Capítulo XIX

122 14 7
                                    


Sentí un aliento en mi oreja, una mano rodear mi cintura y como un cuerpo se acercaba más de lo necesario a mí hasta no dejar hueco entre nosotros. No sabía si moverme o simplemente quedarme como una piedra. Un olor masculino inundó mis fosas nasales e inconscientemente aspiré el aroma. Olía muy bien. La extremidad que no dejaba ver, destapó mis huecos y instintivamente los abrí de golpe en un ataque de nervios. Sus añiles ojos no se despegaron de los míos. Algo se removió dentro de mi cuerpo.

-Hola.- Sonrió.

Intenté contestarle, pero algo me lo impedía. Tenía la garganta seca y aunque me había relajado el hecho de que fuese él, seguía sintiendo esa molestia hacía su persona.

-¿Qué haces aquí?- Mi tono de voz sonó algo más borde de lo que me imaginaba.

-Quería pedirte perdón por lo de está tarde.- Aún tenía puesta su mano en mi rabadilla, creando un tipo de abrazo algo forzado para mi.- No quería

-Suéltame Derek.- Le interrumpí poniendo mis manos en su pecho con intención de alejarlo.

-Pero

-De verdad, no quiero escucharte en estos momentos.- Volví a interrumpirle.- Ni si quiera sé como tienes la valentía de presentarte esta noche, como si nada hubiese pasado.- Noté como despojaba sus manos de mi, dejándome libre.- No sé como tienes la cara dura de tocarme.- Lo miré desafiante. Estaba ofendida, confundida y enfadada.

-¿Vas a dejarme hablar?- Se pasó la mano por el pelo algo nervioso.

-No.- Contesté.

-¿No?

-No. Es hora de que me escuches tú a mi.-Su mandíbula se tensó de golpe, como si tuviese miedo a lo que le pudiese decir.- Estoy cansada de que hagas como si nada pasase, que te preocupes por mi y que al cabo del rato me falles, de que me mientas y mantengas una actitud bipolar. No sé si pensar que tienes doble cara o que verdaderamente eres así. Me fastidia no saber nada, que me trates como una ingenua, como a un muñeco.

-¿Cómo a un muñeco?- Dijo enfadado.-¿Cuándo te he tratado yo como un muñeco Anna? Dime cuándo.

No respondí. Pasé por su lado dando por finalizada la conversación. No iba a aguantar más esta situación, mucho menos mi último día aquí. Oí sus pasos siguiéndome.

-Anna.- Dijo agarrándome del brazo.- No huyas. Se consciente de lo que dices y respóndeme.

-Suéltame.- Intenté zafarme de su agarre, pero era imposible.

-No seas una cobarde, no tires la piedra y escondas la mano.

Volví a notar como algo taponaba mi vías respiratorias, como mi pulso aceleraba con rapidez, cada vez más constante. Mi cuerpo quedó sodomizado, me pesaban los brazos y las piernas me flaqueaban.-No seas cobarde.- Repetía mi cabeza una vez tras otra.

Mi vista empezó a empañarse. Tenía razón, debía de ser valiente y dejar de huir y ser cobarde.

Me di la vuelta para encararlo, aunque lo único que nos iluminaban eras las Led del techo.

-No soy cobarde. No vuelvas a decirlo.

-Entonces, responde.- Era tan duro cuando le daba la gana que quería desaparecer cuando estaba en ese plan.

-No tengo por que responderte Derek. ¿No lo entiendes? Estoy discutiendo con una persona que si quiera es mi pareja.- Está vez, con valentía, lo miré a los ojos.- Así que deja de comportarte como si lo fueses.

Me desafió con la mirada. Lo sabía por muy oscuro que estuviese. Parecía estar molesto, ya que me miraba con cara de pocas migas mientras cogía más oxígeno de lo normal.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 22, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ENCAJES DE PERFECCIÓN|EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora