Capitulo 9/ Guardando personas y secretos

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Ya llevábamos un rato caminando. Ninguno de los dos abrió la boca para hablar, hasta que Johan decidió abrirla.

-Tengo miedo.- dijo con un tono bajo. Voltee a verlo con cara de sorpresa, no me esperaba tal respuesta de semejante persona.

-¿Miedo? ¿Tú?- dije con una leve sonrisa sarcástica en mi cara, pero el nada más asintió.

-Tengo miedo de lo que está por venir, de lo que me vaya a pasar a mí y a los demás.- me detuve por un momento.

-¿O sea que  tienes miedo de lo que les vaya a pasar a ti y a tus amiguitos nazis? ¿No crees que lo tuviste que haber previsto antes?- antes de que pudiese decir otra palabra él se volteó hacia mi bruscamente.

-Mira Bianka, tú bien sabes mi situación, te lo explique hace unas horas, ¿y ni si quiera piensas en cambiar tu perspectiva hacia mi? No entiendo por qué tan bipolar sabes, creo que tú eres la del problema, no dejarías que nadie se acercara a ti, como entonces te quejas de que nadie te entiende ni te ayuda y tú no lo haces...- sus palabras continuaban saliendo de su boca y yo nada más lo miraba inmóvil.

-¡TENGO A ALGUIEN ESCONDIDO EN MI CASA! ¿Está bien?- le di la espalda rápidamente y seguí caminando.

-wowow espera un minuto, ¿que?- dijo interceptándome de frente jalándome del brazo.

-Lo que oíste, hace un momento llegó alguien desesperada por ayuda y la escon.- me interrumpió poniéndome la mano en la boca.

-No lo digas así de fuerte, si te escuchan, morirás.- quito la mano y seguimos caminando en silencio.

-¿Por qué?- dijo rompiendo el silencio.- ¿Por qué decidiste eso Bianka?.- me tarde unos segundos en responderle, tratando de poner mis ideas en orden.

-Cuando la vi y me miró, vi la misma mirada de un alma perdida sin nadie a su lado, la misma mirada que veo en el espejo día a día. Yo sé que estoy arriesgando todo por alguien que ni si quiere conozco Himmel pero sentí un gran impulso de hacerlo.- dije sin si quiera voltearlo a ver. Después de eso, no cruzamos palabra alguna, me dejo en mi casa y se fue.

Cuando entre a mi casa estaba mi tía leyendo en la sala. Cerré la puerta lo más delicado posible para que no se diera cuenta de que había llegado tan tarde, pero un paso en falso me delató.

-¿Donde rayos estabas Bianka?- dijo cerrando el libro bruscamente.

-Lo siento tía, solo fui a dar un paseo y despejar mi mente.- trate de huir hacia mi cuarto pero ella me lo impidió.

-¿Tu qué crees, que esto es un día normal? Bianka esto no es un juego. Estamos en guerra y lo sabes, tenemos a los soldados alemanas por doquier y tú andas vagueando por ahí a estas horas de la noche.- su tono de voz aumentaba cada vez más hasta que asentí nerviosa y corrí a mi cuarto.

Cerré la puerta con seguro y espere despierta a que mi tía se fuese a dormir. Después de un par de horas decidí ir a revisar a su cuarto a ver si estaba dormida, y así era. Baje sigilosamente dirigiéndome a la bodega. Antes pase a la cocina y agarre un pedazo de pan y un vaso de agua para dárselo a la muchacha. Encendí una vela y abrí la pesada puerta de la bodega, de primera estancia no vi a nadie.

-¿Hola? Soy yo no te preocupes.- dicho esto, aquella chica salió de la obscuridad aterrada. Miro el pan y el vaso de agua como si fuera algo que no había visto antes.

-Son para ti.- dije amablemente acercándoselos. Ella los tomo y devoró el pan y se tragó todo el agua.

-Gracias, infinitamente te lo agradezco.- yo nada más sonreí.

-No me dijiste tu nombre.- dijo sentándose a mi lado.

-Bianka, ¿que hay de ti?- ella me miró y sonrió.

-Me llamo Liza.- me quedé viendo el suelo por un par de minutos, como si mi cerebro no supiera qué es una palabra. Al poco tiempo me pare y me fui sin decir nada, volví a cerrar la bodega y regrese a mi cuarto. No sabía qué decir ni qué hacer, me había metido en un problema enorme.

A la mañana siguiente me arregle y baje a desayunar. Ahí estaba mi tía ya desayunando leyendo el periódico de todos los días.

-Bianka, es mejor que ordenemos la casa.- me quede atónita.

-¿Con cuál motivo?- me senté y agarre una tostada.

-Leí un aviso de que van a pasar a revisar todas las casas sin excepción alguna.- en ese momento me entró un ataque de nervios, mis manos temblaban al mismo tiempo que sudaban.

-Ah mira, para que?- tartamudee un poco.

-¿Qué tiene? No hay de qué preocuparnos. No somos culpables de nada.- sonrío e hice lo mismo. Si tan solo supiera en el lío que nos había metido...

Después de desayunar fui corriendo a buscar a Johan. Me encontré a su compañero y me dijo que estaba en las oficinas principales, no me gusto la idea de entrar pero tenía que hacer algo. Corrí hacia la oficina en busca de Johan. Pregunté a todas las personas que me cruzaba, nadie sabía, hasta que uno me dijo dónde estaba. Corrí a donde me dijo y llegue a la oficina en donde estaba y toque la puerta. Me abrió un señor ya mayor, con una mirada intimidante y el puro en la boca.

-Hola, busco a Johan Himmel.- el nada más se dio la vuelta y ahí apareció.

-¿Que haces aquí?- dijo sacándome de la oficina.

-Necesito tu ayuda, ahora.- creo que pudo notar mi expresión facial de preocupación y miedo.

-Ven conmigo.- me saco del edificio para que nadie escuchase. -Okay, ahora sí.- prosiguió.

-Esta bien, te conté parte de mi problema ayer, ya sabes lo que he hecho y por qué, pero ahora me enteré de que van a revisar todas las casas sin excepción, dime qué hacer estoy muerta!- dije alterada y agitada.

-Calma, tengo todo bajo control. Tienes suerte de que tenga la oportunidad de elegir que casas revisar.- en ese momento se me iluminaron los ojos.

-¿¡Tu revisaras mi casa?!- dije con gran emoción.

-Sí, solo porque estas loca y si te hubiera dicho que no lo hicieras, lo hubieras hecho de igual manera.- lo abrace fuertemente y salte de emoción. -Ey, pero tú te callas.- dijo poniéndome una mano en mi hombro.

-Si, si, si no lo arruinare más de lo que ya está.- dije entre risas.

Después de eso, no sentí miedo. Es como si Johan creara cierto tipo de protección la cual hacía que me calmara, y no solo por revisar mi casa sino por más cosas. Cuando estaba al lado de él me sentía segura, cosa que ya no sentía desde hacía tiempo.

Regresé a mi casa relajada, y cuando entre, mi tía estaba parada delante de la puerta. Se veía enojada.

-¿Tienes algo que decir Bianka?- dijo con una expresión seria. En ese momento mi felicidad se fue de nuevo, que tal si ya lo había descubierto?

-Que yo recuerde, no tía Janina.- dije con mis manos entrelazadas y mi cabeza cabizbaja.

-¿Ah no? Bianka, ya lo se, solo quiero oírlo de ti.- empecé a temblar de nervios, no tan notorio pero yo lo sentía como un terremoto.

-Tía, me es difícil explicarlo o si quiera aceptarlo, no sé por dónde empezar.- en ese momento a mi tía se le fue la cara seria y aprecio una sonrisa en su rostro, me estaba confundiendo.

-Me lo pudiste haber dicho antes querida.- dijo sonriente. Yo me reí igualmente disimulando.

-Eh si, ¿de que hablamos precisamente?- dije nerviosa.

-¿De que? o de quién, mejor dicho. No me dijiste que esa noche saliste junto con el.- dijo abrazándome.

Rayos, no sé que era peor, si tener a una judía escondida o que mi tía pensara que me gustaba Johan Himmel...

En Busca de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora