PARTE 1
Eran tiempos de guerra. Todos se mataban entre sí, sin importar si alguna vez fueron amigos. Nadie vivía tranquilo, ahora tu mayor preocupación era que en algún momento cayese una bomba del cielo y matase a todos en tres segundos. Un pedazo de pan podía ser tu único tesoro en la vida. Vivías ahogado en el miedo que volaba en el aire, podías sentir el sufrimiento de aquellas personas que perdían su libertad en un campo de concentración y la muerte se respiraba. La felicidad se apagó como una llama bajo la lluvia, ya no recuerdo la última vez que alguien me sonrió mientras caminaba en el pueblo. La gente era gris, no cabía ni una mínima porción de alegría en ellas. Era como si alguien hubiese apagado el interruptor de sus almas.
Era 1941, y yo vivía en Varsovia, Polonia. Las fuerzas alemanas habían invadido desde hacía 1939, quedando atrapados en un infierno. Diario se oía en la radio y leía en los periódicos cientos de ataques a los judíos por parte de los nazis. Gracias a Dios yo era cristiana, pero eso no significaba que me salvaba de todo, los nazis podían llegar a mi casa y saquear todo lo que quisieran, o incluso abusar, si eso deseaban. Ya nadie caminaba tranquilo por las calles, y menos los judíos, quienes eran obligados a usar un brazalete blanco y una estrella que significaba que eran de esa religión, así los nazis podían hacer lo que quisieran con ellos.
En 1940, el centro de la ciudad quedo divida por una gran muralla que dividía a la comunidad de judíos de la nuestra. Más de cuatrocientos mil judíos fueron encerrados dentro de la comunidad, haciendo que se sobre poblara y que poco a poco se fuesen quedando sin comida alguna. El 30% de mis conocidos y amigos eran judíos, de los cuales el 25% no volví a ver jamás, ni si quiera pude decirles adiós. La sociedad estaba más que fragmentada, entre judíos, soldados y personas como yo. Ya no había respeto ante nadie, se había perdido la dignidad moral de casi todas las personas, era difícil confiar en alguien, incluso en tu propia familia.
Yo provenía de una familia de clase media-alta. Pertenecía a la grande familia de los Rutkowski, éramos bien conocidos por tener empresas y ayudar a ciertas fundaciones. Mi madre, Adelina Schwester, provenía de un pueblo cerca de München, Alemania– que por desgracia no logré adoptar su idioma como me hubiese gustado dado su temprana partida– y mi padre, Nikolai Rutkowski, era de la misma Varsovia. Ambos murieron en un choque aéreo en 1929 cuando yo tenía tan solo 6 años, dejándome posteriormente con mi tía, Janina Rutkowski. Era una mujer huraña, sin sentido del humor. No tenía hijos ni hijas a quien cuidar, así que era bastante dura conmigo. Ella creía que debía ser una mujer perfecta y refinada, ponía la educación ante todo, diario me enseñaba los modales correctos y los talentos artísticos que debía tener la mujer "perfecta". De esos dichos talentos desarrolle mejor la pintura junto con la música y la danza la deje atrás. Sabía tocar algunas piezas de piano pero no tan bien como copiar una flor en el campo con unas simples acuarelas. Siempre salía al jardín de mi tía a copiar toda clase de flores que me encontrara en mi camino, agregándolas a mi colección de pinturas botánicas. Eso me ayudaba a relajarme y distraerme un poco.
Nunca asistí a la escuela. Mi tía me enseñó todo lo necesario para seguir adelante, pero, entonces ¿cómo conocí a mis supuestos amigos? Pues, yo era una persona amigable y social, lo heredé de mi madre. Siempre buscaba forjar nuevas amistades con quien fuera, y resultó que con los que mejor me llevaba, después fueron vistos como una raza inferior a todos, enviados a los guetos y después a campos de exterminación. Mi vida cambió cuando empezó la guerra, todo se volvió de cabeza y sacó lados de las personas que jamás creí conocer. Cuando me enteré que había un nuevo ejército alemán denominado "Nazi", nunca me pensé que iban a llegar a ser tan fríos y desalmados como lo eran. Pero tampoco pensé que uno de ellos me haría. sentir algo que nunca había sentido antes ni que sería la razón por la que yo siguiera teniendo fe y esperanza ante el dios que creíamos haber visto marcharse y dejarnos en la agonía de la Segunda Guerra Mundial.
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En Busca de la Esperanza
Historical Fiction"Basta con una sola llama para encender muchas velas" Bianka es una joven polaca que vive con su tía, tras la muerte de sus padres, en Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Intrépida y curiosa, quiere conocer más allá de las fronteras de Polon...