Capítulo 1. Sin colores.

546 106 50
                                    

Siete años después. 

Me encanta Sophie. Creo que nunca podré agradecer lo suficiente que la corte haya decidido dejarme bajo su tutela. Fue lo mejor que pudieron haber hecho por mí. 

Ella es mi ángel de la guarda.

Pero ahora es el demonio que toca la puerta a las seis de la mañana.

—¡Ya es tarde! —grita Sophie detrás de la puerta y resoplo tan fuerte que puede oírme—. Nada de eso, señorita, no estoy para berrinches.

—Ya me levanté. —Nop. Sigo en la cama.

—Escucha, estaré aquí alrededor de las seis. Tengo una inspección en una casa de unos posibles padres para Deedee, ya sabes, la niña de trece años...

—... que encontraron robando en un McDonald's. Sí, sí —la interrumpo.

—Bien, luego papeleo y a casa otra vez. Me quedé dormida y voy tarde, hay manzanas, cereal y yogurt...

Golpeo mi cara con una almohada. ¿Por qué Sophie tiene que ser tan... mamá ganso?

—Y puedo abrir una lata de sopa y usar un microondas. Que te vaya bien.

—¡Adiós!

Cuando conocí a Sophie, ella apenas había empezado a trabajar en el área de trabajo social, pero la mandaron a encargarse de mí y le tomé mucho cariño. No quise a otra persona para mi cargo. Es como una tía para mí, es mi familia.

Mi vida perdió los colores, pero ahí estaba Sophie, quien me sacaba un poco de la oscuridad en la que estaba sumida.

Ella es mi apoyo, igual que William Stone, el hombre que fue capaz de convertirse en casi un padre para mí, pero por causas que desconozco no me ha visitado durante el último año. Él fue uno de los abogados de mi caso y gracias a su intervención le debo todo.

Y también está Kate, mi mejor amiga, quien siempre ha estado conmigo, incluso antes de que yo perdiera a mi familia. Me conoce, puedo ser sincera con ella, llorar en su hombro e imaginar un mundo diferente juntas.

No todo ha sido oscuro, pero tampoco demasiado luminoso.

Finalmente me levanto de la cama y voy al baño a comenzar el día. Me miro en el espejo y unos pequeños ojos azules me devuelven la mirada. Mi cabello está hecho un desastre, mechones rubios enmarañados se reparten aquí y allá en todas la direcciones, y las sombras oscuras bajo mis ojos son la confirmación de que anoche no tuve el mejor sueño reparador.

Es tan extraño. ¿Cómo detrás de un rostro se puede ocultar una dolorosa historia?

Decido vertirme con unos blue jeans rasgados, una blusa negra con el logo de Ramones y mis leales Converse. Recojo mi cabello en una coleta alta despeinada y bajo las escaleras. Tomo una manzana del refrigerador y salgo de mi casa para ir a la preparatoria.

Antes del accidente, viví en una de las mejores zonas de Phoenix con mi familia, pero el juez decretó que no podía seguir viviendo en mi antiguo hogar, así que me autorizó una vivienda en los suburbios, cortesía del Estado. Yo no sé de leyes, pero no creo que eso sea algo que suceda a menudo. La primera vez que entré a la que ahora es mi casa, Sophie solo dijo: dile gracias a William.

Y por supuesto, lo hice.

No solo le agradecí por la casa, sino porque sabía que él había evitado que me llevaran a un orfanato.

William Stone es un hombre bondadoso y honesto dispuesto a dar el mundo por niños que necesitan ayuda, eso era lo que me había dicho en mi niñez y no dudé en creerle. Recuerdo que durante la resolución de mi caso, él se aseguró de mi bienestar, educación y diversión, fue como un padre para mí.

Luces [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora