Capítulo 20- Una Nueva Familia

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Poco antes del atardecer, Adrien, Marinette y Louis regresaron a la casa de la azabache. El pequeño rubio se quedó dormido en los brazos de ella, por lo que procuraron no hacer mucho ruido mientras subían las escaleras.

—¿Mamá? ¿Papá? Ya llegamos —habló Marinette al abrir la puerta.

Fue entonces cuando se percataron de la presencia de Tom y Sabine en la sala de estar, acompañando a la mujer rubia. La mirada de ella y Adrien chocaron, pero éste reaccionó muy sorprendido. Como si le resultara familiar.

—Lo siento, ¿interrumpí algo? —preguntó la azabache.

—No, hija, uhm… —Tom miró de reojo a Sabine intentando encontrar las palabras adecuadas.

—Marinette, ella es Audrey… Es… Es…

Sabine suspiró.

—Es la madre biológica de Louis.

Hubo un silencio.

Marinette observó a Audrey. Tenía cierto parecido con Louis debido al cabello rubio, a excepción del color de ojos.

—¿Audrey? —cuestionó Adrien en voz baja.

Era el mismo nombre de la madre de Chloé.

—Ha venido a recuperar a Louis y… Creemos que es lo mejor —Tom colocó una mano sobre el hombro de Sabine.

Las lágrimas no tardaron en aparecer en los ojos de la azabache.

—Pero… ¿Por qué? —habló.

—Yo… Cometí el error de abandonarlo —Audrey suspiró—. Estuve pasando por un momento difícil y… Quise buscar lo mejor para Louis… Pero me arrepiento.

Marinette frunció el ceño.

—¿Te arrepientes?

—Marinette, tuvimos la condición de quedarnos temporalmente con Louis para criarlo, pero su madre ha regresado y debe volver con ella —comentó Sabine.

—No lo entiendo… ¡¿Ella se arrepiente y cree que puede volver aquí para recuperar lo que decidió abandonar?! ¡¿A su propio hijo?! —gritó enfurecida.

Ante el ruido, Louis comenzó a quejarse.

—Marinette —Adrien intentó tranquilizarla colocando una mano sobre su hombro.

—¡Yo lo he criado y protegido… Como si fuera mi hijo! —gritó—. ¡Considero a Louis de esa manera y no puedo perderlo... No puedo… Perder al pequeño que me ayudó a seguir adelante!

Marinette sintió un fuerte nudo en la garganta.

—Lo entiendo…

—No, no lo entiendes —interrumpió a Audrey—. Te preocupaste por ti más que por tu propio hijo, por alguien indefenso… Alguien que no merecía ser parte de tus problemas.

—Marinette —habló Sabine.

Finalmente hubo un silencio.

Hasta que Marinette se rindió.

Observó a Louis y el brazalete que todavía poseía en su muñeca. El brazalete que su madre le regaló. Un regalo que ella no le dio.

—Marinette, por favor… Audrey nos explicó la situación por la que estaba pasando y ha venido a enmendar su error de abandonar a Louis —habló Tom.

—No estoy lista —murmuró Marinette.

Sintió un profundo dolor en su interior. El dolor de saber que perdería a alguien.

—¿Po… Podría… Despedirme de él… Antes de… Regresarlo a Audrey? —tartamudeó.

Los presentes voltearon a ver a Audrey, quien sólo asintió con la cabeza. Y sin más, Marinette corrió hacia las escaleras, dispuesta a encerrarse en su habitación junto con Louis.

Adrien observó de nuevo a la mujer con seriedad.

[...]

Marinette acomodó a Louis en la silla mecedora, intentando contener las lágrimas, hasta que el pequeño soltó un ruido en su boca, haciendo volver a la azabache a la realidad.

Suspiró profundo.

—Es lo mejor, Marinette —comentó Tikki.

—Lo sé, Tikki —asintió Marinette.

Una vez que terminó de acomodar a Louis, acarició su mejilla.

—Creo que… Es hora de volver con tu madre biológica, pequeño —dijo.

Louis sonrió.

Y con eso, las lágrimas cayeron en sus mejillas y lo sostuvo en sus brazos cuidadosamente para abrazarlo.

—Te amo, Louis —susurró ella entrecortada—. En un futuro, nos encontraremos en la calle y cuando te reconozca, te dedicaré una sonrisa.

Después sintió una mano sobre su hombro, volteando a ver a Adrien, quien intentó sonreír, por lo que Marinette asintió. Le entregó a Louis en sus brazos, dándole la oportunidad de darle un beso en la frente.

—Gracias por todo, Louis —murmuró—. Gracias por hacer feliz a Marinette en todo este tiempo.

Marinette sonrió por el comentario y recargó su cabeza en el hombro de su amado, hasta que…

—Ma… má…

Los dos jóvenes quedaron inmóviles.

—¿Louis? —habló Marinette—. ¡¿Q… Qué dijiste?! ¿Puedes repetirlo? Debo… Debo estar soñando.

—Ma… Mamá.

Aquello provocó una gran sonrisa en la azabache. Adrien rio.

—Dijo su primera palabra —dijo Tikki entusiasmada.

—¡Y me llamó mamá! —gritó la azabache sosteniendo al pequeño en sus brazos—. Es… Es hermoso…

Le dio un beso en la mejilla y recargó su frente con la de él.

—Ese es mi Louis.

Plagg bufó.

—Es sólo una palabra, ¿cuál es la emoción? —preguntó rodando los ojos.

—No arruines el momento, Plagg —lo amenazó la kwami.

Adrien contempló la escena, imaginando el futuro con Marinette y su futuro hijo.

[…]

Finalmente Adrien y Marinette bajaron con Louis, percatándose de que los adultos los esperaban en la entrada de la casa. Tom y Sabine le dieron una mirada de aprobación a su hija, quien se acercó seriamente a Audrey.

—Espero que aceptes remediar el error de abandonar a tu único hijo —habló Marinette—. Porque Louis no es un niño cualquiera, es muy especial… Y si acepté devolvértelo es porque quiero que sea feliz con su madre… Con su verdadera madre.

Audrey miró de reojo a Louis y asintió.

Adrien no pareció tener confianza en su semblante. Sabía que algo ocultaba, pero decidió no hacer nada.

Y finalmente, Marinette le entregó a Louis a su verdadera madre, no sin antes susurrar…

Je t'aime, Louis.

Audrey tenía en brazos a su hijo y sonrió. Agradeció a Tom y Sabine, para después irse. La azabache suspiró profundo.

—Fuiste muy fuerte, Marinette —dijo Tom colocando una mano sobre su hombro.

—Gracias por hacer esto, hija —dijo Sabine con una sonrisa.

Marinette pensó lo contrario.

Era no era fuerte.

Sólo sacrificaba la distancia a cambio de la felicidad de su pequeño milagro.

Sin embargo, aquel día no terminaba.

Un Pequeño Milagro [Adrien & Marinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora