Capítulo I

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Él siempre era el primero en saludarme cuando volvía a la celda. Siempre que llegaba, él venía hacia mí como un pequeño cachorro que veía a su amo volver. Así era Nico, cada vez que volvía de entrenar, dejaba lo que estaba haciendo para venir a saludarme.

—Hoy viniste más temprano, ¿o me parece a mí? —Nico levantaba la cabeza para mirarme, ya que era mucho más bajito que yo—

—Si, lo hice—le dediqué una pequeña sonrisa— No tenía muchas ganas de quedarme hoy.—Hice una pausa y lo miré. Él me observaba, escuchando atentamente cada cosa que decía—

Después de un rato de charla, Nico fue a continuar el manga que había dejado por la mitad. En cuanto se sentó, Uno y Jyugo entraron a la celda.

—¡Uno-kun! ¡Jyugo-kun!—soltó el peliverde mientras los veía entrar, sosteniendo el manga con sus pequeñas manos—

—Ya volvimos —Uno sonrió mientras agarraba del brazo a Jyugo y lo señalaba— He tenido que arrastrarlo hasta aquí, él no quería volver.

Uno era de esas típicas personas que sonreía siempre que podía. Se preocupaba por todos nosotros, aunque a veces hace algunas que otras tonterías que nos terminan metiendo en problemas.

—Aunque lo hayas dejado atrás, Hajime lo hubiera atrapado y lo traería a la celda en cualquier momento —me reí y los demás se sumaron a mi risa, menos Jyugo, que permanecía con esa típica expresión seria—Oh vamos, no te ofendas, pero no puedes negar que eres el más lento de todos.

—Ya lo sé, no hace falta que siempre me lo recuerden —Jyugo era de pocas palabras. Casi siempre se escapaba solo, y cuando no nos escapábamos los cuatro, lo hacía con Uno. Ahora que lo pienso, hace mucho que no planeábamos una fuga entre todos.

—Algún día serás rápido, Jyugo-kun, yo lo sé—Nico se señaló a si mismo con el dedo pulgar, cosa que hizo que Jyugo formara una pequeña sonrisa y asintiera. Nico podía provocarle una sonrisa a cualquiera. Será por su simpatía, su ternura o algo de eso, realmente no lo sé, pero no es una tarea difícil para él.

En cuanto volteé a ver la escena, noté que el peliverde me miraba. No entendía muy bien que pasaba, pero ninguno podía desviar la mirada del otro, hasta que Nico volvió a tomar su manga y centrarse en él. Yo dejé de mirarlo un rato después, no sé porque no podía despegar la mirada, simplemente estaba hipnotizado. 

—Rock, juguemos a las cartas, estoy aburrido de ganarle siempre a Jyugo —la voz de Uno me sacó de mi trance, cosa que hizo que sacudiera la cabeza. Me limité a asentir y a reírme un poco cuando escuché a Jyugo quejarse—

—Yo no soy malo jugando, es que tu eres muy bueno—bufó el heterocromatico, mientras se cruzaba de brazos. Uno sonrió—

—Lo sé, lo sé —soltó una risa y se sentó en el suelo acomodando las cartas, al mismo tiempo que yo me sentaba frente a él—

—El que va a perder soy yo —miré a Jyugo y él sonrió de lado— Uno es demasiado bueno.

—Ya dejen de halagarme y comencemos a jugar.

La tarde pasó bastante rápido. Obviamente perdí contra Uno aunque mi jugada no fue mala, tenía posibilidad de ganarle, pero en fin, que debes ser un experto o tener la suerte de que él se equivoque para poder ganar.

Los cuatro salíamos de la celda, dirigiéndonos al comedor para la cena. Jyugo y Uno iban adelante, y yo los seguía desde más atrás. Nico siempre va caminando junto a ellos o incluso va más adelantado, pero hoy se quedó a mi lado y así se quedó hasta que llegamos.

—Esta es mi parte favorita del día —sonreí mientras me sentaba y frotaba mis manos. Los chicos me miraron con una cara de ya lo sabemos. El comedor estaba muy tranquilo, saqué la conclusión de que varios reclusos se saltaron la cena, ya que había muchos asientos vacíos. Mientras comíamos y hablábamos como de costumbre, volví a intercambiar algunas miradas con el peliverde. Me preguntaba en que estaría pensando al mirarme. Su cara estaba serena y despreocupada, comiendo de a pequeños bocados, bajando la vista sólo para ver su plato de vez en cuando. Supuse que no estaría pensando en algo malo, pero nunca se sabe—

—Mañana nos fugaremos de nuevo, ¿verdad? —Jyugo miró a Uno, que estaba sentado frente a él. Éste asintió con una pequeña sonrisa mientras miraba su plato y jugaba con el tenedor.

—Últimamente se están escapando mucho juntos —Nico miró a ambos, con una sonrisa pícara— ¿Acaso tienen algo que ocultar?

—Sólo salimos a dar un par de vueltas por ahí, es todo —Eso no es algo que diría Uno. Debe ser muy aburrido solo salir a caminar, sabiendo que no pueden ir muy lejos debido a los guardias, así que siempre sería el mismo recorrido.

—Eso no me convence —se cruzó de brazos. Sabía que Nico pensaba igual que yo, era evidente que no sólo salían a caminar—

—No es algo que tenga mucha importancia, solo estamos por ahí un rato y volvemos —Uno asintió, dejando su tenedor a un lado del plato— Hoy, por ejemplo fuimos al salón de juegos.

El salón de juegos. El premio que Uno pidió por el torneo de año nuevo. Es cierto que ahí si se pueden hacer muchas cosas, pero igualmente... es extraño.

Los cuatro dejábamos el comedor, caminando a paso lento hasta la celda. Sentía como las cámaras grababan cada movimiento que hacíamos, te sentías observado, y a veces me daban ganas de romperlas todas. Fui el primero en llegar, puesto que ellos caminaban mucho más lentos, como si quisieran ganar tiempo. Yo me acosté y me dispuse a dormir, despidiendo a los chicos, que también se estaban preparando para dormirse. Nico estaba acostado ami lado, y como yo no podía conciliar el sueño, me dispuse a mirarlo. Se veía muy tranquilo, respirando con calma mientras se abrazaba a las sábanas. Cerré los ojos para intentar dormir, pero como no daba resultado, decidí abrirlos nuevamente. El peliverde me estaba mirando, yo me sobresalté un poco, ya que pensaba que estaba dormido. Formó una pequeña sonrisa y volvió a cerrar los ojos. Estaba un poco confundido y no entendía la situación. Era la tercera vez que cruzábamos miradas en el día, y se sentía extraño.

Agradablemente extraño.      

Love in Nanba | Fanfic EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora