En cuanto llegué a mi casa puse la flor en agua. Ya había sacado mis acuarelas y algo en donde pintar cuando mi tía llego a mi habitación.
–Bianka, sé que acabas de regresar del pueblo, y esa es una flor bastante cara pero ese no es el punto, debo ir otra vez, necesito comprar un postre para mi prima que viene a tomar café en la tarde.– la verdad me daba un poco de flojera regresar de donde venía, pero si me negaba mi tía me guardaría rencor por un largo tiempo.
Yo solo asentí y comencé a guardar mis cosas para usarlas después. Acomodando mis acuarelas me di cuenta de que hace tiempo no leía algo nuevo, en esta esta ida al pueblo podría aprovechar para comprar algo en la librería. Agarre un poco más de zlotys para comprar mi libro y salí junto con mi tía.
–Una cosa más, ¿recuerdas que en esa cena que tuvimos, Suzanne no estaba?– preguntó mi tía de pronto.
–Si, ¿por qué?– ella respiro hondo y se puso a hablar.
–Bueno pues resulta que era judía y huyó.– me quedé pensando por un momento. Suzanne no era del tipo de persona a quien le gustaba huir pero entiendía la situación.
–Oh, no lo sabía, creí que se había ido por el mal trato.– dije, pero mi tía no dijo nada solo asintió y siguió su camino.
Ya habíamos llegado al pueblo, pero la pastelería estaba a unas cuadras más. La librería estaba justo enfrente de ahí, pero mi tía quería que escogiera el pastel con ella. Era la mejor pastelería de ahí, su olor atraía a cientos de personas, y cuando probabas cualquier cosa hecha ahí, te causaba un sentimiento de placer exquisito.
–Bien, quiero algo que no sea tan dulce, algo más bien frutal, ¿si?– mi tía me ordenó y busque la tarta de frutas. Cuando la tuve en mis manos la puse encima de la mesa para que me la cobraran. Mientras la envolvían, vi que mi tía salía a fumarse un cigarrillo.
–Dzięki.– agradecí y salí con mi tía. Le di la tarta a mi tía y ella la tomo con una mano mientras que en la otra sostenía el cigarrillo.
–Gracias querida.– yo nada más asentí. Mientras acababa de fumar, volteé a mi alrededor y a lo lejos vi a Johan caminando, como lo hacía usualmente para "vigilar". En su camino se encontró con una pequeña no más de tres años que lloraba perdida. Yo nada más vi como Johan se agachaba ante ella y empezaba a dialogar. La niña no contestaba nada, supongo que su madre le había enseñado a jamás cruzar una palabra con algún soldado alemán. Johan le ofreció una paleta y la niña la acepto con gran felicidad, la tomo y la cargo entre sus brazos para ayudarla a buscar a su madre. Pregunto a varias personas si conocían a la niña, pero todas lo negaban.
Mientras veía lo que Johan hacía por la niña, escuché una voz alterada detrás de mí. Era una señora con voz chirriante tratando de encontrar algo.
–¿La puedo ayudar?– le dije consolándola.
–Mi hija, no la encuentro.– ¡claro! Era la madre de la niña.
– Mire, alguien ya la encontró, y la están buscando.– señale hacia dónde estaba Johan, y cuando la mujer lo vio se le fue la sonrisa.
–Ese maldito incompetente.– dijo con rabia. Traté de explicarle que no le estaba haciendo nada a la niña, pero fue inútil, la mujer salió detrás de Johan. Cuando llegó la mujer por detrás de Johan le tocó el hombro para que voltease. En cuanto Johan volteó, recibió un gran insulto por parte de la mujer seguido del arrebato de la niña, cosa que no pintaba nada bien ya que ellos eran prácticamente intocables. La mujer le arrebató la paleta a su hija y la tiró a los pies de Johan. No alcanzaba a escuchar por la distancia a la que estaban pero la mujer le decía cosas enojada, mientras que Johan trataba de calmara. Al cabo de unos segundos se acercaron rápidamente otros soldados al ver la escena. Uno de ellos alejó a la señora y le gritó cosas en alemán, el otro le apuntaba con la pistola mientras la agarraba bruscamente del brazo, haciendo que la señora perdiera el equilibrio y cayera al suelo. La niña solamente veía atemorizada mientras se llevaban a su madre. Fue triste ver eso, Johan nada más trataba de ayudarla, pero la mujer se negó a dejarse ayudar. Sin embargo, hoy en día por más ganas de matar a uno de ellos, los tenías que tratar con superioridad y verte vulnerable ya que si hacías algo que les molestara te eliminarían del radar sin pensarlo dos veces.
ESTÁS LEYENDO
En Busca de la Esperanza
Historical Fiction"Basta con una sola llama para encender muchas velas" Bianka es una joven polaca que vive con su tía, tras la muerte de sus padres, en Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Intrépida y curiosa, quiere conocer más allá de las fronteras de Polon...