Capítulo 3- Vale la Pena

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El timbre del Instituto Françoise Dupont sonó, indicando que las clases iban a comenzar. Los estudiantes llegaron a sus asientos del salón, incluyendo a Alya, quien se dio cuenta del típico detalle.

Marinette aún no llegaba. Como siempre.

-Buenos días, vamos a comenzar -dijo la profesora Bustier en cuanto llegó-. Empezaremos con el tema que vimos anteriormente, el cual se basará en...

Se escuchó un ruido proveniente de la puerta, llamando la atención de los presentes. Era Marinette, cuyas ojeras eran muy notorias, su cabello estaba algo despeinado y con una expresión de fatiga.

-B... Buenos días, ¿puedo pasar? -habló la azabache.

-Llega tarde otra vez, señorita Dupain, ¿se puede saber el motivo de hoy? -preguntó la profesora observándola.

-Creo que la verdadera pregunta es, de dónde salió esa monstruosidad, porque no permitiremos que contagie este ambiente -comentó Chloé burlona.

Mientras se encaminaba a su asiento, Marinette le dirigió una mirada amenazante a la rubia, para después seguir con la clase.

-¿Qué te pasó? ¿Y esas ojeras? -preguntó Alya en voz baja.

-Agradécelo al pequeño que encontré fuera de mi casa y quien no paró de llorar en toda la noche -respondió Marinette con una falsa sonrisa.

-Tú fuiste la de la idea de que se quedara en casa -encogió los hombros-. Al menos no llegaste taaan tarde.

-Eso no ayuda, Alya -entrecerró los ojos.

Las clases pasaron rápido para la azabache y ya se encontraba saliendo del salón con su mejor amiga.

-Por cierto, ¿puedo quedarme en tu casa hoy? Así podremos trabajar con el proyecto de ciencias -habló Alya.

-Sí, buena idea, le pediré a papá que prepare algo para nosotras -asintió Marinette.

Y con eso, Alya se imaginó los croissants de chocolate, provocando en ella una sonrisa amplia. Al cabo de un tiempo, llegaron a la panadería, donde se encontraban Tom, Sabine y el pequeño Louis en su mecedora.

-¡Hola, señores Dupain! -saludó Alya, hasta que se acercó al pequeño rubio-. Y hola para ti también, pequeñito.

-Alya se quedará hoy para hacer un proyecto juntas -avisó Marinette.

-Pero claro, prepararé lo mejor de mis croissants de chocolate -respondió Tom desde la cocina.

Los ojos de Alya brillaron al escuchar eso.

-Mamá, ¿Louis no los... molestó? -preguntó Marinette mientras se acercaba al pequeño para sostenerlo en sus brazos.

Sabine miró de reojo a Tom.

-Bueno, en realidad no, estuvo muy tranquilo con nosotros -confesó ella sonriendo.

-De hecho pareció un éxito, los clientes pasaban a verlo y se enternecían cada vez que intentaba hablar -continuó Tom ilusionado.

-Wow, pues fue todo lo contrario en la noche, ¿no lo crees, Ma...?

La azabache la fulminó con la mirada.

-En fin, ya nos vamos, eh... Tenemos mucho por hacer, así que no los molestamos más -dijo Marinette con una sonrisa, llevándose a Alya y a Louis a las escaleras.

Una vez que llegaron a la habitación de la azabache, Marinette pudo depositar al pequeño Louis en la cuna, la misma que solía utilizar cuando era bebé.

Un Pequeño Milagro [Adrien & Marinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora