27. Lady Marmalade

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- Siéntate, bastante ya es que hayas llegado tan tarde- le recrimina Gael mientras se sienta.

- Mira, Gael, no estoy para sermones- dice mientras toma asiento entre Gael y yo, dejándome a mí entre Piero y él- ¡Qué estampa! Esto va a salir mal...-.

- ¿Qué pasa, tío? ¿Estás con la regla?- pregunta Piero riéndose y yo no recuerdo un momento en mi vida en el que haya estado más tensa.

- Ojalá...- dice Michael soltando un gran suspiro.

- ¿Qué ha hecho esta vez el chaval?- pregunta riendo Gael y Michael se tensa en el acto- ¿Chaval? ¿A quién se refiere?- me pregunto confusa.

- Prefiero no hablar de ello- cambia de tema tajante.- El caso es que he perdido el vuelo y he llegado hace una hora a la ciudad- dice mientras yo como sin levantar la vista del plato.

Noto su mirada clavada en mí. Yo no me atrevo a devolvérsela. No sé si me siento mal o qué, pero esto es demasiado. Estoy sentada entre los dos, son amigos y ninguno sabe que me acosté con el otro. ¡Esto es surrealista!

- ¿Qué haces aquí?- me susurra Michael sin que nadie lo note.

- No, qué haces tú aquí. Yo ya te dije que vendría a Italia- susurro también.- Podrías haberme avisado- le digo enfadada.

- No me preguntaste- dice mientras sigue comiendo.

Yo bufo ante su comentario llamando la atención del resto de la mesa.

- ¿Estás bien, Zanahoria?- me pregunta Piero acariciando mi espalda cariñosamente.

Noto como Michael gruñe a mi lado.- Joder, ¡qué tensión!-. Piero le mira frunciendo el ceño pero lo deja pasar.

- Sí, sí... - contesto sin mirar tampoco a Piero.

De pronto noto una mano tocar mi rodilla derecha. Michael.

- ¿No hace mucho calor aquí?- pregunto abanicándome con la servilleta.

- ¡Mickey, amor!- dice una mujer acercándose a nuestra mesa.

Estoy segura de haberla visto en alguna otra parte.

- La que faltaba...- susurra Piero serio.

Miro a Michael y veo como aprieta los labios. La chica se abalanza a él por la espalda y lo besa en la mejilla.

- Hola, Pierito, no te había visto- le saluda con la misma efusividad- ¿Pierito? Dónde he oído yo eso ant... ¡Ay, Dios! Ya sé quién es.

Miro a Piero con gesto de sorpresa y él asiente con la cabeza- ¡Cojonudo, éramos pocos y parió la abuela!-.

- Jessica, ¿qué mierdas haces aquí?- dice Piero zafándose de su agarre.

- Ay, Pierito- dice haciendo un puchero,- mira que eres antipático. Para tu información, he venido de acompañante de un amigo.

- Ya me conozco yo a tus amigos...- murmura Piero.

- Bueno, os dejo seguir disfrutando de la cena- se acerca al oído de Michael- En cuanto a ti, espero que me reserves un baile- dicho eso se marcha por donde ha venido.

- Mike, lo siento,- dice Gael apurado,- no sabía que vendría. ¡Lo juro!

- Tranquilo,- dice Michael sin mirarle,- sigamos como si no hubiese pasado nada.

La cena sigue su transcurso pero la tensión ahora se ha distribuído hacia todos los comensales, y no sólo a mí como antes. Miro a Michael esperando a que él me mire pero nada. Hago lo mismo con Piero pero él vuelve a tener el gesto serio que tuvo cuando nos la encontramos en Madrid. No me entero de nada. Quiero preguntar pero éste no es el momento.

Entre esto, traen el segundo plato y los miembros de la mesa intentan romper el hielo con los primeros temas de conversación que se les pasan por la cabeza. Michael tiene la mirada perdida- siendo egoísta, al menos no me tengo que preocupar de lo que pasó con estos dos-. Primera vez en la noche que me relajo. Bebo de mi copa y la vuelvo a dejar sobre la mesa. De pronto, Piero pasa la mano por detrás de mi cuello, me acerca a él y me da un beso en la mejilla.

- ¿Qué tal todo, preciosa?- me pregunta con la voz ronca- ¡A tomar por culo! ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Esto es un sinvivir-.

Cuando miro a Michael, él tiene la mirada fija en nosotros.

- ¿Se puede saber qué coño pasa aquí?- pregunta cabreado Michael- Yo, Rocío Callaghan Gómez, dejo mi Seat Ibiza blanco a mi hermana y mi perro Luck a mi amigo Nacho-. Cuando termino de recitar en mi mente mi testamento, giro mi mirada hacia Piero- no digas nada, por tu vida, Piero, cierra esa boca de italianini que tienes...-, rezo internamente.

- ¿A qué te refieres, Mike?- mierda.

Mi corazón va a mil por hora- ¡cazada!-.

- A que quites tus jodidas manos de mi nov...

- ¡Joder!- digo en español levantándome de golpe.

Todos se quedan en silencio y me miran, junto a otras personas sentadas en las mesas de nuestro alrededor.- Mierda, ¿qué hago ahora? Vamos, Rocío, piensa, piensa, piensa... ¡Lo tengo!-.

- No puede ser... ¡Soy alérgica a los cacahuetes! Necesito irme ya mismo al hospital. Ya empiezo a notar como se me inflama la garganta- toso al más puro estilo de los anuncios de Frenadol.

- Rocío... La lubina al horno no lleva cacahuetes- me dice despacio Gael como si estuviese loca.

- Oh, vaya...- me estoy empezando a encontrar mal de verdad- Necesito salir un momento a que me dé el aire; no me encuentro bien- digo retirando mi silla hacia atrás.

- Te acompaño- se levanta Piero.

- ¿Por qué la vas a tener que acompañar tú?- pregunta Michael inquisitivo y yo empiezo a respirar agitadamente.

- Rocío...- oigo que dice Gael y se acerca corriendo hacia a mí para sujetarme mientras los machos alfa discuten.

- No me encuentro bien...- le digo a duras penas.

Hemos llamado la atención de medio salón- por favor, que acabe ya esta agonía... Ésto sólo me puede pasar a mí-. Cada vez me cuesta más respirar.

- Ro, cariño, tranquila- me dice Gael como me hablaría mi padre- te está dando un ataque de ansiedad- me sienta en la silla de nuevo- Coge aire profundamente por la nariz y suéltalo lentamente por la boca- mi mirada se desvía hacia la pareja que ha provocado esto- por mi culpa, sí, pero como no diga que es por ellos, ya sí que sí me da un hamakuko-. Mírame a mí, Isabella, hazme caso, no les mires a ellos, sólo haz lo que te he dicho que hicieras- lo hago y me comienzo a relajar poco a poco.

Al rato, miro a Piero y Michael pero éstos ya no me miran a mí, sino a mi jefe.

Rocío y sus noviosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora