Capitulo III

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—Pase.—Escuché al otro lado de la puerta. Era una voz grave y firme.

Abrí la puerta con cuidado y me adentre en aquella sala tan iluminada. En el frente un gran escritorio acompañado de un enorme ordenador MacBook. La mesa era de madera con un color pardo, el asiento era un lujosa silla de cuero, iba conjuntada. Unos grandes ventanales se encontraban al final, cristales que dejaban dar paso a la luz; unas vistas preciosas.

«Exageradamente enamoradizas»

Desde aquí podía verse gran parte de la ciudad, era fabuloso. Las paredes estaban coloridas por distintos tonos morados, azules y verdes. Una mezcla realmente extraña pero era exactamente los pigmentos concretos que pegaban con un diseñador.

Ojeé como el hombre; supongo que és el Sr.Wake, caminaba de un lado para otro hablando a través de un auricular.

Nada más verle me alzo la mano en signo de que esperará, yo asentí y quedé de píe hasta que finalizará su oportuna llamada.

Mientras esperaba visualice como en la entrada, también había cuadros aquí colocados y fotografías de algunas modelos con las que había trabajado; tan profesional. Comenzaba a ponerme intranquila. No sabía si daría la talla en este trabajo. Viendo los estupendos trabajos que ha echo con todas aquellas mujeres plastificadas. Bufé conteniendo algunos nervios.

En un momento dado me miró, tenía unos bellos ojos oscuros, el pelo lo llevaba recogido en un pequeño moño y le comenzaba a crecer aquellos pequeños pelos de la barba. Era atractivo eso no lo podía negar.

«¿Ya pensando en chicos Annabella?, Dios santo»

Al concluir el llamamiento, poso su firme mirada en la mía.—Ahora que lo veo mejor, da miedo.—Dijo mi diablesa interior.

—Bien. ¿Debe ser la hija de Cristal, cierto?—Preguntó con un tono amenazante, extendiéndome su mano. Que cortés.

—Sí, y usted debe ser Nathan, ¿cierto?—Asentí dirigiéndome hasta él para apretar su extremidad.

—Sr.Wake, Annabella Bowman.–Ceñí el entrecejo.—Se tiene que dirigir a mí como Sr.Wake.—Quedé un poco extrañada. ¿Por qué Alice y la recepcionista de la planta baja le pueden llamar Nathan y yo no?

—Disculpe, Sr. Wake.

—No sé disculpe.— Señaló uno de los asientos situados al frente de su mesa.

Aparté el sillón con cautela y me asenté en el. Me sentía algo incomoda

«Son simples nervios, no te asustes ahora.»

Hice una mueca y al parecer se dio cuenta.

—¿Qué no se encuentra bien, Sra. Annabella?— Preguntó con descaro. Era algo engreído y presuntuoso y muy, muy apático.

—No.—Respondí seca.

Abrió una especie de carpeta rectangular de un tamaño mediano y sacó unos folletos. Después de esparcirlos por la mesa comenzó a preguntarme.

—Aquí tengo todos sus datos. Dónde ha trabajado, cuanto cobraba al mes—agarró un folleto y me lo tendió—también tengo dónde estudió—esto que es, ¿un policía?—y por último quien fue su última jefa. ¿Así que trabajo para la famosa Katherine?—Soltó una pequeña carcajada.

—Sí, una genial trabajadora y muy buena amiga, aparte de jefa.—Sonreí, no me gustaba para nada que se rieran de ella.

—Me consta como las últimas semanas, antes de su despido, faltó unos siete u ocho días aproximadamente.—Entrelazó sus manos.—Necesito saberlo todo de usted, ya que será una pieza importante en este ajedrez.— Seguí visualizando aquella hoja. Tenía miedo, esperaba con ansías que no preguntara el por que de aquellas asistencias.—¿Por qué ha faltado tanto?

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