniéndose de cuclillas.
- ¿Por qué no lo iba a estar?
- No sé, me lo dicen tus ojos. Tienes la mirada apagada.
- Por favor, Rocío, no llores. Aguanta- me digo a mí misma.
- Estoy perfectamente, Piero- le digo intentando dibujar en mi cara la mejor sonrisa que pueda crear.
- ¿No quieres hablar de ello?- pregunta preocupado.
- Estás un poco pesadito, eh- le digo poniéndome a la defensiva.
- Vale, entonces no te importará que me siente a tu lado.
- Hazlo, estamos en un país libre- le digo encogiéndome de hombros.
Estamos un rato en silencio. No sé qué pretende.
- Parece que se ha quedado buen día- me dice al fin.
- Sí- le digo sin más.
Ambos volvemos a quedarnos en silencio.
- Qué día más bonito San Valentín, ¿no crees?- dice estirando sus brazos a lo largo del respaldo del banco.
- Supongo- no tengo ganas de darle conversación.
- ¿Cómo es que no estás con tu enamorado?- pregunta y me remuevo en el sitio.
- Yo no tengo ningún enamorado- le digo pero me tiembla un poco la voz.
- ¡Te pillé!- exclama.- Sabía que algo te pasaba.
- ¿De qué hablas?- le pregunto nerviosa.
- ¿Estás así porque te toca pasar este día sola?
- Siento decepcionarte pero yo no soy tan frívola- le digo terminando mi cigarrillo.
- Entonces, si no es por eso, sólo queda una opción- dice pensativo.
- ¿Cuál?
- Te han dejado plantada.
Al instante me levanto y me marcho. Noto que Piero corre tras de mí.
- ¡Espera!- me sujeta por el codo y gira hacia él.- Nunca viene mal hablar con alguien para poder desahogarse- me dice con una sonrisa tan sincera que no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas- No, por favor, no llores- me dice cambiando su gesto a uno triste.- Ven- me acerca a él y me abraza.- Todo va a salir bien- ante eso no puedo evitar llorar más.
Soy como un grifo, cuando me abren, ¡no paro!
- Soy tan estúpida- digo en su pecho.
- Ni se te ocurra decir eso- dice frotándome la espalda.
- Parece que tengo un imán para que todo salga mal.
- Shh, tranquila- me separa de él pero me sujeta por los hombros.- Mírame, Ro- alza mi barbilla con su dedo índice.- No sé exactamente porqué estás así, pero se acabaron las lágrimas. No merece la pena llorar.
- Pero no lo puedo evitar- hago un puchero y él sonríe. Vaya numerito que le estoy montando al pobre.
- Vamos dentro. La noche no ha hecho más que empezar- sonrío contagiándome de su positividad y entro junto a él.
Miriam, Mónica y yo nos juntamos a Piero y sus amigos. Son realmente divertidos y hacen que me olvide esa noche de Michael. No entiendo porqué me ha jodido tanto el plantón que me ha dado.
Bailamos y bebemos, bebemos y bailamos. No paro de reír gracias a Piero. Me alegra haber conocido a alguien tan sencillo y visceral como él.
Miriam y Mónica deciden marcharse ya, pero yo les digo que me quedaré un rato más con Piero y ellas están de acuerdo. Saben que no estoy bien, pero es lo que más me gusta de ellas, que no me agobian a preguntas. Saben que cuando esté lista les contaré lo que me sucede.
°°°
Sinceramente, no sé cómo he llegado hasta el hotel de Piero, pero tampoco me preocupa mucho.
Estamos sentados en un sofá riéndonos de la primera estupidez que se nos pase por la mente.
- ¿Qué hora es?- le pregunto.
- Ni idea. ¿Te preocupa?- me dice con su imperturbable sonrisa.
- Para nada. Es más, creo que me voy a rellenar la copa- intento levantarme pero de nuevo no lo consigo, a diferencia de que esta vez tropiezo y caigo sobre Piero.
- Pesas como un búfalo- dice fingiendo ahogarse.
- Calla, debilucho- le digo riendo.
Nuestras risas van cesando y ambos nos miramos a los ojos en silencio. Ha dejado de sonreír y ahora me mira serio a los ojos.
- Haría algo, pero sé que a ti no te gustaría y no quiero estropear las cosas- me dice apartando un mechón de mi pelo que cae sobre mí cara.
- ¿El qué?- pregunto en un susurro.
No contesta. Se limita a mirarme en silencio. Veo como con su mirada recorre cada centímetro de mi cara. Algo en mi interior se remueve. En estos momentos no veo a Piero con los mismos ojos con los que le veía cuando le conocí. Mi respiración se acelera. En estos momentos, en mí cabeza no cabe nada más en lo que pensar.
- Hazlo- le digo.
- ¿Qué?- me pregunta frunciendo ligeramente su ceño.
- Lo que queráis hacer antes. Hazlo.
Él duda por unos momentos. Sé que no sabe si es lo correcto o no; ni siquiera yo lo sé.
- Rocío, tengo que advertirte de que soy de los que prefiere arrepentirse de las cosas que he hecho, antes de hacerlo por las que no.
- Entonces, ¿a qué esperas?- le reto.
Esta vez no lo duda. Acerca mi cabeza a la suya y me besa como si no hubiera un mañana. Me levanta sin parar de besarme y me alza para llevarme hasta su habitación. Me deja de pie en el suelo y finaliza el beso apoyando su frente sobre la mía y con la respiración agitada.
- ¿Estás segura?- me pregunta con los ojos cerrados.
Yo no le contesto. Me separo de su lado y él me mira. Yo comienzo a desabrocharme el vestido y éste cae al suelo dejándome en ropa interior.
- De pocas cosas he estado más segura en mi vida.
Él no se contiene más y se abalanza sobre mí dándome un beso cargado de pasión y lujuria.
Me tira sobre la cama y comienza a darme besos por todo el cuerpo.
- No quiero que mañana te despiertes y te arrepientas de esto.
- No lo haré. Te lo aseguro- le aprieto más contra mí y ahora soy yo quien le besa.
¿Realmente sé lo que hago? No, pero como dice Piero, no me arrepentiré de las cosas que no he hecho.
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Rocío y sus novios
ChickLitRocío es divertida, ingeniosa y trabajadora. Un personaje que te recordará a ti misma. Pronto aparecerán en sus vidas dos hombres que lo cambiarán todo para ella. Una historia con una mujer real, con los mismos problemas e inquietudes que todas pod...